1. Miss Sunshine

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P.O.V Lena Luthor

El cementerio estaba envuelto en un silencio sepulcral. Los árboles centenarios susurraban con el viento, como si compartieran la tristeza del momento. Yo miraba la tumba recién cavada, sintiendo un montón de emociones que empezaban a consumirme. Mientras algunos lloraban en silencio, salí de mi aturdimiento y abracé a Kieran y Rose para consolarme. Lex, mi hermano mayor y la persona que siempre me había apoyado, había muerto dejando un desolador panorama junto a su esposa. Mi cuñada, la mujer más fuerte del mundo, ya no estaba y yo tenía que cuidar de sus pequeños como una vez ellos cuidaron de mí. Era mi responsabilidad velar por estos dos pequeños niños de ocho y cinco años.

El oficiante, un hombre de aspecto amable, comenzó la ceremonia con una oración. Las palabras resonaban en el aire, llenando el espacio de solemnidad.

Una lágrima traicionera se deslizó por mi mejilla, víctima de la gravedad. Los ojos verdes que una vez brillaron con vida ahora se habían oscurecido, reflejando la muerte de mi mundo.

Jack Spheer, el agente del FBI y mi novio, irrumpió en la escena con su habitual rostro serio. Se acercó para abrazarme, pero su voz apenas era un susurro áspero cuando me preguntó: "¿No crees que podrías haber usado algo menos llamativo?".

Sus ojos recorrieron mi vestido negro, ceñido a mis curvas prominentes, con una severidad que me hizo tensar el cuerpo. Un escalofrío me recorrió la espalda, no por el frío de aquella tarde, sino por la gélida mirada de Jack.

- ¿Acaso importa lo que llevo puesto?- le respondí con un hilo de voz, todavía empapada por la tristeza y la desolación. - ¿Acaso importa algo en este momento?

Un silencio incómodo se apoderó de nosotros. La brisa fría susurraba entre las hojas de los árboles, como un lamento fúnebre.

En ese instante, me di cuenta de que no solo había perdido a mi hermano, sino también una parte de mí misma. La alegría se había esfumado, dejando solo un vacío insondable.

Y lo peor de todo era que no sabía cómo llenar ese vacío.

- ¿Qué pasa, no puedes evitar ser una calienta pollas ni siquiera en el funeral de tu hermano?- el insistía con sus malditos celos enfermos sin detenerse

- ¡Jack por favor, aquí no! -

La mirada cínica de Jack mientras hablaba me hizo perder la poca paciencia que me quedaba. Durante los últimos dos años me había sacrificado por una relación que no me daba nada, solo maltrato, sexo sin pasión y un deseo constante de huir. En ese preciso momento me di cuenta de que la vida era demasiado corta para vivirla en función de satisfacer a los demás. Debía ser fiel a mí misma. Y mi primer acto de rebeldía sería estrellar mi puño contra el ojo izquierdo de Jack.

- ¡Vete al diablo, Spheer. Ya no estás más en mi vida, terminamos! - Exploté en un grito, más como una liberación que como una expresión de violencia en sí misma

- ¿Qué crees que haces zorra? - dijo el hombre con la incredulidad llenando su rostro y el de los presentes.

Sin duda, las cosas no salieron como las planeaba. La ira me consumía y, sin pensarlo dos veces, descargué mi furia sobre Jack. Un rodillazo certero en la entrepierna lo dejó aullando de dolor. Sus gemidos guturales me confirmaron que mi golpe había dado en el blanco.

Con las manos temblorosas, tomé a Kieran y a Rose. Los abracé con fuerza, sintiendo la calidez de sus cuerpos contra el mío. Un último vistazo a la tumba de Lex y Nyxly, mis queridos hermanos, me llenó de una profunda tristeza. Me despedí en silencio, con la promesa de que nunca los olvidaría.

Mas allá de la razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora