9. Descenso a la locura

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 "Un millón de palabras no te traerían de vuelta, lo sé porque lo intenté, ni tampoco un millón de lágrimas, lo sé porque lloré".

P.O.V Una muy Jodida Kara Danvers

El tiempo se detuvo, sentía como mi alma se resquebrajaba cual hoja en el otoño, seca y sin vida. Mi peor pesadilla ahora se había vuelto realidad y era enteramente mi culpa, pero como podría vivir de esta forma, sin ella, sin sus ojos viéndome. Mi pecho comenzó a subir y a bajar con el pánico recorriendo mi sistema, mis manos temblaban, si me fuera muerto en ese justo momento fuera sido una salida rápida. Alex me sostuvo para no caer.

- Kara, por favor respira – su mano subía y bajaba por mi espalda en un inútil intento de calmarme.

- No, sin ella nada tiene sentido.

Me solté de su abrazo y me sacudí en un intento retomar el control de mis sentidos. Deje a todos en aquella sala, todo lo demás simplemente dejo de existir, solo Lena ocupaba mis pasamiento, Lena y ese beso que me congelo, se había sentido como una daga penetrando mi corazón, era una despedida silenciosa, pero yo no me quería despedir, se lo explicaría y tendría que entender.

Corrí en dirección al elevador y lo vi cerrarse con ella dentro. Pulse aquel maldito botón una y otra vez hasta que las puertas se estuvieron abiertas de nuevo, entre y baje, pero cuando llegué era demasiado tarde, el ruido del motor de la motocicleta de Brainiac rompía el silencio. La vi acelerar a bordo de ella. Por suerte aquella mañana había tomado las llaves de mi MC20, a toda prisa me dirigí a mi puesto de estacionamiento y me subí acelerando, tome el camino a casa con la esperanza de encontrar a Lena en la galería, pero al entrar solo Nía y Brainiac estaban allí.

- ¿Nía donde esta Lena? – pregunte casi al borde de las lagrimas.

- ¿Kara estas bien cariño? – la preocupación invadió su rostro, no tenia tiempo para su amabilidad.

- ¿Nía, Lena donde esta? – inquirí desesperadamente.

Ella me miro con tristeza y luego hablo.

- Jack intento abusar de ella esta mañana – se detuvo y suspiro – si no fuéramos llegado a tiempo no puedo imaginar lo que ese animal le hubiera hecho... desde entonces salió y no ha regresado.

Maldito Jack, mi estado de ansiedad pasó en segundos a uno de ira absoluta...

- ¡Lo voy a matar! – grite con furia.

Salí en dirección a mi auto sin despedirme.

El rugido del motor de mi Maserati resonaba por las calles congestionadas. Mis manos apretaban el volante con una furia de mil demonios, mis nudillos estaban blancos a causa de la presión que ejercían. La imagen del rostro de Lena, magullado y aterrorizado, me impulsaba a seguir adelante.

Los semáforos se convertían en manchas rojas y verdes en mi visión periférica. Los peatones, borrones fugaces en la acera. Nada importaba más que llegar al Buró de Investigación y encontrar a Jack.

Con un chirrido de llantas, detuve el Maserati frente al edificio. Salí del auto como una exhalación, dejando las puertas abiertas y el motor rugiendo y camine en dirección a la recepción. Un agente con rostro mal humorado me recibió.

- ¡Busco al agente Jack Spheer! – exclame con la tensión bailando en mis palabras.

- Crimen organizado, piso tres – respondió de manera neutral

Subí las escaleras de dos en dos, ignorando las miradas de sorpresa y las exclamaciones, imagino que era la naturaleza violenta de mis pasos lo que acarreaba esos murmullos.

Mas allá de la razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora