8. Devastación

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Nota: las épocas oscuras, son aquellas que definen nuestra verdadera naturaleza...

P.O.V Lena Luthor

La mañana se asomaba tímida por los amplios ventanales del ático de Kara, tiñendo de un suave tono naranja las paredes de vidrio que lo rodeaban, desde la cama se podía ver el jardín. Un frío tenue se colaba por las rendijas, pero dentro del espacio abierto reinaba una agradable calidez. Sobre la mullida cama, Kara dormía plácidamente, ajena al mundo exterior.

Yo la observaba en silencio, fascinada por la belleza serena de su rostro. Sus labios entreabiertos dejaban escapar un suave suspiro, y sus pestañas, largas y oscuras, reposaban sobre sus mejillas como dos delicadas plumas.

Había convertido en un hábito secreto el contemplar a Kara dormir. El insomnio, que antes me atormentaba con noches en blanco y pensamientos incesantes, ahora se había transformado en una oportunidad para disfrutar de su presencia en la más absoluta intimidad, además de dibujar diferentes bosquejos de cuerpo, quería detener el tiempo y quedarme con su esencia.

Cada mañana, antes de que el sol despertara del todo, me deslizaba fuera de las sábanas y me acercaba a su lado. Observaba cada detalle de su rostro, cada curva de su cuerpo, cada movimiento imperceptible que revelaba la profundidad de su sueño.

En esos momentos, el mundo se reducía a las dos. No había ruidos, ni preocupaciones, ni obligaciones. Solo existía la quietud del amanecer, el calor de su cuerpo junto al mío y la inexplicable magia que me unía a ella.

Un mechón de cabello rubio se soltó de su coleta y cayó sobre su frente. Con un gesto casi imperceptible, lo aparté detrás de su oreja, sin querer perturbar su descanso. En ese roce fugaz, nuestros dedos se rozaron y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo.

Kara se removió entre sueños, murmurando algo ininteligible. Sonreí, enternecida por su vulnerabilidad. En ese estado inconsciente, era aún más hermosa, más real, más mía.

- Buenos días – murmuro aun con los ojos cerrados.

- Buenos días – dije yo besando su cabello

Soltó un profundo suspiro y por fin estaba despierta, se desperezo y salió de la cama, dejando ver su completa desnudez, en dirección al baño yo le dedique una mirada de hambre, nunca me cansaba de ella, la desnudez era nuestro estado natural al salir del elevador. Habían pasado dos meses desde que acepte ser su novia y a pesar de que vivía con el constante miedo de que no fuera real, si lo era... Kara había llegado como un tsunami a mi vida.

- ¿Qué harás hoy?- Preguntó saliendo del baño.

Mi teléfono vibro y me dispuse a revisar el mensaje...

Jack: Debemos hablar, se que estas con tu nueva zorra, pero si no quieres que te vaya realmente mal aceptaras verme.

-¿Todo está bien? – volvió a preguntar Kara.

- sí, solo correo basura.

- Yo debo trabajar, papa me pidió que revise unas inversiones y debo ir a una reunión – Kara Danvers haciendo un puchero era algo difícil de ignorar, últimamente no quería salir de casa.

- Yo, debo reunirme también – me puse en pie y me vestí.

- ¿Oye no te quedas a desayunar?

- No nena, hoy no, debo ir a casa y ducharme antes de reunirme con unos clientes interesados en mi arte – mentí, Kara jamás me hubiera permitido ver a Jack, pero si quería terminar con esto debía darle un cierre.

Mas allá de la razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora