i really need you daddy [Levi x lectora]

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•Antes de empezar, quiero decirles que recuperé mi instagram.  Estoy tratando de estar activa.♡

Sigamos....

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La lluvia aún estaba presente esa noche, no se detuvo en ningún momento. Abrazaba más piernas y descansaba mi mentón en mi rodilla mientras observo la noche desde mi ventana. Volver a estar en casa era extraño, miles de sentimientos me invadían pero trataba de no enloquecer ahí mismo.

Estaba agradecida se poder contar con el apoyo incondicional de mis padres, ambos comprendieron nuestro asunto y eso era más que suficiente para mí.

"Buenas noches, princesa"

Sonreí un poco y dejé a un lado mi celular para luego voltearme para tratar de dormir un poco. La soledad de mi habitación, el frío y la distancia en ese instante me torturan.

En la mañana desperté, hacía un poco más de frío, me abrigue y alisté para ir al trabajo. En camino en el autobús suspiré, liberando mis tensiones, estaba empezando a sentirme bien estando relajada sin ningún pendiente o algo así. Pero, Levi permanecía en mis pensamientos la mayor parte del día.

—Entonces le dije que se vaya al diablo- me comentaba esa clienta, como si ambas fuéramos amiga de la vida, comentando su mal de amor- No puede simplemente dejar de amarme un día para el otro ¿verdad? Debió ocultarlo desde hace tiempo.

Gracias preciosa clienta, estas llenándome de inseguridades. Suspiré y la miré por el reflejo del espejo.

-Supongo que tienes razón. Algunas veces para no herir los sentimientos de la otra personas, decidimos guardar lo que en realidad pensamos y sentimos - murmuré- y él debió de preocuparse en no herirte, por lo que ocultó todo hasta no aguantar más.

Luego de mi trabajo de estilista (y psicóloga) salí caminando por los pasillos anchos del centro comercial. Visualice a Erwin acomodando los maniquí en las vidrieras del local, Levi, él estaba organizando las camisas y colgandolas en el perchero. Sonreí al verlo concentrado, volteo y me choco contra alguien.

-¡Así que eras tú! Ya decía yo que te me hacías muy conocida.

‐¡Hange! Que alegría verte, amiga- esbocé una gran sonrisa y la abracé con fuerza y ella a mí.

-¡Vayamos por un café! Hay un nuevo local que está aquí, sígueme.

Ambas caminábamos y platicábamos de temas ajenos, al azar. Reíamos, me sentí aún más tranquila al pasar tiempo con ella.

-¿Se dieron un tiempo?- noté su sorpresa e incredulidad en su pregunta.

-Sí, nos hemos dado un tiempo- asentí dando un mordisco a mi sándwich de pollo.