Cap.22

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Gente con colas

Yo era una gallina.
Una cobarde, inútil y tonta gallina que tenía más de una hora sentada en las afueras del edificio en el que vivía Donghae, esperándolo como una de esas locas acosadoras que esperan a Choi Min Ho fuera de la habitación de su hotel sólo para tener la oportunidad de verlo en ropa interior y soñar con ser la próxima madre de sus hijos.
No dejaba de torturarme con Donghae, con la vista que tendría de su espectacular cuerpo y que probablemente él ni siquiera se miraría así de mal como me veía yo, porque, vaya que yo tenía un aspecto de haber sido masticada, digerida y escupida por un lagarto.
¡Aaggh!
Con cada segundo que pasaba, más se acobardaban mis ideas y parecía inútil mi plan de hablar con él. Había decidido no subir a buscarlo a su apartamento porque eso, ciertamente, me haría lucir como una desesperada; además me sentía tonta ya que era yo la que corría detrás de él en vez de ser al revés. Me desilusionó saber lo rápido que me había dejado marchar de su vida. Ni siquiera peleó por mí... por nosotros.
Definitivamente este era un mal plan.
Por quinta vez esta noche, me puse de pie y comencé a bajar las pocas gradas que me llevarían hacia la acera y después directo a la parada de buses más cercana para largarme a casa y continuar con la tortura desde la comodidad de mi dormitorio.
Estaba a punto de ponerme los audífonos y apagar a todo el mundo con un poco de Adele, cuando, una mano se posó en mi hombro y me obligó a darme la vuelta.
Era la abuela de Donghae.
-¡Hola ahí! -dijo con voz eufórica. Me envolvió en un abrazo y me dio suaves y calmantes palmaditas en la espalda-. No sabía que vendrías hoy.
-Fue algo espontáneo -logré decir en medio del apretado abrazo.
Pude ver a Nicole justo por detrás de nosotras, sosteniendo un bolso morado. La niña sonrió enormemente al verme.
No esperaba encontrarme a ninguna de las dos esta noche, fue toda una sorpresa.
Una vez que su abuela deshizo el abrazo, la pequeña corrió para ocupar su lugar.
-¿Recibiste mi regalo? -preguntó inquieta, saltando de arriba abajo.
-Sí, lo recibí -le dije, dándole una de las pocas sonrisas verdaderas que había dado esta semana-. Aquí...
Le mostré el número veintisiete que colgaba de mi cuello.
Sus ojos se agrandaron y comenzó a dar saltitos rápidos.
-¡Lo tienes puesto! -chilló- ¡Yo también!
Ella me mostró un brazalete hecho con la misma cinta de cuero que mi collar, y con el mismo número colgando orgullosamente.
-¿Vienes a ver al tío Donghae? -preguntó la niña.
-¡Nicole! ¿Qué te he dicho sobre tus preguntas indiscretas? -la regañó su abuela-. Entonces... ¿vienes a ver a mi nieto?
-Yo... yo no...
-Tal vez _____ pueda curar al tío Donghae -interrumpió Nicole-. ____, él está enfermo. Creo que le duele el corazón... ¡Ya no quiere cantar conmigo las canciones de Selena Gómez! Está grave, ¿sabes quién lo rompió?
Hice una mueca y me agaché para estar a su altura, llevé mi mano a su cabello marrón claro y acaricié su frente, deteniéndome brevemente en las cicatrices de su rostro.
No entendía cómo alguien pudo haberla lastimado de esa manera.
-¿Por qué piensas que está roto? -pregunté.
Ella tardó en dar su respuesta hasta que finalmente habló y dijo:
-Pues porque ya no es el mismo de siempre. Cuando uno de mis juguetes se rompe, deja de hacer lo que normalmente hacía; y el tío Donghae actúa de esa forma: como un juguete roto -se calló y miró disimuladamente hacia su abuela, la niña me susurró lo siguiente-, o cuando boté accidentalmente el celular de Nanny al agua y la pantalla se puso negra y nadie pudo encenderlo de nuevo. Parece que el tío Donghae está en modalidad apagada, ¿crees que tenga reparo? Porque el celular no lo tuvo.
Mis ojos se nublaron un poco y miré en otra dirección; tragué saliva y humedecí mis labios para responderle pero no sabía qué decir.
-Ya basta con el interrogatorio, deja a _____ en paz -intervino su abuela, salvándome de tener que responder a eso. Ella tomó a Nicole del brazo-. ____, ¿quieres entrar al departamento? Pediremos pizza y veremos películas de mi época.
-Osea, películas aburridas en blanco y negro -bufó la niña para que sólo yo la escuchara.
-Oí eso, jovencita. Esta noche no hay postre para ti...
-Pero _____ me va a dar del suyo, ¿verdad?
-Ah... pues... -yo estaba balbuceando por completo-. Yo... yo estaba a punto de irme; no creo que pueda...
-¿Te vas? -interrumpió Nicole- ¿Por qué? Tienes que quedarte y ver el álbum de mariposas que hice ayer.
-Es que yo...
-¡Tonterías! -dijo su abuela y me tomó del brazo. Comenzó a caminar conmigo y con la niña hasta detenerse en la puerta de entrada del edificio.
Instantáneamente me empezaron a sudar las manos. ¡Iba a ver a Donghae!
-De verdad, no creo que sea una buena idea... -continué diciendo pero ella me silenció con la mirada. Me callé.
-¿Entonces mi nieto y tú no han solucionado las cosas? -preguntó-. Puedo decir que ambos lucen destruidos, aunque Donghae no me quiso decir qué era lo que le había pasado.
-No... yo... -un frío invisible se coló por mis huesos, haciendo que frotara mis brazos sin parar-. La verdad es que no he hablado con él desde hace un tiempo. Creí que hoy sería el día pero aun no estoy lista para hacerlo.
Ella me tomó de los hombros y caminó conmigo hasta el interior del edificio.
Nicole se nos adelantó y corrió hacia el elevador, presionando el botón de llamada unas tres veces.
-Me parece que ambos deberían hablar. Ya son bastante mayorcitos para resolver las cosas como dos adultos responsables. Ven, entra para que veas cómo babea mi nieto al verte.
Me guiñó un ojo y me dio una sonrisa simpática.
Le sonreí de regreso.
Decir que estaba nerviosa era decir poco, tenía el estómago revuelto y la bilis subía y bajaba por mi garganta.
-No estés nerviosa -me susurró ella mientras íbamos en el elevador-. Y dime, ¿has visto alguna película de Cary Grant? Oh, lo vas a amar...
El ascensor se detuvo en el sexto piso y sus puertas se abrieron con un sonido agudo; me costaba tragar saliva a medida que caminábamos hacia el departamento, y pensaba que en cualquier momento me iba a desmayar y haría de mí una completa vergüenza andante.
-¿Entonces el tío Donghae y tú están peleados? -preguntó Nicole- ¿Por qué no hacen las paces? En Gossip Girl, la gente tiene una forma divertida de reconciliarse... creo que se duchan hasta que se les pasa el enojo.
-¿Se duchan? -pregunté. ¿Gossip Girl?
-Sí, eso pienso. Se mira cómo comienzan a quitarse la ropa y cae al suelo... hasta que la bisabuela cambia de canal y pone Bob Esponja. Nunca he podido ver en qué termina un solo capítulo de la serie; aunque yo creo que se besan como por... ¡diez minutos enteros!
Intenté no reírme.
Su abuela hizo un gesto de falsa indignación.
-¡No puedo creer lo que estás diciendo, Nicole! Nada de postre en una semana.
-¡No es justo! Sabes cuánto amo el dulce...
-Y es por eso que tienes los dientes picados y eres la piraña de la familia.
De repente, estábamos frente a la puerta de Donghae, a sólo unos metros de distancia.
Los sonidos a mi alrededor se enmudecieron, y mis ojos comenzaron a verlo todo de manera borrosa. De nuevo la gallina en mí tomó el control y balbuceó:
-En serio tengo que irme... tal vez venga después...
-Cariño, respira hondo. Parece que te fuera a dar un ataque de pánico.
-No, yo no me siento preparada aún para... -la puerta se abrió de repente y mi corazón se detuvo por un segundo.
Era él. Donghae.
Quería derretirme y fundirme con el suelo. No quería que me viera y supiera lo débil que había sido al venir a buscarlo, esto me hacía el doble de tonta que creí que era.
-¡Donghae! Vinimos a hacerte una visita sorpresa. ¿Estás ocupado? -preguntó su abuela viendo incómodamente en dirección al departamento.
-Pasa -dijo él simplemente.
Por un momento pensé que no me había notado allí, parada como una imbécil, con las palmas de mis manos sudadas, y con la repentina urgencia de ir al baño. Pero no tuve tanta suerte de pasar desapercibida, sus ojos verdes fueron a dar directo a los míos. Mientras dejaba a su abuela entrar y ésta la saludaba con un beso en la mejilla, jamás apartó su mirada de mí.
Me quedé congelada y asustada por lo que fuera a decir.
¿Y si me corría de su departamento, frente a su abuela? ¿Qué si decía que yo debería largarme y que iba a poner una orden de restricción contra mí?
Negué con la cabeza, estaba siendo paranoica.
Nicole corrió a abrazarlo.
-¡Tío Donghae! Mira a quién encontramos allá afuera -la niña me señaló. Mis mejillas comenzaron a arder-. La invitamos a comer pizza con nosotros, ¿no estás feliz?
-Mjmm -fue su única respuesta ante el asunto-. Ve con la abuela a pedir la comida.
Le revolvió un poco el cabello, y Nicole se fue en cuestión de segundos.
Solo quedábamos él y yo.
Enfoqué la vista en mis zapatos, esta era definitivamente una mala idea, Donghae no se miraba feliz de verme.
-______ -dijo mi nombre como si le costara pronunciarlo.
Despegué mis ojos del suelo y me concentré en no dirigir mis dedos a su rostro, tenía una ligera capa de barba que lo hacía lucir exótico. Vestía una camisa sencilla y pantalones de tela cómoda.
Abrí la boca para decir algo pero me silencié automáticamente cuando, por el rabillo del ojo, vi a una chica moviéndose con elegancia dentro del departamento.
-Creo que no debí venir -dije sintiéndome no bienvenida y extremadamente incómoda.
-Estoy de acuerdo con eso -dijo herméticamente. Se cruzó de brazos y me bloqueó el paso de la puerta.
El corazón se me encogía lentamente. Dolía.
Esta fue una estúpida idea, de todas formas, si alguno de los dos iba a dar el primer paso, ese tenía que ser él, no yo.
Y era más que obvio que por el momento estaba ocupado con, nada más y nada menos que Elena.
Ella salió disparada hacia la puerta, encarando a Donghae y dirigiéndome apenas una mirada de lástima.
-¿Quién es esa gente que acaba de entrar? -exigió molesta.
-Nadie que te importe -le respondió él.
-¿Y esa niña de ahí? Me sacó el susto de mi vida. ¿Le viste la cara? No es alguien a quien quiera encontrarme en la oscuridad de la noche. Debería usar una máscara, seguro que vino con ella -me miró de frente y podía sentir los dardos que mentalmente lanzaba a mi cabeza-. ¿Qué clase de fenómeno trajiste? ¿Qué haces aquí? Tengo entendido que formas parte de las sobras de Donghae. ¿No te da pena venir a buscarlo? Igual a esa estúpida pelirroja que vino esta tarde...
Estaba congelada, aturdida por todo lo que había soltado Hyorin. No sólo me enojó lo que dijo sobre mí, sino lo que dijo sobre Nicole.
-¡Eres una hija de p...! -estuve a punto de agarrar del cuello y estrangularla, pero Donghae se me adelantó y en un momento estuvo sobre ella, tomándola de los hombros y sosteniéndola contra el marco de la puerta.
-Ni siquiera te atrevas a decir una sola palabra más -siseó-. Esa niña que viste es mi sobrina, no te quiero ver a ti, o a tu lengua venenosa, ni siquiera a dos centímetros de distancia de ella, ¿entendiste? Y no vuelvas a aparecer en mi departamento otra vez, no quiero que digas quién puede o no puede entrar. La próxima vez, si tienes jodidas quejas sobre tu estúpida posición en la banda, habla con Key, yo ya no tengo ningún asunto que tratar contigo.
La soltó y ella se frotó los hombros.
Jamás había visto a Donghae tan enojado. Hasta yo le tendría miedo, pero Hyorin se lo tenía bien merecido.
Arpía.
-¿Es... es tu sobrina? -balbuceó ella con temor-. No lo sabía, tampoco tienes que tratarme así; no puedes ser tan grosero con una de las tantas chicas con la que follaste.
Sentí como si una piedra enorme me hubiera golpeado directamente en el pecho.
Mis manos instantáneamente formaron puños apretados.
-Hyorin, lárgate -dijo Donghae, la tomó del brazo y la sacó a trompicones del departamento-. Tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo contigo.
Ella tropezó conmigo, golpeando a propósito mi hombro.
-Y es así como vas a terminar en la vida de Lee Donghae -me dijo ella-. Primero comienzas a buscarlo como una drogadicta que necesita sus drogas, y luego él te patea fuera de su departamento.
-¡Lárgate, Hyorin! -gritó esta vez-. Estás agotando mi paciencia.
Ella desencajó su mandíbula y se arregló el cabello antes de darse la vuelta y marcharse.
Mis ojos instantáneamente buscaron los de Donghae y nos miramos fijamente por unos cuantos segundos, minutos, horas; no sabría decirlo con exactitud.
-¿A qué viniste, _____? -preguntó por fin.
Me relamí los labios e intenté formar palabras coherentes.
-Vine para que hablemos. Creo que me apresuré a...
-¿A qué? ¿A juzgarme? -suspiró, irritado. Se pasó una mano por el rostro-. Vi la mirada en tus ojos cuando apareció Hyorin. ¿De verdad me crees capaz de ser tan idiota y correr a los brazos de la primera mujer que se me ponga en frente? O peor aún, ¿en los brazos de Hyorin?
-Cuando terminaste con Marie esperaste apenas un par de días para salir con alguien más. Perdona si me he dejado llevar por la lógica y asumir que volverías a hacer lo mismo cuando me dejaras.
-Yo no te dejé. Ambos estuvimos de acuerdo en acabar con lo que sea que teníamos. Era lo mejor para ti; jamás hubiera funcionado esto entre nosotros, de todas formas, tú nunca confiarías lo suficiente en mí. Mi palabra ya no vale nada para ti. Solo admitámoslo: es mejor dejar las cosas así. No quiero seguir haciéndote daño. Y para tu información, no he estado con otra mujer, así que quita esa cara de venado atropellado porque, a diferencia de lo que creas de mí, no me acuesto con lo primero que me guiñe el ojo y tenga puesto una falda.
-Eres un tonto -dije furiosa-. Un idiota, un bastardo degenerado...
Rápidamente me tomó del brazo y me empujó cerca de su cuerpo. Me costó un momento recuperarme de la sorpresa.
-¿Has estado llorando, _____? -pasó un dedo por debajo de mis ojos, sentí mi rostro arder en llamas- ¿Has comido algo? -esta vez sus manos se fueron directo a mi cintura y comenzaron a subir y bajar haciéndome difícil el simple trabajo de respirar-, te sientes más delgada.
Me ruboricé por completo. Claro que no había comido mucho los primeros días pero me avergonzaba decir que últimamente hasta estaba comiendo de más. Principalmente helado y comida china. Las costillitas agridulces eran mi parte favorita, y el pollo... Oh Dios mío, el pollo era simplemente espectacular para olvidar. Esas deliciosas partes jugosas y bien sazonadas... Retiré con un golpe las manos de Donghae que aún seguían en mi cuerpo, y me aparté unos buenos centímetros de él. Este no era momento para pensar en comida, o para dejarme aturdir por las hormonas que me hacían actuar como Bambi.
-No tienes que preocuparte por mí -respondí de mala gana-, solo déjame estar con tu sobrina esta noche y prometo no volver a molestarte jamás.
-Bien -estuvo de acuerdo-. Recuerda mantener tu palabra.
-Lo haré.
Antes de que se hiciera a un lado, y me dejara pasar, me tomó de la cintura abruptamente. Llevó una de sus manos detrás de mi nuca y pronto sus labios estuvieron sobre los míos. Poseyendo todo, devorando y conquistando nuevas tierras.
Estaba tan aturdida que no supe lo que pasaba hasta que sentí su lengua tratando de deslizarse sobre la mía.
Su boca ejerciendo presión en un beso tan salvaje que pensé por un momento que me ahogaría.
Me agarré a sus brazos y dejé que mis caderas chocaran contra las suyas por un breve instante. Eso fue suficiente para escucharlo gruñir desde el fondo de su garganta. Sus manos viajaron hasta mi trasero y me acomodó en la posición perfecta para que mi cuerpo sintiera el suyo a la perfección.
Me soltó con la misma rapidez con la que había comenzado el beso; se relamió los labios y me sonrió como sólo él sabía hacerlo.
Bastardo. Había extrañado horriblemente besarlo.
-Alguien me contó que ya encontraste mi reemplazo -susurró tan cerca de mi boca-. Hablas de cómo fui muy cruel y todo un canalla que, en la misma semana que terminé con tu prima, ya me encontraba suplantándola contigo, cuando en realidad tú estás haciendo exactamente lo mismo conmigo en estos momentos.
-¿Y tú? Hablas de cómo tengo que confiar más en ti, pero ni siquiera estás confiando en mí. ¿De verdad crees en las cosas que dijo Marie? Porque ella te lo debe haber dicho, ¿cierto?
-¿Estás saliendo con alguien más, _____?
-¿Estás celoso?
Estrelló su puño contra la puerta.
-¡Solo responde a la pregunta!
Aparté la vista de su rostro.
¿Por qué actuaba de esta forma?
En un momento se ponía receloso conmigo, prohibiéndome el paso a su departamento; y al siguiente minuto estaba besándome y devorándome como nunca lo había hecho.
Aggh, estaba rodeada de bipolares.
-Claro que estoy saliendo con alguien más -respondí-. Rita y yo salimos todo el tiempo.
-Sabes que no es eso lo que estoy preguntando. ¿Estás saliendo con otro chico? ¿Sí o no?
-No. ¿Contento?
Toda la tensión que Donghae estaba manteniendo, se esfumó.
-Marie me dejó una invitación para su fiesta -cambió de tema bruscamente-. ¿Quieres decirle que ni aunque estuviera loco iría con ella?
Resoplé.
-Pues vas a tener que darle las malas noticias tú solo. Ni en un millón de años pienso respirar su mismo aire, mucho menos ir a su fiesta.
Él suspiró audiblemente.
Se apartó finalmente de la puerta y me dejó entrar a su departamento.
-Perfecto, entonces.
~ ~ ~ ~ ~
-¡Tienes que conocer a Carlo! -gritó Nicole cuando me senté junto a ella en el suelo de la sala-. Donghae, sácalo de tu cuarto, deja que conozca a _____.
Ella tenía en brazos al espantoso zorrillo de cola peluda. La niña acariciaba la franja blanca del animal con sus pequeños dedos con uñas pintadas de color rosa pálido.
Donghae hizo exactamente como la pequeña le dijo, y se movilizó en dirección a su dormitorio. Ni siquiera me dio un segundo vistazo cuando entré.
Su abuela, desde la cocina, me había lanzado una mirada cómplice. Seguramente vio los rojos e hinchados que Donghae y yo teníamos los labios.
La vergüenza me carcomió durante un minuto completo.
-Cuando sea grande seré veterinaria -dijo de repente Nicole.
-¿Quieres cuidar a los animales? -le pregunté mientras recogía del suelo una colilla de cigarro y la apartaba para que ella no fuera a verla.
No sabía que Donghae fumaba. Si no era él entonces tenía que ser la odiosa de Hyorin.
-Sí. Quiero cuidarlos a todos, hasta los más feos. Pienso que ellos lastiman menos que las personas, y aunque no hablan, su gratitud es más sincera que la de algunos humanos.
Dejé de esconder las colillas y me quedé viéndola fijamente mientras acariciaba el lomo del animal.
Mis ojos comenzaron a nublarse, ¿qué rayos pasaba conmigo y con todas esas estúpidas lágrimas? ¿Acaso no podían apagarse ni por un segundo?
-______... ¿a ti no te asusta verme? -dijo con una pequeña voz-. Porque escuché lo que dijo esa chica cuando salió de aquí, mencionó que yo debería usar una máscara. Él tío Donghae siempre me dice que no debo esconderme pero yo...
-Esa chica estaba loca -la interrumpí-. No la escuches jamás, no sabe lo que dice. Verás, aunque no lo creas, ella tiene una cola de pato que esconde muy bien debajo de la ropa.
Sus ojos verdes se alzaron para encontrarse con los míos.
-¿Una cola?
Asentí con la cabeza.
-Sí, nació con una cola enorme, es más, ni siquiera parece de pato; es como de dragón.
Ella me sonrió.
-Noté que sacaba mucho los cachetes -dijo señalando hacia su trasero- ¿era por eso?
Asentí seriamente.
-Oh, sí. Trata de esconderla dentro del pantalón, pero si te fijas bien, la vas a ver moviéndose.
-No sabía que existía gente con colas.
-Es que las colas le salen a las personas con mal corazón, como ella. También comienzan a escupir fuego...
-¡Escuché al tío Donghae mencionar que ella tenía una lengua venenosa! ¿Será que eso hace que el fuego salga de su boca?
-Definitivamente -le guiñé un ojo-. Y escucha una cosa: tú nunca tienes porqué esconderte. Los únicos que se esconden son la gente con vergonzosas colas... A menos que tengas una cola por ahí y no me hayas dicho, ¿tienes una?
-No, para nada -se rió.
-Bien. Recuerda que eres hermosa en más de un sentido; no dejes que la gente diga lo contrario. No te escondas.
Ella me sonrió, casi sonrosada.
-Gracias _____, el tío Donghae debería casarse contigo.
Ni siquiera pude responder a eso ya que, sin darme cuenta, a los pocos segundos, tenía a un enorme y peludo animal lamiéndome el rostro.
Supongo que este era Carlo, un Golden Retriever de pelo amarillo y blanco, con una corpulencia increíble.
Como estaba sentada, se abalanzó sobre mis piernas y se paró en dos patas para olisquear mi cabello. Era más alto que yo, pero si estuviera de pie probablemente me llegaría a la cintura.
-¡Carlo, detente! Tenemos visitas -chilló Nicole.
Carlo seguía revolviendo mi pelo con su hocico, su lengua repasaba mi frente una y otra vez. Yo gritaba con fuerza mientras pedía que alguien lo bajara de mis piernas.
Donghae apareció detrás de él y lo agarró de la correa que envolvía su cuello. Finalmente el perro dejó de lamerme y se interesó repentinamente en Steve, le empezó a gruñir y en menos de un minuto ya lo estaba persiguiendo por todo el departamento, zafándose del agarre de su dueño.
-¡Ahora entiendes porqué quería regalar a ese zorrillo! -le dijo él a su abuela quien recién se nos unió en la sala.
-Ay, ya. No seas malhumorado. Los dos se llevan de maravilla -le respondió ella.
Donghae solo resopló y fue detrás de Carlo.
Durante la cena, todo había ido remotamente bien. Donghae no volvió a dirigirme la palabra desde que entré a su departamento, y no continuó haciéndome preguntas posesivas acerca de supuestos novios que Marie probablemente inventó que yo tenía.
Nicole me enseñó su álbum con imágenes de mariposas, y me regaló una de color dorado. Su abuela, la señora Gertrude (o Gerty, como me hacía llamarla) me contó historias vergonzosas de Donghae cuando era bebé y en su familia lo vestían con un trajecito de conejo (he ahí su miedo irracional por los conejos... En serio, Lee Donghae le tiene miedo a los conejos, creo que me lo confesó cuando se le ocurrió la idea de acosarme con mensajes de texto y escribir sus secretos. Si no me equivocaba era el secreto# 13).
-Y cuéntame ______, ¿estudias? -me preguntó casualmente Gerty mientras continuábamos pasando fotos de un Donghae más joven, con menos musculatura y con un claro indicio de sobre mordida.
-Empiezo clases este semestre en la universidad -anuncié alegremente. Susan ya había ingresado mis papeles y me ayudó a prepararme para el riguroso examen de admisión que debía tomar la otra semana.
-Te felicito, ¿qué piensas estudiar? -me entregó una foto de Donghae cuando era niño, estaba abrazando a una hermosa mujer de cabello marrón y de ojos verdes idénticos a los de él. El parecido era increíble. Debía ser su mamá.
De fondo tenían la playa y ambos sonreían para la cámara.
No entendía el por qué la señora Gertrude me estaba enseñando estas fotografías, Donghae y yo claramente nos encontrábamos distanciados. Él seguía evitándome y yo continuaba fingiendo que ver esa etapa en donde era niño no me afectaba horriblemente.
-Me integré al programa de Historia del Arte -dije, recordando la pregunta inicial que me había hecho.
Tomé la siguiente foto y vi a dos niños, uno más alto que el otro, peleando con espadas laser. Él debía ser el hermano de Donghae, ambos eran idénticos, casi gemelos, con los mismos ojos verdes y exactamente el mismo cabello negro.
Me quedé muda por un momento.
-¡Ese es mi papi! Míralo _____ -chilló Nicole detrás de mi hombro, pegué un brinco ante el susto que me dio cuando apareció tan repentinamente-. ¿Verdad que se parece mucho al tío Donghae? Él ya murió pero era así de apuesto.
Al otro lado de la habitación, Donghae se tensó.
Lo vi levantarse e instantáneamente me quitó la foto y el álbum entero.
-¡Oye! -protestó su abuela-. Lo estábamos viend...
-Ya es tarde -interrumpió él-, es hora de que ______ regrese a su casa.
-¿No se puede quedar a dormir solo por hoy? -rogó Nicole.
-No.
Él me tomó del brazo con un poco de brusquedad, y me obligó a levantarme del sofá, haciendo que algunas de las fotos que mantenía en mi regazo cayeran dispersas al suelo.
-_____, necesitas irte ahora -me arrastró unos cuantos pasos antes de que su sobrina tomara mi mano libre y me empujara de su lado.
-¡Espera! No te la lleves, quiero invitarla a venir este fin de semana... vamos a dejar a Steve con una familia que vive en el campo...
-Ella no puede ir -respondió Donghae por mí.
-Ella tiene voz propia -dije, enojada y furiosa por cómo me estaba tratando.
-Ella no la usa muy a menudo, al menos no para pelear por las cosas correctas.
Fruncí el ceño.
-Ni ella ni yo sabemos de qué estás hablando -grité.
Él volvió a su labor de arrastrarme por el departamento, haciendo que Nicole me soltara, pero en vez de dirigirme a la puerta como yo creía, me llevó en dirección a su habitación.
-Hablaré con ____ por unos momentos, que nadie nos moleste -dijo por sobre mi hombro.
Me metió en su dormitorio y cerró detrás de mí.
-¿Qué piensas que estás haciendo? -gruñí soltándome de su agarre.
-Ahorrándote un mundo de problemas. ¿Tienes cómo llegar a tu casa?
-Sí. Le pediré a uno de mis tantos novios que me lleve -respondí mordazmente.
Me giré hacia la puerta y estaba por tomar la manija, cuando Donghae pasó su brazo sobre mi cintura, impidiendo que me alejara de él, pegando mi espalda contra su pecho.
-Dijiste que viniste a hablar conmigo -susurró en mi oído- ¿qué querías decirme? Dilo.
Me puse nerviosa. Ni siquiera recordaba para qué había venido a verlo.
-Yo quería...
-Te escucho.
-Yo... solo vine porque quería saber cómo estabas.
-Destrozado -respondió fácilmente.
-Todo lo que me contaste ese día... lo de tus padres... yo...
-Por favor no sientas lástima por mí.
-No es lástima; es que me preocupo por ti.
-No lo hagas -lentamente me dio la vuelta para que nuestros rostros quedaran uno frente al otro-, te estoy haciendo un favor al alejarte de mí. Te dije, desde antes, que conmigo no hay finales felices.
-Y yo recuerdo decirte que los finales felices están sobrevalorados.
-¿Quién no querría un final feliz, ______?
-Para empezar -le dije- nadie quiere un final.
Sus ojos se deslizaron por cada segmento de mi rostro, deteniéndose fijamente en mis labios.
Me los lamí, sintiéndolos secos tan de repente.
Después de eso ninguno de los dos habló, hasta que finalmente él dijo:
-Buenas noches ______. Es mejor que te vayas antes de que sea muy tarde.
Pero ya era tarde. Cada onza de mi cuerpo sabía que ya había perdido a Donghae. Estaba demasiado lejos de recuperarlo.
-Buenas noches Donghae.
Me sentía herida mientras dejaba que él me tomara de la mano y me dirigiera hacia la puerta de su dormitorio para poder despedirme de la niña y de su abuela.
No entendía por qué me trataba de esta forma. Tuve que haber hecho algo muy malo para que reaccionara así.
Lo detuve a solo unos pasos de abrir y lo forcé a bajar la mirada.
Mis ojos se fueron directamente hacia su boca.
-Solo una cosa más -susurré.
Me elevé sobre las puntas de mis pies y alcancé su mejilla con mi mano; le deposité un beso en los labios y luego acaricié su mandíbula.
Me separé rápidamente.
-¿Y eso por qué fue? -preguntó.
Su vista se alternaba entre mis labios y mis ojos.
-Eso fue... fue por todo -aunque no debería estar alimentando mi tortura, y sí, él se había portado como un idiota por estar corriéndome de su departamento, pero
más que todo lo hice para mi beneficio. Porque quería saborear su piel una última vez, porque quería besarlo sabiendo que este era nuestro beso de despedida. Porque simple y sencillamente lo echaba de menos.
Lentamente las manos de él fueron a parar a mi cintura, sujetándome con la fuerza necesaria como para sostenerme en pie y al mismo tiempo comprobar que yo era real y no un producto de su imaginación... o al menos así se sintió para mí.
-Nena... -murmuró contra mi mejilla, no quedaba espacio desperdiciado entre los dos-, te estoy dejando ser libre y tú solo insistes en volver a entrar a la boca del lobo.
-¿Ya no vampiro entonces? ¿Ahora eres lobo? -dije bromeando para aligerar el ambiente.
-Ninguno. A veces me considero algo peor. No deberías ser tan amable conmigo al ver la forma en la que te trato, mereces a alguien mejor -con sus dedos acarició mi mejilla, mis labios.
-Entonces deja de tratarme así -sollocé sintiéndome cansada de todo esto-, deja de decir que no eres el indicado para mí y comienza a trabajar para serlo.
-No entiendes. Estoy demasiado quebrado hasta el punto donde no hay reparo. Temo hacerte daño o decepcionarte a ti también. Quiero protegerte pero siento que te me escapas de las manos, te quiero tanto que tengo miedo de echarlo a perder como todo lo que he echado a perder en la vida. No quiero esconderte nada pero debo, a la vez, esconderte todo.
Mis ojos se humedecieron ante sus palabras.
-¿Me quieres tanto como para apartarme? -eso no tenía lógica.
-Te quiero lo suficiente como para saber que yo no soy el indicado para ti.
-Estás loco -sollocé un poco más. No quería verme tan débil y afectada frente a él así que me prometí silenciosamente no llorar-. Será mejor que me vaya entonces.
-De acuerdo -dijo pero no hizo el mínimo esfuerzo por separarse de mí.
-Pero antes... solo quiero...
-Lo que pidas. ¿Qué es?
-Quiero un último beso.
-______...
-Dijiste que lo harías eterno, ¿recuerdas? Ahora tienes la oportunidad de hacerlo. Hazlo.
Abrió su boca pero al instante la cerró, lamiéndose los labios y buscando en mis ojos alguna señal para detenerse. No le di ninguna.
No puse distancia cuando su frente se pegó contra la mía; tampoco me resistí cuando él me atrajo lentamente a su cuerpo, o cuando me respiró en la boca, tan cerca de besarme pero a la vez tratando de ir lento para saborear el momento.
Sus labios descendieron a los míos y fue como si aquello que estuvo muriendo en mi interior durante toda la semana pasada, ahora volviera a la vida.
Su boca se movió con facilidad contra la mía, saludándose, reconociéndose, entregándose, amándose tan lenta y deliciosamente que casi me hace estallar la sensación.
Mis manos se enroscaron en su cuello, y los dedos de mis pies se retorcieron de la felicidad. Solo en ese momento me di cuenta que mis piernas estaban en el aire, sosteniéndome únicamente gracias al cuerpo de Donghae.
Su boca seguía pegada a la mía, saboreando todo a su paso de una manera lenta y sensual.
-¿Estás segura de querer esto? -murmuró despegándose por un momento de mi boca.
Respondí devolviéndole el beso con fuerza; con un poco más de urgencia y de manera necesitada.
Lo sentí caminar conmigo a cuestas y supe que me estaba llevando a la cama detrás de nosotros. Nuestro beso pasó de inocente, a algo más ardiente.
Me acostó sin romper el beso, sus codos sosteniendo su peso, su cabello que tocaba mi frente, su barba raspando mi nariz y mejillas mientras continuábamos besándonos.
De pronto él asomó su lengua, cepillando mi labio inferior; le concedí la entrada a mi boca y la sensación de calor aumentó dentro de mi piel.
Sentí su mano tocando mi mentón, moviendo mi cabeza en posiciones revertidas para que su lengua tocara los puntos perfectos de mi paladar. Me retorcí debajo de él y jadeé de placer.
Rápidamente su mano continuó bajando hasta mi cuello, después se deslizó sobre mi clavícula, se detuvo en mis pechos y ahuecó uno con sus manos, sobre la tela de mi camiseta. Volví a retorcerme, apartándome de su boca para encontrar aire.
Su dedo pulgar frotó unas tres veces antes de que perdiera el control y jadeara fuertemente.
Su boca regresó a la mía, excavando más profundamente y repasando su lengua sobre mis labios.
Su mano no se quedó mucho tiempo en la parte superior, se movió con confianza y con agilidad sobre mi estómago (en donde mis mariposas se habían salido de control y hacían estragos con mis nervios sensibles), luego bajó a mi vientre, levantando mi camiseta sobre mi cabeza y quitándola. La lanzó al suelo y le dio una larga mirada a mi cuerpo antes de abalanzar de nuevo su boca sobre la mía, devorándome con renovadas ganas; sentía sus dedos sobre mi piel, apretando y amasando a su gusto.
Su boca se movió sobre mi vientre, sus manos sobre mis pechos, todo se mezclaba para crear esta armonía para la canción perfecta.
Regresó a mis labios y continuó besando, mordiendo juguetonamente; su mano bajó sobre mi estómago y pronto estuvo sobre la cima de mi pantalón. Sutilmente desabrochó el único botón y bajó el cierre con planeada lentitud.
Volví a gemir. Ni siquiera me reconocía a mí misma en ese momento, sonaba... necesitada.
Escuché a Donghae gruñir y continuó bajando el cierre para después perder su mano dentro de mi pantalón.
Suspiré y arqueé la espalda.
Sus dedos no tardaron en moverse dentro de mi ropa interior. Me mordí el labio, dándome cuenta que Donghae ya no estaba besándome sino que ahora su cabeza descansaba en el hueco de mi cuello, mordisqueando la piel en esa zona, bajando hacia mis pechos y depositando besos. Mis manos apretaban sus brazos y comencé a mover mis caderas al ritmo en el que él estaba moviendo sus dedos dentro de mí.
Una capa de sudor se acumuló en mi cuerpo entero, me arqueé varias veces y en mi mente suplicaba que parara, y a la vez que fuera más rápido.
Mis sentidos estaban en conflicto.
Lentamente dejé de pensar y me concentré en los dedos de Donghae haciendo círculos y yendo lento pero fuerte y decidido a la vez.
Algo empezó a comprimirse en mi interior, apretándose y tensándose, construyéndose sin poder evitarlo.
Toda la lujuria acumulándose para este momento.
Antes de poder gritar, Donghae cubrió mi boca con la suya y ahogó mis gemidos sin sentido y una versión distorsionada de su nombre. Mi corazón se aceleró, mi espalda permaneció arqueada por unos segundos, y no podía sentir las piernas.
No sé cuánto tiempo pasó, ni siquiera sentí cuándo Donghae retiró sus dedos. Solo supe que jadeaba menos que antes y que mi pecho subía y bajaba con intensidad.
Después de unos minutos de la inconsciencia, y de sentirme extremadamente liviana y lánguida, recordé dónde estaba y, lo que era más importante, quién estaba al otro lado de esta habitación, en la sala.
Me aparté de Donghae y me senté de golpe. La vergüenza me invadió tornando mis mejillas al rojo vivo.
Yo... yo había... en el departamento de Donghae... con su abuela y su sobrina a tan solo unos metros de distancia...
Me puse de pie rápidamente y, con la misma velocidad, me caí al suelo.
Donghae se levantó detrás de mí y se sentó cerca de donde había caído. Se miraba diferente, como si ahora me mirara con nuevos ojos.
Qué vergüenza. Yo tenía un poco más de sentido común, pero al parecer éste se había quedado mudo hace un momento atrás, cuando más lo necesitaba, dejando que un "Aaaaaaaaddd...mmmmmm" ocupara su lugar.
Me aparté el pelo de la cara, y fingiendo dignidad me senté con las piernas cruzadas, mirando a Donghae sin rehuir de sus ojos verdes.
-Eso fue... -comenzó él a decir- increíble.
La sangre en mis mejillas quemó con su rubor.
Pronto noté que mi camisa estaba tirada en alguna parte del suelo, me movilicé a buscarla pero no la pude encontrar. Me arrodillé e incluso miré debajo de la cama.
-¿Buscas esto? -preguntó Donghae de forma divertida.
Él tenía mi camiseta en sus manos.
-No es divertido -me puse de pie y limpié mis manos con la tela del pantalón. Me crucé de brazos, tratando de tapar mi breve desnudez -. Dámela.
-Ven aquí por ella -se movió unos cuantos pasos atrás y agitó la camisa frente a mí.
Tarado.
Me acerqué hacia él, rodando mis ojos y suspirando teatralmente. Extendí mi mano para que me la diera pero rápidamente escondió la camiseta detrás de su espalda.
-Donghae.dame.esa.camiseta.
¿Qué acaso no entendía que su familia estaba prácticamente al otro lado de esa puerta? Y con todo el ruido que hice... ¡Aggg! Yo era todo un caos.
Me acerqué una vez más a Donghae, pero en vez de extender la mano, corrí para tirármele encima.
Lo golpeé unas pocas veces en el pecho y creo que le mordí la oreja.
-¡_____! -gritaba él tratando de bajarme.
-¡Mi camiseta!
Finalmente la recuperé y di un grito de victoria.
Todavía estaba sobre Donghae, pero de alguna forma terminé en su espalda, sujetando mis piernas alrededor de su cintura, con mi frente sudada por el esfuerzo, y con el cabello revuelto y pegado a los costados de mi cuello.
La puerta del dormitorio se abrió repentinamente. Al otro lado se encontraba Nicole, con los brazos en jarra y con un puchero que le sobresaltaba la boca.
Agrandé los ojos al verla, y caí de trasero al suelo cuando intenté separarme de su tío.
-Nicole... dije que nadie podía entrar a mi habitación.
Rápidamente me puse la camiseta. Nerviosa y con mayor vergüenza que antes.
Qué vergüenza. Qué vergüenza. Qué vergüenza.
Nicole dirigió sus ojitos verdes de uno hacia el otro. Mirándonos con picardía.
Me mordí el labio.
-Ya sé lo que ocurre aquí -dijo lentamente, examinando la escena a su alrededor.
-No es lo que crees -me apresuré a decir. Estaba nerviosa.
-Claro que sé qué pasa -reafirmó- ¡Ustedes se van a duchar! Eso significa que van a dejar de estar enojados el uno con el otro. ¡Tío Donghae, ahora sí vas a continuar cantando conmigo las canciones de Selena!
-Nicole, ve a la cocina -le dijo Donghae.
-Pero yo quiero ver qué pasa... la abuela no me deja ver qué sigue después de que la gente se quita la ropa para bañarse...
-¡Nicole Alexandra Lee, ve a la cocina inmediatamente!
La niña agachó la cabeza y se dio media vuelta, caminando entristecida.
-Nunca me dejas jugar con ustedes -murmuró mientras se iba.
-No seas tan malo con ella -dije en su defensa.
Donghae me dio una mirada extraña que me hizo guardar silencio.
Lentamente se acercó hacia mí, como un puma examinando a su presa.
Se puso por detrás de mi oreja y susurró con voz melosa:
-Te pusiste la camisa al revés.
Bajé la cabeza para comprobar si eran visibles las costuras, y sí, tenía la camisa al revés.
-Grandioso -me quejé.
-Y... tienes el cierre del pantalón todavía abajo.
Genial.
~ ~ ~ ~ ~
El fin de semana se acercaba peligrosamente, la fiesta de Marie estaba a un paso de hacerse.
Ella me hizo recordatorios extraños acerca de su cumpleaños durante todos estos días; como por ejemplo: me envió un vestido blanco con encaje. Un día después mandó los zapatos y hoy recibí un paquete frente a la puerta de mi casa, era una máscara elaborada que cubría la mitad del rostro, de color blanco y con los mismos detalles de encaje que el vestido.
No entendía muy bien para qué los mandaba pero si por un momento ella pensó que iría a su fiesta, estaba equivocada.
Simplemente almacené en mi habitación lo que ella me enviaba mientras buscaba la forma de devolvérselo.
Cada día era un nuevo reto para mí, en especial cuando echaba de menos al bastardo arrogante que me enojó la otra noche. No me había llamado durante los siguientes tres días desde que fui a su departamento, y yo no volví a buscarlo como idiota para suplicarle por más.
Pero prometí dejarlo en paz y no volver a buscarlo, así que eso era lo que había estado haciendo. Evitándolo.
Solo esperaba que el dolor se pasara rápido. Ojala existieran pastillas para acelerar el proceso, pero mientras no las hubieran, tendría que conformarme pensando en que el tiempo lo curaría todo.
Empezaba a odiar a Donghae.
-La jefa quiere hablar contigo en su oficina -fue lo primero que me dijo Mindy cuando entré por la puerta de la librería a la mañana siguiente de mi tercer día de agonía.
-¿Sabes para qué es?
Ella me miró con la boca abierta durante unos segundos, y entonces respondió:
-Ni idea.
Masticó algo que parecía ser goma de mascar, e hizo estallar una burbuja rosada que se pegó en el piercing tipo argolla en su labio.
Intentó limpiar el desastre con su lengua, dejando saliva en su barbilla.
-Oye, ¿estás interesada en comprar una tortuga? -me preguntó una vez que retiró el chicle pegajoso y volvió a llevárselo a la boca. Su voz misma era capaz de inducir sueño, hablaba como si estuviera aburrida y a punto de dormirse-, es que creo que soy alérgica a la mía.
-¿Se puede ser alérgico a las tortugas? -pregunté, incrédula.
Ella se encogió de hombros.
-Tengo comezón en los brazos cuando está cerca... así que sí, creo que soy alérgica a ella.
-Lo tendré que pensar. Ni si quiera tengo un lugar propio para llevarla a vivir conmigo.
-Oh. Mi compañera de cuarto se va a mudar la próxima semana, me va a dejar abandonada así que hay una vacante en mi departamento por si quieres unirte.
-¿En serio? Eso sería grandioso. ¿Cuánto tendría que pagar?
-No lo sé, nos dividimos los gastos entre tres porque también hay otra chica alquilando la habitación de al lado. Ella es rara pero puede agradarte. Te doy después la dirección para que te des una vuelta por ahí y me dices si estás interesada.
-Gracias -respondí. Ella se despidió con la mano y se dirigió al escaparate en donde Shio y Romeo decoraban para presentar los nuevos libros del mes. Colocaban plumas azules y colgaban pequeños dibujos simulando alas de ángel.
Shio me dio un saludo alegre con la mano y Romeo asintió en mi dirección. Ya me estaba acostumbrando a verlos como miembros adicionales de mi familia.
Y esa extraña chica de pelo morado/turquesa/rosado me había dado una solución a un problema que tenía pendiente: conseguir un lugar donde vivir para finalmente dejar la casa de papá, porque las paredes eran demasiado delgadas y cuando Susan se quedaba toda la noche, ni ella o papá dormían... tenía que cubrirme con una almohada y llenarme los oídos con música para contrarrestar los sonidos de ballena que salían de su dormitorio.
Era desagradable tener que lidiar con eso, ningún hijo debería ser capaz de escuchar la "llamada de apareamiento" de sus padres. Era asqueroso y vergonzoso.
-¿_____? Te necesito aquí, ¡rápido! -gritó Laura asomando su cabeza desde su oficina.
Me apresuré a llegar a su lado.
Desde que le admití hace unos días que lo de mi embarazo era mentira, ella dejó de darme el trato preferencial y comenzó a utilizarme como a los demás. Juraría que algunas veces me trataba peor.
-Siéntate -me ordenó.
Rápida y silenciosamente me senté.
Ella estaba pasando las páginas de una revista con vestidos de novia. Varias imágenes se encontraban marcadas con asteriscos de color naranja y breves comentarios escritos en rojo.
Laura levantó la vista una vez que me acomodé, y se apresuró a cerrar la revista.
-Quiero que te tomes todo el día de hoy para que me hagas un favor -comenzó-. El hijo de mi prometido vino ayer a la ciudad y quiero que lo lleves a pasear. Su nombre es Giulio y no conoce a nadie, yo no puedo sacarlo porque tengo una junta pendiente con una casa editorial y no la puedo posponer. Los gastos corren por mi cuenta.
Parpadeé sorprendida.
-Claro. ¿Puedo hacer una pregunta?
-Ya estás haciendo una.
Fruncí el ceño.
-¿Por qué yo? Creo que Shio es más divertida, debe conocer lugares más interesantes que yo. O Mindy. Creo que con ella no se aburriría.
-Mmmm, no. Pienso que tú serás más del agrado de Giulio. Él tiene gustos específicos en cuanto a sus chicas.
Parpadeé de nuevo.
¿Sus chicas?
-Él viene a la librería como a las dos de la tarde. Mientras tanto, ve a generar dinero para mí.
Asentí con la cabeza y me levanté de mi asiento sin decir una palabra.
-Ah, y una última cosa, ______. Giulio es italiano así que no lo vayas a llevar a comer pasta. Busca sitios más originales. Y... no vayas a usar el uniforme frente a él. Ponte algo de ropa bonita.
-Pero para eso tendría que ir a mi casa y...
-¿Sigues aquí? Hay gente que atender allá afuera, muévete. Ayuda a los chicos a terminar de decorar la vitrina con los nuevos productos del mes.
-Claro...
-¡Para ahora!
Salí de su oficina como conejito asustado.
¿De verdad me acaba de pedir que saliera en una cita con su hijastro?
Qué cosa tan rara.

Prohibido enamorarse de Lee Donghae(terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora