Cap.28

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PENULTIMO CAPITULO

Eso sólo puede significar una cosa

Me sentía muy rara. Como si estuviera enferma y mi cuerpo me avisara que se avecinaban cambios.
Me dolía el estómago y mi boca se sentía amarga.
Traté de incorporarme de la cama, apoyando mi peso en la mesita de noche de mi habitación.
Revisé el reloj digital a mi lado, faltaba una hora para mi clase de Apreciación del Arte.
Todavía no me acostumbraba a la universidad o a dedicarme a los estudios; una vez que te tomabas un año sabático para descansar, muy difícilmente regresas con ánimos de estudiar.
Pero este primer periodo estaba yendo bastante bien.
Conocí más gente de la que pensé conocer, y me sentí mejor estando rodeada de personas. Eso evitaba que el hoyo negro que me consumía en silencio se hiciera presente.
Pronto un retorcijón en mi estómago me sacó de mis pensamientos. Un líquido amargo subió por mi garganta, amenazando con salir disparado de mi boca.
Prácticamente salté de la cama y esperé a que las náuseas pasaran. Pero regresaron dos segundos después y esta vez no iba a poder contener las ganas de vomitar.
Salí corriendo en dirección al baño, y una vez allí, volqué todo el contenido de mi estómago en el retrete.
Cuando terminé me apoyé en la pared y miré mi pálido reflejo en el espejo. Estaba sudada y boqueaba como un pez bajo el agua.
Decidí en ese momento darme una ducha y probablemente llorar por Donghae como siempre hacía desde hace seis semanas. Se había convertido en una rutina diaria para mí.
No había vuelto a verlo desde entonces y ya lo echaba de menos, con fuerza, como si mi cuerpo lo necesitara para poder vivir.
Hace un tiempo me mantuve constantemente vagando por su edificio, pero ni los tipos de seguridad, ni Phillip, el portero, me dejaron llegar más lejos del elevador.
Incluso esperé a que Donghae saliera para poder hablar con él y tal vez darle una que otra cachetada, pero siempre se las arreglaba para no salir cuando yo me encontraba vigilándolo.
Le dejé notas con Phillip, e incluso le lancé un ultimátum. Pero Lee Donghae se había encerrado en él mismo, cargando con la muerte de Emilia, una niña que sufrió a tan corta edad.
Tampoco miré a Nicole o a su abuela en todo este tiempo; me sentía furiosa, indignada y dolida. Pero lo que más me importaba era hablar con él y decirle que lo amaba y que no quería dejarlo solo con esa gran carga pesada que llevaba a cuestas. Eso fue hasta la semana pasada, de ahí me vine abajo cuando uno de los guardias me dijo que "el señor Lee" se había mudado el día anterior.
Había un hoyo sangrante en donde antes palpitaba mi corazón; no podía creer que él me haya sacado con tanta facilidad de su vida.
Lo amaba. Pero ya no podía seguir esperándolo.
A fin de cuentas era mentira lo que decían acerca del amor: no podía superarlo todo. En especial cuando se trataba de traumas surgidos desde la niñez.
Lágrimas se agrupaban en mis ojos, soltándose sin mi permiso y con facilidad.
Por eso era malo enamorarse de forma tan profunda, uno siempre termina lastimado y con las alas rotas.
Acurrucándome en el suelo del baño lloré silenciosamente, hundiéndome en mi dolor hasta que nuevas náuseas me invadieron y tuve que vomitar otra vez.
~ ~ ~ ~ ~
-¡Chicas! Traje a alguien que quiero que conozcan.
Me encontraba preparando un sándwich en la cocina cuando la voz de Mindy interrumpió mi concentrado debate entre si debía ponerle jamón o salami.
Terminé eligiendo ambos.
Después de vomitar y retener poca comida durante esta mañana, me entró un hambre voraz por la tarde.
Shio, quien aún se encontraba usando pijama (a pesar de que eran cerca de las cuatro), bajó las escaleras y se encontró conmigo. Mordió una rodaja de salami que guardé en un contenedor plástico, y luego la dejó aparte, haciendo muecas en el proceso.
Mindy se reunió con nosotras. Su cabello, ahora de tonalidad fucsia, era como una llama de color en medio de tantos utensilios cromados.
-Apuesto que no adivinan a quién me encontré en una tienda -su voz sonaba animada. Eso era lo más despierta que la había escuchado desde que la conocí. Mindy siempre hablaba como si se estuviera muriendo de sueño.
-¿A quién encontraste? -preguntó Shio sirviéndose un tazón de cereal de chocolate-. No me digas que finalmente se cumplió tu sueño de conocer al chico que sale en las portadas de Obsidian.
Ella negó con la cabeza.
-Mejor. Me encontré con Ricky Martin.
Sonrió, satisfecha consigo misma.
-¿Viste a Ricky Martin en una tienda? -pregunté escéptica.
-¡Síííí! No me pude resistir y lo traje a casa conmigo -sacó sus manos de la espalda y nos mostró a un pequeño pero regordete hámster.
-Ese es un conejillo de indias, no Ricky Martin -se quejó Shio sorbiendo la leche del cereal con su cuchara.
-¿Que acaso no ven que tiene cara de llamarse Ricky Martin?
Ella dejó al hámster sobre la barra, en donde estaba preparando mi sándwich.
Miré al animal por un rato: peludo, de color café claro, y realmente gordito.
Lucía adorable.
-A mi me parece que tiene cara de llamarse Lucas -dije.
Shio ladeó la cabeza y observó al hámster con determinado interés.
-Estoy de acuerdo con ______ -dijo después de un rato-. Lucas le queda mejor.
-Pues ni modo. Ya lo bauticé con el nombre de Ricky Martin. ¡Oh, Ricky no muerdas ese salami! -ella agarró a Ricky y lo cargó en sus manos-. Tu debes comer solo semillas o concentrado para hámster. Por eso estás gordo.
Acarició su pelaje y dejó que el animal se acurrucara entre sus dedos.
-Le compré una jaula realmente bonita y le puse un cubo de calcio para que lo lama. También una rueda para que se ejercite.
-Sinceramente Mindy, te vendieron el hámster más gordo de la tienda -dijo Shio, apuntándola con su cuchara-. Ricky Martin está muy pasado de peso.
-Pues para que sepas, lo pienso poner a dieta, él comerá sólo vegetales de ahora en adelante.
Shio adoraba discutir con Mindy. Por lo general esta chica de pelo multicolor siempre traía a casa un nuevo animal. La semana pasada fue un pez dorado a quien llamó Estefano. Y la anterior a esa fue un lagarto bebé que se coló en mi bañera mientras la estaba usando.
Hice que se deshiciera de él inmediatamente.
-Mindy -dijo Shio- deberías dejar de traer animales a la casa. Pronto esto se va a convertir en un refugio de mascotas.
-Lo que pasa es que no te gusta Ricky Martin. ¡Lo odias! Por eso quieres que lo deje abandonado. No la escuches Ricky.
Shio rodó los ojos y me miró en busca de ayuda. Yo me encogí de hombros y me dispuse a morder mi sándwich.
-No odio a Ricky Martin. Sí, tiene ojos saltones y probablemente pese lo que un pavo debería de pesar, pero recuerda lo que le pasó a tu último hámster, Lucius. Rody se lo comió. Allá tú si quieres el mismo destino para Ricky Martin. Por cierto, ¿siempre vamos a tener que llamarlo por el nombre completo o qué?
Mindy resopló.
-Te dejaré llamarlo Ricky a cambio de algo.
-¿De qué?
-De que no te enojes porque le compré compañía.
Mindy fue corriendo a la sala y trajo consigo una cajita con varios orificios de la que sacó otro hámster. Este era de color blanco.
-Les presento a Shakira.
Shio rodó los ojos y empezaron otra discusión.
-¡Si Shakira y Ricky Martin comienzan a aparearse en mi cama, se los voy a dar a Rody de almuerzo! -gritó Shio, histérica.
-¿Cómo sabes que Shakira es hembra? Puede ser un macho.
-¡Estás advertida! Vas a tenerlos en jaulas y me niego a darles de comer.
Sonreí al verlas. Ambas eran grandes compañeras de habitación. Ellas siempre peleaban por los animales que traía Mindy a casa, pero en general esas dos eran buenas amigas (si obviábamos el hecho de que cada una nombraba sus pertenencias en el refrigerador. Ahora la salsa de tomate decía Mindy, y la salsa soya decía Shio).
La casa en la que vivíamos era de la difunta abuela de Mindy, y desde hace un par de semanas que me mudé con ellas.
Me dieron la bienvenida con un pastelito de fresa, e hicieron un recorrido por el perímetro de la propiedad.
Si Donghae era capaz de mudarse y no decirme nada, entonces yo haría lo mismo. Los únicos que sabían de mi decisión eran mis padres y Rita.
-¡______! ¿______? -Shio se puso frente a mí y me chasqueó los dedos. Presentía que ésta no era la primera vez que me llamaba.
-¿Sí? ¿qué? -regresé al presente y me obligué a no llorar frente a ellas al recordar lo mucho que me dolió enterarme que Donghae me había alejado de su lado, como si yo fuera una extraña.
-Te preguntaba si al fin Kyuhyun se animó a invitarte a salir.
Le sonreí incómodamente en respuesta.
Kyuhyun fue el gran amor de mi vida cuando estaba en sexto grado. Tuvimos una cita y hacíamos pareja en las tareas de la escuela. Volví a verlo en mi clase de historia universal, y él y yo nos mantenemos en contacto.
-Aun no me invita -dije finalmente.
Rita también me aconsejaba que de una vez por todas olvidara a Donghae.
Cuando le conté sobre Kyuhyun, ella me dijo que era la oportunidad perfecta para dejar sanar mi corazón.
Para mí todavía era demasiado reciente lo que pasé con él. Mis heridas seguían frescas, y el dolor era tan insoportable que algunas veces costaba demasiado respirar, o caminar, o parpadear.
Sinceramente Donghae salió huyendo como un cobarde; actuó sin sentido. Aún no entendía por qué me alejó tan abruptamente de su vida, cuando lo único que yo quería hacer era amarlo.
-Pues creo que Kyuhyun está a punto de invitarte -dijo Mindy, viendo fijamente por la ventana de la cocina-. Acaba de estacionar su auto enfrente.
Estaba a punto de darle otra mordida a mi sándwich, pero escuchar a Mindy detuvo mi mano en el aire.
Shio y yo nos comunicamos con los ojos y luego salimos corriendo para ponernos a la par de la pelirrosa.
Efectivamente, el auto de Kyuhyun estaba estacionado en nuestra acera. Y un muy guapo chico de cabello color rubio cenizo salió de un vehículo Honda.
Sabía a ciencia cierta que sus ojos eran azules y que olía a colonia varonil y pecaminosa.
Pero a pesar de lo guapo que era, todavía tenía sentimientos demasiado fuertes por otro chico totalmente opuesto a Kyuhyun. Un chico que resultó ser un bastardo que me dejó botada y que me apartó de su vida.
Después de ver cómo Kyuhyun se acercaba a la puerta principal y tocaba el timbre, noté que mi ropa era totalmente inadecuada para verlo. Llevaba un short diminuto y desteñido, junto con una camiseta de tirantes. Últimamente pasaba sofocándome del calor y trataba de mantenerme usando ropa cómoda.
Si quería tratar de darle un mensaje a él de que sólo éramos amigos, esta ropa diría lo contrario.
El timbre sonó de nuevo.
-¿Qué estás esperando? -dijo Shio palmeándome en el hombro-. Ve a abrirle a tu semental.
La fulminé con la mirada.
-Él no es mi semental; y no le abro porque tengo que ponerme otra cosa para usar.
-¿Qué tiene de malo lo que llevas puesto?
-¿Qué tiene de malo? -repetí-, pues que si quiero conservar a Kyuhyun como amigo, no puedo pasearme frente a él enseñándole mi ombligo.
Señalé la parte de mi vientre que quedaba descubierta gracias a la corta camiseta.
-Luces perfecta, créeme, ese tipo te va a soñar despierto toda su vida.
Shio me empujó en dirección a la puerta, y luego la abrió dejando que me las arreglara sola.
Kyuhyun sonrió ampliamente al verme. Sus ojos azules me recorrieron de los pies a la cabeza, y vi que tragaba saliva en más de una ocasión.
Pasó una eternidad antes de que se aclarara la garganta y me mirara de nuevo a los ojos.
-Hola -saludó tímidamente.
-Hola Kyuhyun. Pasa -me hice a un lado y dejé espacio para que entrara.
-Hola Shio, Mindy -las saludó también y ellas se sonrojaron.
Luego su atención estuvo de nuevo en mí.
-______, ¿cómo estás? Vine para ver si tenías el día libre, quería invitarte a dar un paseo conmigo.
Miré a Shio y a Mindy que aún permanecían viéndonos desde la cocina. Shio asintió enérgicamente con la cabeza.
-¿Sabes qué? -le dije a Kyuhyun-, claro que acepto. De hecho, hoy no tuve que trabajar porque mi jefa está haciendo algunas remodelaciones en el local. Reabrimos la otra semana.
-Perfecto. Entonces salgamos juntos.
-De acuerdo, ¿si sabías que podías habérmelo preguntado por teléfono, verdad?
Él me dio una sonrisa de campeonato.
-No hubiera sido tan divertido como venir en persona. Además, así puedo convencerte más rápido en caso de que digas que no.
Le sonreí también.
-Solo tengo que ponerme otra ropa y ya salgo -le aseguré.
Lo dejé en compañía de mis dos compañeras de habitación.
Mientras subía de dos en dos las escaleras, un mareo me sacudió con sorpresa. Me agarré al barandal y me quedé quieta por un momento esperando a que la casa dejara de dar vueltas.
Cuando me recuperé, me aseguré de ir más lento esta vez.
Me cambié de ropa, aunque no quería ponerme jeans porque me sudaban las piernas. El clima era demasiado caliente así que decidí conservar los shorts pero me cambié la blusa y me puse una que me cubriera más piel.
Peiné mi cabello marrón y usé un poco de mascara para resaltar el color gris de mis ojos.
Seguiría el consejo de mis amigas y me olvidaría de una vez por todas de Donghae, aunque intentar salir adelante significara dejar que una gran parte de mi corazón saltara de un precipicio.
Kyuhyun y yo caminamos desde la casa hasta un parque recreacional que existía cerca de la zona.
Me sorprendió que no quisiera llevar su auto, y cuando le pregunté el por qué, me dijo que era parte de su complicada estrategia para que pasáramos más tiempo juntos.
Esta vez no sentí la necesidad de recalcarle que éramos simplemente amigos.
-Oye, ¿has oído las noticias que se dicen de Min Woo? ¿Si recuerdas quién es Min Woo? -me preguntó mientras caminábamos y comíamos paletas heladas.
Lo miré boquiabierta sin saber qué decir. Kyuhyun conocía a Min Woo porque también llevó clases con él cuando éramos niños, pero recientemente no tenía ni idea de qué había sido de ese pervertido.
-Sí, lo recuerdo, ¿qué dicen de él?
-Se rumorea que intentó violar a la novia de un tipo rudo -me atraganté con el helado y comencé a toser-. ¿Estás bien?
Kyuhyun empezó a darme palmaditas en la espalda.
Asentí con la cabeza y le indiqué que continuara contándome qué pasó.
-Bueeeno. Dicen que el tipo se enteró y le dio una paliza enorme que le dejó la nariz torcida, pero eso no fue lo único.
-¿No fue lo único que le hizo?
-Nop. Ahora Min Woo tiene tatuado en la frente: lame pollas.
Él comenzó a reír pero para mí no fue tan gracioso. Esto era obra de Donghae, no había duda de eso.
-Imagínate -continuó Kyuhyun-, se lo tatuaron tan cerca de las cejas que es prácticamente imposible ocultarlo con una gorra o un sombrero. Tendría que dejarse crecer el cabello y hacerse un peinado femenino para poder taparlo.
-¿Y desde cuando sabes esto?
-Sucedió hace más de un mes. Pero si te soy sincero, él se lo merecía. Perdona que te lo diga, ya que ustedes fueron novios y eso, pero él nunca me inspiró confianza. Qué bueno que no te haya pasado a ti. Lo que Min Woo le hizo a esa chica tuvo que ser algo horrible porque supuestamente hasta la fecha de hoy, él no recuerda cómo terminó atado a una mesa en un bar gay fuera de la ciudad, con el tatuaje recién hecho.
-¿En un bar gay? -de pronto algo de la historia se me hizo familiar.
-Sí, es uno de esos lugares en los que se permiten los juegos sexuales. Esa noche había una temática de "mundo esclavo" o algo por el estilo. Así que, como él estaba atado, pensaron que era parte de la función. Lo peor de todo es que tenía tatuada la frente con un mensaje para nada favorable... ya te imaginaras lo que estuvieron haciendo con él toda la noche; pusieron en práctica, literalmente, lo que decía su tatuaje. Pobre...
-Ay... Dios... mío...
-Sí, pero bueno. A quien mal da, mal recibe.
-No puedo creerlo -murmuré todavía en shock-. ¿Y sabes dónde está él actualmente?
-Creo que ahora vive con un tío que tiene un serio trauma con los vampiros. No le ha ido muy bien. Ni tampoco al italiano que lo acompañaba esa noche.
-¿Al italiano? ¿Qué?
-Sí, mi amigo Pedro dice que conoce al tatuador, y que hubo dos chicos a los que tatuó en la frente esa noche. Pero como te dije, son rumores. Habría que ver a Min Woo para saber si es verdad lo que dicen.
-Yo creo que es totalmente cierto.
Miré por un momento a mi paleta que se estaba derritiendo, y sin poder evitarlo, comencé a reír con fuerza.
Kyuhyun me miró de reojo, pero no tardó mucho en echarse a reír también.
Dejé caer mi paleta y me sujeté a una pared porque mi risa loca no paraba.
Después de un rato logré detenerme.
-Sinceramente no lo lamento -dije con una enorme sonrisa que estuvo ausente durante semanas.
-Mucho menos yo. Me alegra que no estuvieras con ese loco cuando pasó.
No quise decirle la verdad. Sentía que nos pertenecía a Donghae y a mí, pero claro que podía divertirme a sus expensas.
-Y... hablando de novios... ¿tú tienes uno actualmente?
Negué con la cabeza.
-No. Soy una mujer libre.
-¿Entonces no voy a ofender a ningún ex novio celoso si hago esto?
Sorpresivamente, Kyuhyun se acercó a mi cara, inclinó su cuello, y pronto sus labios estuvieron sobre los míos.
No hice el intento de apartarlo. Sólo cerré los ojos y permití que me besara dulcemente, pero para ser realistas: él no era Donghae. Y aunque lo extrañara mucho, me obligué a olvidarme de él, y le puse empeño a este beso.
Si mi historia con Donghae se cerraba, entonces era momento de comenzar una nueva por mi cuenta.
Le daría a Kyuhyun la oportunidad de armar el rompecabezas en el que ahora se había convertido mi corazón.
~ ~ ~ ~ ~
Despertar a la mañana siguiente no fue fácil.
El olor a desinfectante para pisos que usaba Shio era demasiado fuerte y se metía por mis fosas nasales. Y eso, combinado con la lata de atún que comía Mindy en ese momento, no fueron las mejores combinaciones de olores.
Mi estómago se revolvió pero logré mantener su contenido adentro.
-Te preparé tostadas -dijo ella enseñándome un plato lleno-, y le agregué huevos revueltos que tanto te gustan.
Hice una mueca ante la comida.
-La verdad es que no tengo mucha hambre, ¿y si la dejamos para después?
-Oh, ustedes los delgados no aprecian un buen plato de comida -dijo Shio una vez que terminó de limpiar los pisos-. Yo le perdí el miedo a los carbohidratos hace mucho tiempo, dámelos. Los comeré por ________.
-Creo que me estoy enfermando -dije, llevé mi cabeza a la barra de la cocina y pegué mi frente contra la fría cerámica.
-Eso es por no comer. Mindy, deberías hacerle a _____ algo de tocino. Oh, y también algo de ese salmón que quedó de ayer.
Llevé una mano a mi estómago y lo apreté como si de esa forma fuera a evitar el vómito inminente que sentía venir.
-Todavía hay algo de pastel de chocolate por tu cumpleaños -habló Mindy desde la refrigeradora-. Lleva dos semanas pero nunca es demasiado tarde para comer algo de chocolate.
Eso fue suficiente, mi mano viajó automáticamente a mi boca y el familiar líquido espeso y amargo subió por mi garganta.
Corrí al baño más cercano y vomité con asco. No paraba de pensar en toda la comida que mencionaron Shio y Mindy sin que se me revolviera el estómago.
Sentí a las chicas venir detrás de mí y pararse a escasos centímetros de la puerta.
Una vez que terminé, descargué dos veces el servicio (así como ellas me habían enseñado a hacer) y luego me negué a ver cómo se perdía toda esa masa de color rosa por el inodoro.
No pude mantenerme de pie así que me senté en el suelo del baño.
-Oh por Dios... ¿sabes lo que es eso? -dijo Shio viendo con horror hacia mí.
Negué con la cabeza, tratando de recordar cualquier alimento que pudiera haber comido en esta semana y que me hiciera daño.
-¿Has tenido mareos? ¿Vómitos? ¿Náuseas y retorcijones en el estómago?
-Sí.
-Pues eso sólo puede significar una cosa.
-¿El qué?
-_____... es obvio, hasta para un niño de cinco años, saber que lo que tú tienes es gripe estomacal.
-¿Tú crees?
-Definitivamente. ¿Qué otra cosa sería sino?
~ ~ ~ ~ ~
-¿Vómitos? ¿Fiebre? ¿Mareos?
Miré el rostro de Rita: cabello marrón, lacio, labios proporcionados, y bonitos ojos color avellana. A ella se le formaban hoyuelos en las mejillas, y su mandíbula era un poco ovalada.
-Sí, Rita -dije en un instante. Shio la había llamado para averiguar qué era lo que me tenía mal. Aunque también llamó a mamá y ella prometió traer sopa de pollo; ante la sola mención de la sopa, mi estómago protestó y comenzó a revolverse. Parecía tener vida propia.
-Mmm... Eso significa una sola cosa.
Rita se quedó pensativa, viéndome desde una distancia segura en caso de que mis ganas de vomitar fueran tan fuertes que no pudiera llegar a tiempo al baño y tuviera que hacerlo en el suelo.
-¿Qué? ¿Verdad que es gripe estomacal? -preguntó Shio.
-No, yo creo que tiene algo ahí adentro. Hay vida creciendo en ese estómago -ella se acercó para acariciar mi vientre y luego se alejó lentamente dándome una sonrisa ladeada-. Sin dudas, ______, lo que tienes es un problema de lombrices.
Shio rodó los ojos.
Mindy abucheó mientras seguía acariciando a Ricky Martin y a Shakira, y Rita asentía sin parar.
-¿Estás diciendo que _____ tiene lombrices? -preguntó Shio, impaciente.
-Sí, y una muy grande.
Entonces ella rodó los ojos.
-¡Por favor! Lo de la gripe estomacal es algo más lógico, pero ¿lombrices?
-Sí, puede ser una lombriz solitaria.
-¿Lombriz solitaria? ¿Te estás escuchando?
-Según Google -dijo Mindy con su Smart Phone en la mano- dice que la lombriz solitaria puede ser ingerida si se beben o se comen alimentos que incluyan materia fecal. ¿Has comido algo que nosotras no sepamos, ______?
Arrugué la nariz, asqueada y con náuseas de nuevo.
Ahora la que se acercó fue Shio, con algo de vehemencia se puso a acariciar mi estómago y comenzó a hablar en chiquito:
-Hola señor lombriz. ¿Podría hacernos el favor y salir de la pancita de ______ para esta tarde? La mantiene enfermita.
-¡Shio! -grité-. No tengo lombrices. La única comida que he ingerido es la que se hace aquí.
-Oh, Mindy es la cocinera. ¿Mindy, te lavas las manos antes de preparar los alimentos? -preguntó discretamente.
-¿Qué estás...?
-Oh, sí las tiene -interrumpió Rita antes de que Mindy armara una gran pelea por algo pequeño.
-No tengo lombrices. Busquen qué hacer -gruñí, frustrada.
-¿Comiste carne descompuesta en estos días?
-Ayer probó salami. Y no es por nada, pero el salami me da asco -habló Shio.
-Lo mejor sería llevarla al doctor.
Ellas se pusieron a discutir en voz baja, y después de unos minutos se callaron y yo comencé a sentirme mejor.
Me relajé y por ende mi estómago también.
Las chicas hablaban entre sí, pasándose información sobre mi cita con Kyuhyun. Él me había invitado esta tarde al cine y yo le dije que sí.
Por una parte sentía que salía con él porque me gustaba, pero la otra parte me decía que sólo lo estaba haciendo por querer vengarme de Donghae, aunque sonaba estúpido sin el susodicho presente.
-¿_________? -esa fue Shio la que me llamó.
Yo me encontraba con los ojos cerrados y con la cabeza puesta en la almohada de mi cama.
-¿Qué? -arrastré las palabras.
-¿Ya sabes qué nombre le pondremos a tu lombriz?
-¡No es una lombriz!
-Tiene personalidad fuerte, como la de un Marco.
-Dejen de ponerle nombre a mi lombriz inexistente.
-¿Qué otra razón le encuentras a esos síntomas?
-¿Y por qué no los buscamos por internet? -sugirió Mindy.
Las tres estuvieron de acuerdo y usaron el teléfono de ella.
-Veamos: vómitos, mareos, dolor de estómago. ¿Cansancio? ¿Tienes cansancio, ______? -me preguntó ella.
Ahora que lo mencionaba, sí. Me sentía algo cansada, pero se lo retribuía al esfuerzo que me llevaba correr y vomitar en el baño.
-Listo. Según la página de Dr. Casero punto net, dice que puedes tener: Anemia, envenenamiento químico, envenenamiento por habas, posible exposición a la... Aiiish, esto no sirve de nada.
-Ya me siento bien -les dije para que dejaran de inventar enfermedades.
-¿Segura? Siempre es bueno darle una visita al médico -mencionó Rita.
-En especial si dicho médico es atractivo. Pero yo no tengo esa suerte -comentó Shio-. A mí sólo me coquetean los ancianos de doble moral...
Todas rodamos los ojos ante sus palabras.
-Bien, noto que todas están gruñonas. Me voy. Ah, y ______, tu mamá ya viene en camino.
Finalmente me dejaron sola y logré descansar unos minutos antes de que la llamativa presencia de mi madre entrara por esa puerta.
Ya no se dedicaba a estafar a la gente diciéndoles que era psíquica, pero siempre le gustaba vestirse llamativamente con colores brillantes y fuertes.
Ella se acostó a mi lado, en la cama, y comenzó sobar mi cabeza.
-Muy bien, pastelito de calabaza, dime qué te agobia.
-No era necesario que vinieras, ya me encuentro mejor. Mis compañeras son algo exageradas.
Me senté en la cama, abrazando mi almohada y apoyando la barbilla en su suave superficie.
-¿No has sabido nada de Donghae? -me preguntó ella.
Desvié mis ojos hacia la pared, tratando de que no se me echara de ver lo mucho que me dolía hablar de él.
-No. ¿Y tú? -dije finalmente.
Mamá negó con la cabeza.
-Nada. ¿Al fin me vas a contar qué ocurrió entre ustedes dos? Una relación tan sólida como la suya era difícil de romper.
-Aún no estoy lista para hablar de eso -dije suavemente.
Mis ojos comenzaron a nublarse y tuve que aclarar mi garganta para que mi voz no sonara extraña al hablar.
-Todavía no puedo creer que él se haya ido de esa forma. Creí que te amaba -insistió ella.
-Mamá, ya no quiero hablar de Donghae. Por favor déjalo ir.
Pero a pesar de haberle dicho que lo olvidara, yo aún no podía seguir adelante. La verdad era que nunca lo podría dejar de amar.
¿Era posible que existiera esta clase de amor, así de intenso?
Sin siquiera notarlo, lágrimas caían de mis ojos, haciendo borrosa mi visión y empañando la habitación a mi alrededor.
Todo sería distinto si tan solo tuviera a Donghae a mí lado.
-Oh, ¡calabaza! -chilló mamá, se acercó para abrazarme y sujetarme-. Deja de pensar en él. Mejor cuéntame si te hago alguna bebida especial para que te sientas mejor.
Sonreí y sollocé al mismo tiempo.
-¿Vas a prepararme algo que me haga decir la verdad otra vez? Nunca me dijiste qué fue lo que me diste esa vez.
Ella sonrió, besando la coronilla de mi cabeza.
-¿Sabes qué? No recuerdo muy bien qué le puse. Pero de lo que sí estoy segura, es que llevaba licor. Mucho, mucho licor.
Me reí con ella por un momento, hasta que las lágrimas de nuevo salieron de mis ojos. Les ordené que cesaran, pero nunca me obedecían, salían sin control.
Sollocé con fuerza, presionándome contra el hombro de mamá. Por mi nariz salía únicamente líquido. Probé la sal de mis lágrimas mientras éstas se deslizaban a través de la comisura de mi boca.
Mis hombros se movieron bruscamente y gemí involuntariamente en el cuello de mamá.
Ella me apretó más fuerte, siempre sobando mi cabeza.
-¿Puedes...? -mi voz comenzó a temblar- ¿Puedes hacer algo... algo que haga desaparecer el dolor? ¿Algo que evite que vuelva a enamorarme?
-Cariño, me temo que enamorarse es tan natural e inevitable como respirar. Es imposible no hacerlo.
Sollocé nuevamente.
-Lo odio. ¿Por qué me dejó? ¿Acaso yo no soy suficiente? -me alejé un poco del cuerpo de ella-. Dime, ¿soy tan poca cosa como para que me haya dejado ir de esta forma? Porque en estos momentos me siento como si fuera nada. Supongo que yo no valgo el esfuerzo.
-No, no, no. _______, deja de decir esas cosas. Cualquier chico estaría agradecido de tener a alguien como tú.
Negué con la cabeza.
-Lo dices porque eres mi mamá. Está en tu código genético decirlo.
Llevé una mano a mi mejilla y limpié los rastros de lágrimas que surcaban mi rostro. Pero no podía detenerme. Sencillamente dejé de luchar con el sentimiento.
-Basta de esto -me regañó ella-. Ahora mismo dejarás de pensar en él. Ni siquiera mencionaremos su nombre.
-Yo lo amaba... todavía lo hago -admití, avergonzada por sentirme de esa manera-. Por favor has que deje de doler.
Me acurruqué contra el cuello de mi madre, y ella continuó con el suave toque a mi cabeza.
Se mantuvo susurrando palabras tranquilizadoras que lo único que hicieron fue aumentar el hoyo negro que me consumía lentamente.
Muy pronto la escuché cantando This Never Happened Before, de Paul McCartney, una de sus canciones favoritas.
Eso hizo que llorara más fuerte.
¿Acaso ella no sabía que cuando consuelas a alguien no tienes por qué cantarle algo triste?
Finalmente dejó de cantar, y por lo tanto mis sollozos se hicieron más pasables.
Últimamente sólo me dedicaba a llorar como víctima y a acurrucarme en los rincones.
Odiaba sentirme de esa manera.
-Deja de atormentarte -ordenó mamá al ver que concentraba mi mirada y apretaba la mandíbula en señal de molestia-. Mejor cuéntame, ¿qué era lo que te estaba incomodando esta mañana? Tus amigas me dijeron que estabas vomitando y que te dolía el estómago.
-No fue nada grave. Ya me siento mejor.
-Mmm...
-Mmmm, ¿qué?
Mamá suspiró levemente.
-Déjame preguntarte una cosa, y no te vayas a enojar: ¿cuándo fue la última vez que menstruaste?
De pronto su pregunta llamó mi atención, abrió algo en mi interior.
Me quedé boquiabierta por un segundo.
-¿Qué? -logré decir al fin.
-________... hay un pequeñísima posibilidad de que estés...
Me aparté de su hombro inmediatamente.
-No, imposible. Cuando... -dudé. No quería decirle a mi mamá acerca de mi última relación sexual con Donghae-. Yo me estaba protegiendo, tomaba pastillas anticonceptivas.
-¿Cuánto tiempo tenías de tomarlas?
-Como... -hice una mueca tratando de recordar- dos días.
-¿Dos días? -dijo ella de manera sobresaltada.
Asentí, poniéndome de repente nerviosa por su reacción.
-¿Por qué?
-Calabaza, durante el primer mes que las tomas no hacen mucho efecto. En ese tiempo tienes que protegerte de otra forma a parte de esa.
-No, no, no, no...
Me levanté de la cama, paseando de un lado a otro, recordando esa fatídica noche.
Donghae no usó condón, y yo, al parecer, estaba tomando pastillas que tardarían en hacer efecto.
Cepillé mi cara con mis manos.
-No... -quería llorar-. Yo no puedo estar... No. Apenas acabo de cumplir diecinueve años... Empecé hasta hace poco tiempo a asistir a la universidad... Imposible.
-Cariño no te estreses. Iré hoy mismo a comprar una prueba de embarazo.
¡Y dijo la palabra con E!
Pero no, yo no podía estar... embarazada de un tipo al que no le importé nada.
Me negaba a creerlo.
No.
-Por favor, ve a comprarla, te lo ruego. Yo no... Mamá -mis ojos se humedecieron nuevamente-. No puedo estar embarazada en este momento. No puedo...
Ella se levantó de la cama con un movimiento grácil, y corrió a mi lado para abrazarme.
-Tranquila. Voy ahora y vuelvo en un parpadeo.
Me dio un último apretón, y salió corriendo fuera del cuarto.
Estaba a punto de echarme a llorar nuevamente cuando la cabeza de Shio se asomó por la puerta.
-Lo siento -dijo bajando la vista-. Queríamos ver si tu mamá lograba ponerte de mejor humor y venimos justo cuando decía que podías estar... Lo siento, escuchamos todo. Lo siento.
Detrás de ella aparecieron Rita y Mindy. Las tres me miraban con compasión.
No sabía si sentirme molesta con ellas o simplemente llorar en sus hombros.
No elegí ninguna de las dos opciones y simplemente me senté a orillas de la cama. Ni siquiera me había cambiado la ropa de dormir porque el día, aparentemente, recién comenzaba. Y vaya que comenzaba de una pésima manera.
-Nunca se nos ocurrió eso -admitió finalmente-. Pero quiero que sepas que si estás... ya sabes, embarazada, tu bebé tendrá a las dos mejores tías de todo el mundo. También tendrá a Mindy.
-¡Oye! -se quejó ella- ¿Por qué me excluyes de esa manera?
Rita la pellizcó con fuerza, y pronto las tres se callaron, evitando verme y haciendo ese momento más incómodo de lo que ya era.
Mamá apareció después de media hora, alegando que el taxista que la llevó a la farmacia era lento para conducir; finalmente extendió una bolsa plástica en mi dirección y me dijo que fuera al baño para orinar en la prueba.
Yo me encontraba nerviosa y extremadamente estresada.
Las manos me temblaban mientras sostenía la cajita en la que venía la respuesta a un gran enigma que cambiaría para siempre mi futuro.
Mis amigas se quedaron a mi lado y decidieron esperarme mientras yo corría al baño y rogaba porque la prueba fuera negativa.
Según la caja: si me marcaba una rayita, era negativo, pero si salían dos, era positivo.
Finalmente y después de cinco minutos, oriné en el palito plástico y esperé el resultado.
Estaba nerviosa. No podía creer que, de todas las personas, esto podía pasarme a mí.
Si tan solo hubiera sido un poco más responsable.
Llevé mis manos a mi vientre.
-Por favor, pequeño Noah, no te adelantes todavía -¿Pero qué estaba haciendo? ¿Hablándole como si en realidad estuviera en mi vientre? Me corregí inmediatamente-. ¡Estoy hablando con la lombriz!
Genial. Ahora estaba loca.
Suspiré y decidí sentarme en la tapadera del inodoro para esperar el tiempo suficiente.
Llevé mis rodillas hasta mi mentón, y luego apoyé la cabeza, decidida a no llorar fuera cual fuera el resultado.
Luego de diez minutos, las chicas (y mi mamá) no pudieron aguantar más las ganas de saber qué ocurría, y empezaron a tocar la puerta, distrayéndome de mis pensamientos.
-¡¿_______?! ¿Cómo salió la prueba? ¿Es positivo o negativo? -gritaron desde el otro lado de la puerta.
Me encogí de hombros y pegué aún más mi cabeza a mis rodillas.
Pronto comencé a entonar la canción que cantaba mamá hace un rato.
No quería salir por esa puerta todavía, no quería ver lo que marcaba esa estúpida paleta de plástico.
¿Una rayita? ¿Dos rayitas? Era absurdo.
Y más absurdo sería terminar embarazada y sin Donghae a mi lado para sobrellevar la situación.
Siguieron tocando la puerta pero yo me quedé echa una bola sobre la tapadera del sanitario.
-¿______?
Finalmente después de otros diez minutos decidí que era hora de afrontar la realidad. Este era el momento, tenía que hacerlo.
Mi vida estaba a punto de cambiar dentro de unos segundos más.
Lentamente tomé la prueba de embarazo desde donde la tenía localizada, sobre el mueble donde ponía las toallas.
Cerré los ojos y me afiancé a ese objeto como si fuera un salvavidas.
Abrí un ojo, después el otro. Entonces lo vi, vi la prueba y lo que mostraba.
Al principio no entendí qué significaba pero luego reaccioné y tomé la caja en la que venía para ver el significado de las rayitas.
Una raya: negativo.
Dos rayas: positivo.
El mundo quedó en silencio a mí alrededor.
Mi boca quedó abierta por varios segundos, sentí que mi alma dejaba mi cuerpo y solo quedaba el cascarón vacío.
De nuevo los golpes en la puerta me trajeron a la realidad y me levanté para abrir y dejarlas ver lo mismo que yo había visto.
No sentía mis pies, no sentía que parpadeaba lo suficiente.
Les mostré la prueba y ellas jadearon al unísono.
Rita arrugó la frente.
-¿Qué significa eso? -dijo tomando con cuidado la prueba.
-¿Y la caja? ¿______ qué la hiciste? ¿O nos dirás qué significa esa línea roja?
Mi voz sonó ronca cuando hablé y dije:
-Dio negativo.

Prohibido enamorarse de Lee Donghae(terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora