Cap.25

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Juguemos a perseguir al ratón

NARRA ______:

Había cientos de hormigas caminando por mi brazo derecho.
Las podía sentir a todas mientras subían y bajaban sin piedad; algunas incluso llegaban a morder mi piel. Entonces se volvió demasiado difícil seguir durmiendo y tuve que abrir los ojos.
Lo primero que noté fue que mi cara estaba hundida contra un suave colchón, enterrada entre sábanas de color celeste.
Lo segundo en que me fijé fue que las famosas hormigas que sentí durante mi sueño, eran pequeños calambres que me perforaban el brazo ya que había caído dormida sobre él. Me dolía todo el cuerpo, especialmente el vientre y mi zona íntima.
También me dolían los músculos de las piernas y de los brazos, era como si hubiera estado haciendo una mini maratón de ejercicio todo el día.
Me estiré un poco en la cama, haciendo que la sábana se arrugara y se pegara contra mi muslo, fue allí cuando noté la gran mancha roja que tenía ésta.
Me erguí en mi lugar, recordando repentinamente todo lo sucedido en las horas pasadas.
Donghae. Yo. Juntos en la cama.
Miré con vergüenza la mancha que difícilmente saldría si no corría a lavarla pronto.
En ese momento, Donghae decidió hacer acto de presencia.
Llevaba dos manzanas en la mano, junto con un jarro de cristal lleno de agua.
-¿Qué sucede? -preguntó alarmado al verme despierta- ¿Qué es?
La vergüenza me carcomía lentamente.
Intenté tapar lo mejor que pude las sábanas, pero tarde o temprano se iba a dar cuenta. Mejor decirle yo misma.
-Yo... creo que manché las sábanas.
Que se abra un hoyo en el suelo y me trague. O mejor, que se abra un portal a otra dimensión y me absorba.
-Tranquila -susurró él, se acercó hacia mí y me besó en la frente no sin antes envolverme en sus brazos- te traje pastillas por si dolía. Y algo de comida.
Más vergüenza. No sé por qué la pena, digo, lo acababa de ver desnudo y él también me vio desnuda a mí, hasta hace poco terminó de moverse dentro de mí, pero aquí estaba yo, avergonzada al máximo y sin saber qué decir.
-Come -me presionó con la manzana.
La tomé y le di una buena mordida. Pero yo seguía viendo la mancha que era un recordatorio de mi virginidad perdida.
-Prometo limpiarlas. Relájate -me dijo él. Finalmente asentí y estuve de acuerdo.
Ambos nos envolvimos en un abrazo y dejé que su piel se pusiera en contacto con la mía.
Me sentía tan maravillosamente adolorida.
Definitivamente iba a repetir esto con él... Y media hora después lo estábamos repitiendo.
Lo disfruté un poco más esta vez, pero aún le costaba a mi cuerpo acostumbrarse. Con algo de práctica lo iba a superar rápido.
-Nena -murmuró Donghae en mi oído, aún seguíamos unidos por las caderas y él continuaba moviéndose de arriba a abajo. Mi pelvis también se encontraba con la suya en cada embestida.
Bajó su ritmo para seguir hablándome al oído:
-Ya conté bien los lunares -dijo con dificultad. Tenía aprisionadas mis manos, sujetas más allá de mi cabeza. Mi espalda comenzaba a arquearse y gotas de sudor se deslizaban entre nuestros cuerpos-. No son veintitrés como te había dicho.
-¿Ah?
Continuó con el torturador ritmo lento.
-Son veintidós. Uno era una mancha de chocolate.
Bajó su cabeza hacia donde estaba mi corazón y lamió mi piel.
Yo gemí de gusto.
-Creo que la próxima vez sería bueno involucrarlo -continuó-. Al chocolate, me refiero.
Una de sus manos, que retenía a las mías, se deslizó por el costado de mi cuerpo, bajando por mi pecho en donde se quedó masajeando uno de mis senos, luego continuó con el recorrido hasta llegar a mi trasero y lo apretó con fuerza, moviéndolo a su antojo. Sentí cómo encajaban nuestras partes juntas.
-Aquí, así se sentirá mejor -pronunció él apretando mi trasero a su ritmo.
Detuve mis movimientos, me agarré a la sábana y arqueé imposiblemente la espalda.
Mi boca se abrió pero yo estaba perdida. Eché hacia atrás la cabeza y dejé que Donghae se encargara de la situación.
-¿Duele? -preguntó después de unos segundos. En su frente se formó una capa de sudor.
Oh sí, dolía. Pero era esa clase de dolor que venía acompañado por una recompensa. Casi ni podías sentirlo en medio de ese mar de sensaciones que abrumaban por todas partes.
-Delicioso -logré murmurar finalmente. Apenas y podía comunicarme en monosílabos o vocales, así que fue todo un logro gruñir una palabra completa.
Su mano seguía moviendo mi trasero en círculos, sentía que iba a explotar repentinamente.
Me aferré aún más a la sábana y gemí sin ningún control o filtro de lo que saliera de mi boca.
Jodidamente delicioso.
Después de varios minutos logramos separarnos; estaba cansada, con hambre y me sentía gruñona porque no pudimos seguir así por más tiempo gracias a la estúpida cena a la que tenía que ir puntual. Lo hacía únicamente por mi mamá.
Me levanté de la cama, envolviendo la sábana alrededor de mi cuerpo y haciendo todo lo posible por tapar la mancha de sangre. Donghae se sentó en la orilla, viéndome con diversión y algo de lujuria en sus ojos verdes. Abrió las piernas y apoyó sus manos sobre la cama.
-Ven aquí -me dijo. Se rió de mi intento por cubrirme los pechos. La sábana siempre se deslizaba-. No te cubras, te ves hermosa vestida pero me encanta cuando no tienes nada puesto.
Me ruboricé y avancé lentamente hacia él. Encontré sitio entre sus piernas abiertas, y él rápidamente no perdió tiempo quitándome la sábana. Me di cuenta que no solo la sábana estaba manchada de sangre, también lo estaba Donghae, y obviamente tenía que estarlo yo.
Me encontraba bastante avergonzada como para pensar en otra cosa.
-Hey, mírame -me tomó del mentón y me obligó a mirarlo a los ojos-. Basta de sentir vergüenza.
Asentí débilmente con la cabeza, él llevó sus labios a los míos y pronto estuve sentada sobre sus piernas.
Su lengua le daba atrevidas caricias a la mía, su mano subía y bajaba tocando todo mi cuerpo. Fue un beso que me encendió increíblemente rápido. Pero no había tiempo para más, de verdad tenía que irme.
Logré separarme un poco de su boca y disfruté oír el gruñido irritado que dio cuando en su lugar buscó mi cuello.
-Donghae, ya se me hace tarde. Me voy a duchar y espero que me lleves a casa de mi tía.
-Mmm sí, es buena idea. Ducha -se levantó aun cargando conmigo y yo chillé sujetándome a su cuello.
-¡No seas tonto! Me voy a bañar sola, si entras conmigo ninguno de los dos va a querer salir después.
Él detuvo las atenciones que seguía dándole a mi cuello, y me miró con sus ojos confundidos.
-¿No nos vamos a bañar juntos?
Negué con la cabeza.
Me mordí el labio, era como estar viendo a un niño pequeño cuando le dices que no puede tener lo que quiere. Se miraba perdido.
Me bajé de sus brazos y le di un último beso, me encerré en el baño y pronto recordé las sábanas. Abrí un poco la puerta sólo para encontrar a Donghae, desnudo, viendo hacia donde yo me encontraba.
-¿Cambiaste de opinión? -su mirada era esperanzadora cuando me lo preguntó.
Negué con la cabeza.
-Pásame la sábana -dije sin ruborizarme esta vez.
Él rodó los ojos pero hizo como le pedí.
Finalmente bajamos y nos fuimos de casa de Key. Me iba a morir de la pena si tenía que verlo después de lo que habíamos hecho en uno de los cuartos de su casa, pero al final todo salió bien.
Mientras bajaba del auto, después de nuestro viaje de media hora en el que sucedió de todo, me puse feliz. Finalmente Donghae se abriría a mí y me contaría lo que tanto parecía atormentarlo desde hace años. Pero lo entendía, Christian Grey se tardó quinientas páginas para decirle a Anastasia que su madre consumía crack, y tomó cerca de dos libros contarle la razón del por qué le gustaban las morenas y no las rubias.
Le daría un poco más de tiempo a Donghae, aunque no entendía muy bien qué era lo que quería explicarme si, con todo y sus complicaciones, nunca cambiaría ni una sola cosa de él.
En mi cara había una gran y enorme sonrisa que parecía no caber dentro de mi rostro. Pensé que la sonrisa no se borraría con nada de lo que sucediera esta noche en la cena, en casa de mi tía. Pero estaba equivocada.
Mi sonrisa murió cuando lo vi a él, escondido detrás de una pared falsa que ocultaba a toda una plantación de margaritas.
No puede ser. No puede ser. No puede ser.
Revisé dos veces para ver si mis ojos no me estaban jugando una mala pasada.
No.
Estaban bien. De verdad había un chico de cabello marrón y ojos café esperándome cerca de la puerta de entrada. No pude verlo desde el auto de Donghae ya que se estaba escondiendo, pero cuando me acerqué lo suficiente, pude distinguirlo a la perfección.
Se encontraba ahí, bajo la lluvia, esperándome.
Sabía que era yo a quien buscaba porque sus ojos se agrandaron con placer no disimulado al verme.
-¿Qué haces aquí? -dejé escapar. Quería girarme para ver si el auto de Donghae seguía en el mismo lugar. Desde ya estaba arrepentida por haberme ido de la seguridad y confort que me ofrecieron sus brazos.
-Vine a buscarte.
-¿Cómo sabes que me iba a encontrar aquí? -pregunté algo nerviosa.
Giulio se encogió de hombros y se retiró el flequillo de la frente con una mano.
-Dejaste esto en el taxi -Levantó mi teléfono celular y lo sacudió un poco para probar su punto-. Tu madre te ha llamado treinta y cinco veces y te ha dejado cerca de veinte mensajes de texto ordenándote aparecer en esta dirección. Yo solo vine para devolvértelo.
Me acerqué, uniéndome a él detrás de la pared.
-Gracias. Oye, lamento lo de esta tarde. De verdad estoy muy avergonzada por todo lo que...
-No, no. Olvídalo. No hay problema -me sonrió, mostrando sus hoyuelos y restándole importancia al asunto-. Veo que todo salió bien al final.
Con sus ojos me repasó de los pies a la cabeza.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando noté que él se quedaba viendo fijamente entre mis piernas. Por un momento me alarmé, pensando que podía adivinar qué estuve haciendo las horas pasadas, pero rápidamente habló:
-Traes ropa diferente. Te ves hermosa con lo que sea que te pongas.
Se me secó la boca intentando hablar.
-Mira, Giulio, yo no sé qué te haya dicho Laura de mí pero no soy quien crees. Yo tengo novio. Él puede ser exasperante algunas veces, y algo cabezón en otras ocasiones pero...
Giulio me dedicó una pequeña sonrisa, encontrándome divertida repentinamente.
-Lo entiendo. Aunque no te voy a pedir disculpas por la forma en la que te besé, lo disfruté mucho. En cambio sí pido disculpas por no disimular la atracción que siento por ti.
Me tomó por sorpresa lo que dijo.
-Te ruborizas de manera adorable, ragazza.
Agaché la cabeza y fruncí el ceño.
-Bien. Será mejor que vuelva -me disculpé antes de que el asunto se pusiera más extraño-. Voy tarde para la cena y necesito estar allí.
-De acuerdo, de acuerdo. Toma tu teléfono.
Extendió su mano y me lo entregó con delicadeza.
-Gracias. ¿No viste de casualidad mi bolso?
Él negó con la cabeza, desviando la vista hacia mis labios.
Esto era muy incómodo, jamás alguien había tenido el descaro de desnudarme con la vista como lo había hecho él... o Cliff, mi antiguo jefe. O Donghae en más de una ocasión, pero con él era distinto.
-¿Me haces un favor? -preguntó Giulio.
-Claro.
-¿Puedes darle la dirección de mi hotel al taxista? Está esperándome en la siguiente calle y yo olvidé completamente dónde me estoy quedando.
Sonreí y asentí alegremente. Comencé a seguirlo cuando caminó por el lateral de la casa de mi tía y nos resguardamos de la lluvia bajo el alero del techo.
-Tengo una pregunta -hablé mientras caminábamos por el patio, todas las ventanas que pasábamos estaban cubiertas por las cortinas, pero fui capaz de escuchar la voz de mi madre provenir cerca de la cocina. Ella estaba discutiendo algo sobre mi papá.
-¿Qué quieres preguntarme? -dijo Giulio.
Regresé mi atención a él y recordé lo que segundos antes iba a decirle.
-Quería saber por qué estás quedándote en un hotel y no en casa de Laura.
-¿Quién?
-Tú. ¿En casa de Laura?
-Oh, sí. Es que no quería incomodarla. Además, me siento mejor atendido en los hoteles.
-Oh.
-Oye, ¿quieres ir a tomar algo conmigo? Pasé por un bonito bar de camino aquí. ¿Qué dices? ¿Me acompañas?
-Es que no puedo -me excuse-. De verdad tengo que estar en esa cena esta noche o mi madre es capaz de atormentarme hasta en mis sueños.
-Por favor. Prometo no morder... mucho.
Tragué saliva.
-Yo creo que lo mejor será que lo dejemos para otra ocasión. Lo siento.
-Es una lástima. Si hubieras dicho que sí, no me vería en esta situación.
-¿En cuál situación? -Nos detuvimos en el patio trasero, la lluvia ya no molestaba tanto como antes y habíamos dejado un poco atrás la casa.
Un viento frío se coló por mis huesos.
Giulio se paró demasiado cerca de mí, rompiendo mi espacio personal.
Yo retrocedí pero él fue rápido en tomarme de la cintura para evitar que me fuera.
-En esta situación -habló él en mi oído. Entonces pasó su lengua a lo largo de mi mejilla.
-¡Giulio! -grité intentando zafarme de sus brazos, logré separarme lo suficiente como para limpiarme la mejilla- ¡Yo no soy esa clase de chica que piensas! Tengo novio. ¿Qué crees que haces?
-¿Sabes qué? Estoy cansado que me llames Giulio. Ese no es mi nombre.
-¿Qué?
En algún lugar de mi subconsciente había una personita gritándome que corriera y huyera de él. Pero entré en pánico y me paralicé.
-Que.mi.nombre.no.es.Giulio. -me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme hacia la bodega abandonada que había en casa de mi tía. Ni siquiera supe cómo reaccionar porque en un momento estaba frente al NO Giulio, y al siguiente estaba Min Woo esperándonos en la puerta de la bodega.
Ay no, ay no ay no, ay no.
-Me llamo Dante.
-¿Cómo es posible que conozcas a Laura? -de todas las preguntas, hice la más estúpida en una situación así.
Debería estar gritando, corriendo y huyendo de este par, pero continuaba en shock.
Mason me sonrió una vez que estuve a su alcance.
-Lo siento por lo que sea que te haya dicho este idiota -dijo él, señaló a Giulio... Dante-. Pero es que es muy difícil llamar tu atención, preciosa.
Para cuando mis piernas funcionaban, era demasiado tarde. Una mano se deslizó por mi rostro y me tapó la boca.
Pronto sentí a alguien empujándome hacia la bodega, cerraron la puerta detrás de mí, dejándome en completa oscuridad, pero duró aproximadamente unos
segundos ya que la luz se encendió iluminándolo todo. Como a Marie que estaba parada cerca del interruptor.
Había caído en el suelo así que lentamente me puse de pie, mirando fijamente a mi prima con su cabello naranja, sonriéndome como si conociera un secreto que yo no.
-¿Qué están haciendo los tres juntos? -tartamudeé.
Ellos hicieron un semicírculo a mí alrededor.
Miré a Min Woo, a Giulio (o como sea que se llame) y a Marie.
Pero fue esta última quien respondió por todos:
-Nosotros solo queremos jugar este juego que se llama persigue al ratón.
Mis pies automáticamente retrocedieron un poco.
-¿Y adivina qué? -pronunció Marie-. Tú eres el ratón.
-¿Estás bromeando? No es divertido. Me voy de aquí.
-No es una broma. Min Woo te tiene ganas desde hace mucho tiempo -continuó diciendo ella-, ¿le vas a negar al hombre una follada?
Mis rodillas temblaron un poco.
Disimuladamente busqué la manera de poder salir pero Giulio tapaba la única puerta de entrada y salida.
Recordé que todavía tenía mi teléfono en la mano, bajé la vista para intentar una llamada rápida. Antes de poder terminar de formular mi idea, Min Woo ya estaba arrebatándome el celular y lo lanzó contra la pared, haciendo que la pantalla se pusiera negra.
-Nada de llamadas. No queremos gente entrometida -me dijo-. Ahora, si no les molesta, no quiero público aquí.
Marie se rió en voz alta.
-Min Woo, si te dejamos solo con ______, ella es capaz de patearte en las bolas antes de que llegues a quitarte los pantalones. Deja que Dante se encargué, él tiene experiencia atando y amordazando de buena manera.
Ella le guiñó un ojo y le dio una palmadita en el trasero.
Oh Dios, Marie salía con él. Era más que obvio.
Mi corazón palpitó más rápido de lo que ya estaba palpitando.
Tenía miedo.
Verdaderamente estaba muy asustada. Ellos eran tres, y yo sólo era... yo.
-No entiendo -balbuceé de manera nerviosa-, ¿cómo se conocen?
-Yo conocí a Dante en navidad -respondió Marie-. Él vino esta semana al país y le pedí el favor de hacerse pasar por el hijo de tu jefa mientras Min Woo distraía al Giulio real.
-¿Cómo sabías que mi jefa me pidió ver a su hijastro? -aun no le encontraba lógica.
-Min Woo te vigila como un halcón. El tipo está realmente obsesionado contigo, y fue él quien se enteró gracias a una chica regordeta que trabaja contigo. Sé que no debería estar diciéndote esto pero, aun cuando Min Woo estaba en la cama conmigo, decía tu nombre en voz alta cada vez que culminaba.
Retrocedí asustada hasta dar con una pared. Cuando quise moverme, alguien me retuvo de los brazos. Fue ahí cuando supe que no era contra una pared que había chocado, era contra el italiano que se hizo pasar por el verdadero Giulio.
-¡Mierda! Marie cierra la boca -gritó Min Woo.
-Ups, supongo que esto es mucho para los oídos virginales de ________.
-Ni tanto -respondió él en tono acusador. Yo solo podía quedarme parada como una idiota mientras los veía intercambiar comentarios.
-¿Qué hiciste esas tres horas en esa casa lujosa a la que Donghae te llevó? -me reclamó él de repente-. ¿Y en su auto? Cuando pasé hace unos minutos atrás, tenían los vidrios empañados.
Mieeeeeeeeeeeeeerda.
Min Woo se acercó hacia mí y yo no pude retroceder o moverme ya que Dante me tenía agarrada y sujeta en mi lugar. Cuando Min Woo estuvo delante de mí, me tomó de las caderas y las pegó contra las suyas.
-Responde ________.
-Uuuu -se burló Marie, ella se había sentado en una gran mesa de madera que estaba en el centro de la bodega-. Con que Min Woo salió un amante celoso. Y ______, ¿verdad que Donghae es todo un semental en la cama? Oh, pero como fue tu primera vez seguro dolió mucho para disfrutarlo.
Mi rostro se puso de color escarlata.
Me sentía furiosa con ellos, no tenían derecho a tratarme de esta forma.
-¿De verdad le diste a ese tipo tu primera relación sexual? -preguntó abiertamente Min Woo. Yo seguía muda y ahora me temblaban las comisuras de los labios.
Detrás de mí, Giulio/Dante me retuvo más fuerte de los brazos mientras sentía bajar su boca por mi cuello y aspirar una buena bocanada de aire.
-Ella huele a sexo -dijo él. Cerré los ojos y presioné muy fuerte mi mandíbula. Respiré de manera agitada cuando Min Woo se acercó para oler mi cuello también.
-Por favor no hagas esto -susurré entre dientes. Odiaba sentirme de esta manera.
-Dante -dijo Min Woo- sostenla solo de los brazos, detrás de su espalda.
Él hizo como se le pidió, y Min Woo aprovechó mi confusión para llevar una mano detrás de mi nuca y presionar de manera desenfrenada nuestros labios juntos.
Sus dientes chocaron con los míos, su lengua se metió a la fuerza por mi boca y sus manos tocaron mis muslos, levantando mi falda poco a poco.
Cuando se me presentó la oportunidad, le mordí la lengua, saboreando instantáneamente pequeñas líneas de su sangre.
Eso provocó que él se separara rápidamente de mí. Lo vi tantear su lengua con dos de sus dedos, y después me miró encolerizado.
-__________, ¿qué acabas de hacer?
Él alzó su mano y cayó sobre mi mejilla con un sonido pesado.
Min Woo acababa de golpearme, me dio una cachetada que logró que mi rostro girara unos cuantos grados.
Pude sentir cómo se hinchaba parte de mi labio inferior.
-Auch, eso debió doler -dijo Marie riendo-. Ten cuidado con un chico obsesionado, esa es la regla número uno. Creo que se te olvidó recordarlo.
Miré con horror hacia Min Woo, las lágrimas corrían libremente por mi cara.
-Lo siento mucho, _______ -comenzó a disculparse con genuino arrepentimiento-. Oh, preciosa. Lo lamento.
Corrió a tomarme el rostro y pasó su dedo índice por mi labio roto.
-Eres un degenerado, aléjate de mí -hablé entre dientes. Tenía que dejar de llorar. Estaba furiosa y con miedo pero definitivamente no iba a permitir que el abuso continuara-. Si querías conquistarme esta no era la forma.
-Tienes razón -respondió él-. Y como la oportunidad nunca se me iba a presentar, lo estoy haciendo suceder. Dante, por favor lleva a la señorita _______ a la mesa que está por allá y átale las manos juntas.
Señaló en donde Marie estaba sentada de piernas cruzadas.
Ella se bajó de la mesa y pasó la palma de su mano por la superficie, quitándole el polvo y algunos clavos oxidados que se fueron acumulando con el pasar de los años.
Tragué duro y miré a Min Woo con incredulidad.
¿De verdad iba a hacer esto?
Dante me llevó a rastras hacia la mesa. Me tomó de la cintura y me lanzó contra la dura madera.
-¡No lo hagas, por favor! -grité.
Comencé a golpearle el pecho, queriendo apartarlo de mi camino pero no parecía tener ningún efecto en él. Era tan sólido como una roca.
Protesté y pateé todo lo que estaba a mi alcance pero al final él logró recostarme en la mesa, arrancándome algunos botones de la blusa durante el proceso.
-Marie, ayúdame -le dijo a mi prima. Ella se acercó a mi cabeza y Dante le pasó mis manos mientras él subía a la mesa y se sentaba a horcajadas sobre mi estómago, haciendo que instantáneamente se me dificultara respirar porque todo su peso estaba concentrándose en mi costado.
-Tengo una idea: pon tus rodillas en sus brazos. Es una buena manera para evitar que se mueva -le ofreció Marie-. Esto va a ser muy divertido.
Dante pareció pensárselo por un rato.
-Oye, Min Woo -dijo finalmente- creo que podrías compartirme a tu chica después. Cuando termines quiero meterme también entre sus piernas. Tiene una bonita piel, tengo curiosidad por saber cómo sería tocarla en todas partes.
Temblé al oír sus palabras, imaginándome lo horrible que sería.
Marie se echó a reír como hiena; ella ejercía una gran presión en mis muñecas para tratar de retenerlas. Me moví para zafarme pero mis esfuerzos eran en vano.
Más lágrimas salieron de mis ojos.
-¡Suéltenme! -chillé- ¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdenme!
Min Woo se apresuró a tapar mi boca y les dio miradas sucias a Dante y a Marie.
-¡Quítate de encima de _______! -gruñó él hacia el primero- ¿No te das cuenta que la estás dejando sin aire? ¡Bájate!
-¿Si me bajo ahora no crees que va a intentar huir? Me necesitas, admítelo.
-Yo pienso que con un poco de cinta adhesiva se solucionarán nuestros problemas -sugirió Marie-. Min Woo, toma sus manos, voy a entrar a la casa y buscar un poco. Además se supone que tengo que estar en esa horrible cena; por cierto, _______, tu madre está haciendo el show de su vida besuqueándose con un hombre mayor. Supongo que el exhibicionismo se hereda.
Min Woo soltó mi boca y yo aproveché para gritar:
-¡Eres una malagradecida! -escupí, literalmente, a Marie en la cara-. ¡Suéltame! ¡No te he hecho nada para que me trates de esta forma!
Ella se limpió el rostro con una mano, cerrando los ojos y presionando su mandíbula de muy mala gana; luego comenzó a reír sin humor y con fuerza cuando escuchó que volví a repetirle lo que dije anteriormente.
-¿Que no has hecho nada? -rió de nuevo-. ________, ¿de verdad no sabes lo que me has hecho? Eres una grandísima idiota.
Ella soltó mis manos para ponerse frente a mí y verme a la cara. Dante seguía sobre mi estómago y me costaba respirar o pronunciar bien las palabras porque me quedaba sin aire.
Luché para quitarlo de encima, pero no fue necesario hacer grandes esfuerzos porque Min Woo lo agarró de la camisa y lo empujó al suelo.
Respiré de manera agitada.
-En serio, no entiendo lo que te hice -dije tratando de recuperar el aliento.
-¿Quieres que te lo explique, tú, perra egoísta? ¡Naciste! Eso fue lo que hiciste. Siempre fuiste el centro de atención de esta familia, hasta mis padres te prefieren mil veces antes que a mí.
Resoplé tratando de reír pero me dolía el estómago por cargar con el peso del falso Giulio.
-¿Estás loca? Espera, no respondas a eso. Tú les dices a tus padres que la luna es azul y ellos te lo creen y matarían a todo el que piense lo contrario ¿y estás celosa de mí?
Me recompuse y logré arrastrarme hasta llegar a orillas de la mesa. Min Woo tenía agarrado a Giulio por el cuello de su camiseta, los dos estaban discutiendo por algo. Aproveché para sentarme y luego ponerme en pie.
Me tambaleé un poco cuando toqué el suelo, e inmediatamente me agarré a la mesa. Esta era mi oportunidad para salir y escapar.
-Mis padres no me creen -dijo Marie, sus ojos se empezaron a volver acuosos-. Aparentamos ser la familia perfecta frente a los demás pero la realidad es otra cosa. Ellos me castigan horriblemente, tú no tienes idea de lo que hacen, tengo toda la espalda llena de cicatrices. Mi mamá siempre ha sabido que yo he tenido más de un novio, ella fue la que me enseñó a encubrirlo todo. Claro que tú no sabes lo que es, te tocaron los mejores padres del mundo. De niñas, siempre te dejaban jugar, ensuciarte, divertirte y hacer lo que querías mientras yo estaba en las odiosas clases de piano.
-¿Y tienes que comportarte de esta manera? ¿Ser una perra sin corazón ante las personas que sí lograron obtener lo que tú no?
Marie pasó de estar melancólica a estar realmente cabreada conmigo.
Yo apenas y podía mantenerme erguida, me dolía el costado izquierdo y eso no me permitía estar totalmente de pie.
-Creo, prima, que en estos momentos deberías escoger bien tus palabras -dijo ella con voz amenazante.
-¿Qué es lo que quieres de mí? -pregunté-. ¿Vengarte porque yo tuve una niñez normal? Desearía entenderte pero no lo hago. ¿Por qué estás siquiera ayudando a Min Woo?
-Porque por muy patético que suene, lo entiendo. Entiendo esa desesperación porque alguien te ame de la misma forma en la que tú lo amas. Hasta yo hice todo lo que pude por retener a Donghae pero soy capaz de reconocer cuando doy por perdida la situación. Sé que él está enamorado de ti, se le echa de ver hasta en los poros...
-¿Y qué? ¿Eso te molesta tanto como para hacerme esto?
Ella se quedó pensativa por un momento y llevó ambas manos a su cadera.
-Me molesta lo suficiente como para ayudar a ese psicópata de Min Woo -respondió en voz baja-. Además, estaba cansada de verte obtener lo que yo quería. Esta vez va a ser muy diferente; ¿no has oído que por cada gota de felicidad viene un litro de desdicha? Considera esto como los litros que has venido acumulando a lo largo de los años. Estaremos a mano.
Antes de poder responderle con algo amargo, una mano se deslizó por mi boca y mi abdomen, presionándome con fuerza.
Mi cuerpo entró en lucha y se tensaron mis músculos; sentí una respiración en mi nuca y unos dedos que se metían lentamente dentro de mi blusa.
-Ya arreglé todo con Min Woo -dijo Giulio/Dante. Su lengua se metió dentro de mi oído y yo protesté pero lo único que salía de mi boca eran palabras mal pronunciadas-. Yo te follaré primero y luego sigue él. Piénsalo de esta manera: yo le caliento el lugar mientras espera su turno.
Gruesas lágrimas llenaron mis ojos y me nublaron la visión.
-Ahora a lo que vamos -siguió diciendo él-. Te quiero muy calladita y obediente cuando te ponga en la mesa de nuevo. Nada de bajarse o moverse demasiado, te puedes hacer daño, linda.
Siempre tapando mi boca, me llevó a la mesa en el centro de la bodega; me subió y rápidamente vi a Min Woo sujetar mis manos inquietas sobre mi cabeza, poniendo sus codos en mi antebrazo y entrelazando sus dedos con los míos.
-Marie, consigue algo para que aquí __________ no nos delate cuando grite.
Marie sonrió y salió por la puerta.
Me removí en mi lugar pero rápidamente Dante se subió a mi lado. Esta vez no se montó encima de mí sino que esperó sentado.
Las lágrimas bajaban hasta introducirse en mis oídos y cerré los ojos para evitar ver a Min Woo.
No podía creer lo que iban a hacerme, los dos. Me sentía herida, furiosa, lastimada y asustada.
Mientras esperaban por Marie ninguno dijo nada, hasta que ella apareció y cruzó la habitación para entregarle a Dante un pañuelo negro.
Él la quedó viendo con escepticismo.
-¿Qué es esto? -exigió.
-¿Qué? ¿Crees que en mi casa abunda la cinta adhesiva que usan los violadores para callar a sus víctimas? Pues te aclaro que esas cosas son caras y no hay ningún rollo en todo el lugar. Confórmate con una bufanda.
Dante resopló y procedió a retirar su mano de mi boca para, rápidamente, enrollarme la tela alrededor de la cabeza.
Me moví tratando de apartarme pero fracasé en el intento. Lo único que provoqué fue que una de las esquinas angulosas del reloj de muñeca que usaba Dante se prendara en mi labio inferior y me lo perforara. Saboreé un poco de sangre antes de que la venda lo cubriera todo y apretara.
Después de eso, se movió hasta quedar cerca de mis piernas; las agarró e intentó abrirlas pero yo mantuve mis rodillas pegadas una contra la otra.
-Bebé, no te resistas -dijo Dante con una sonrisa odiosa en el rostro.
Él llevó sus manos hasta mis rodillas pero antes de que llegara más lejos, lo pateé y lo empujé.
Moví los pies, que eran los únicos miembros de mi cuerpo que estaban libres y podía utilizar, pero Dante fue rápido en agarrarme de la pantorrilla y retenerme.
-Deja de luchar, preciosa -susurró Min Woo en mi oído.
Cerré los ojos y luego los apreté, deseando desaparecer por arte de magia y huir de los tres. Sollocé con fuerza cuando sentí que mis piernas se cansaban y Dante aprovechó mi breve momento de debilidad para tomarme de los pies y quitarme los zapatos, lanzándolos al suelo.
Finalmente abrió mis piernas y separó mis rodillas, posicionándose cada vez más entre mis muslos.
-Prometo que no va a doler -me dijo mientras sus manos subían poco a poco mi falda.
Quería gritar y suplicarle que no hiciera eso. Que me soltara.
Deseé con todas mis fuerzas que alguien me encontrara a tiempo y me evitaran este mal recuerdo que me duraría para siempre.
Las manos de Dante se pasearon por mi cintura y debajo de mi blusa. Tocó mi vientre y llevó uno de sus dedos a mi ombligo, rodeando y acariciando la sensible piel. Luego se movió por la cintura de mi falda y deslizó su mano hacia abajo, casi rozando mi zona íntima.
Marie miraba todo con humor desde la distancia, se cruzó de brazos y se apoyó contra una pared.
En este punto yo anhelaba desmayarme y así no tener ningún recuerdo de lo que iba a suceder.
-Pronto va a acabar -dijo Min Woo con voz ligera.
Lo odiaba, se merecía una muerte lenta y dolorosa.
¿Cómo podía hacerme esto? ¿No se supone que me amaba?
¿Cuándo el amor se convirtió en obsesión, y la obsesión en abuso?
Rogué en silencio porque mi sistema se apagara al menos por lo que quedaba de este día. No quería recordar la manera en que Dante estaba tocándome ahora,
moviendo mis caderas en círculos y separando mis rodillas. Me sentía tan impotente y desolada.
Me iba a sentir sucia por el resto de la vida.
Por favor ______, desmáyate. Desmáyate y olvida todo. Por favor...
Pero antes de seguir con mis patéticos ruegos, escuché a Dante reír. Marie también reía y se sostenía el estómago como si le doliera tanta risa.
Pronto, y sorpresivamente, Dante se quitó de entre mis piernas y se bajó de la mesa.
Min Woo quitó sus codos y se apartó también.
No esperé ni un segundo más y me senté, mirando cómo Marie se reía.
-¡Mira su cara! -gritó señalándome.
Me bajé de un salto de la mesa e inmediatamente me mareé cayendo al suelo.
Min Woo corrió a mi lado para sostenerme de la cintura pero yo lo aparté.
No entendía qué estaba sucediendo. Tal vez los milagros sí ocurrían e iban a dejarme ir.
-Déjame ayudarte -me ofreció Min Woo, evitando verme a los ojos. Acercó su mano a la venda de mi boca y deshizo el nudo que me habían hecho.
Lentamente me puse de pie, pegándome a la pared más cercana. Los miré uno a uno.
Lágrimas salían apresuradas de mis ojos y marcaban el camino por el que transitaban las siguientes.
-¡Caíste! -chilló Marie riendo con ganas-. Oh, esto no tiene precio. Deberías haber visto tu cara, _______.
-¿Qué? -logré articular con voz rota.
-¿Recuerdas cuando me apuntaste con un arma de burbujas y me hiciste confesar delante de mis padres que me acostaba con quien sea? Pues esto es mi forma de devolverte una cucharada de tu propia medicina.
-¿Qué? -volví a repetir, incrédula.
-¿Ella es de lento entendimiento o qué? -preguntó Dante.
-______, los tres nos unimos para hacerte creer que ibas a ser violada. Aunque debo decir que a Min Woo se le pasó un poco la mano con lo de la cachetada. Pero igual fue perfecto.
Sus palabras entraron lentamente por mis oídos, a mi cerebro le costó cierto trabajo digerirlo.
-¿Te tomaste tantas molestias solo por vengarte de mí? -dije con los dientes apretados. Me sentía demasiado cansada, herida y enojada.
-Claro. Soy tan buena actriz. ¿De verdad creías que envidié tu vida? Naaa, para nada. Tampoco es verdad lo de mis padres; ellos siguen creyendo que su hija adorada es una flor inocente.
-Eso fue divertido -murmuró el italiano.
Noté que Min Woo no decía nada y no se rió junto con ellos. ¿Entonces tampoco fue real el que me acosara?
No quería estar ni un segundo más en esa bodega con ellos.
Tomé mis zapatos y mi pobre teléfono destartalado, y moví mis pies en dirección a la salida.
Antes de salir por completo me giré para encarar a Marie.
-Eres una perra -dije fríamente-. Te mereces todo lo malo que te pase, y tú -señalé al italiano-. Púdrete, idiota.
En un arrebato me acerqué a él y le di una cachetada; luego avancé hacia Marie y, en lugar de prepararme para clavarle el tacón de mi zapato, me paré frente a ella y la miré fijamente.
-Vaya, no te tomas a bien una pequeña broma -dijo encogiéndose de hombros.
-Eres una estúpida. Con eso no se bromea.
Parpadeé las nuevas lágrimas que acudían a mis ojos. No dije nada más y salí apresurada de ese espantoso lugar. No sabía si estar feliz de que solo se tratara de una broma, o asustada por lo rápido que ella podría haber dejado que todo pasara a otro nivel más peligroso.
Cuando salí, fui a dar directamente con la lluvia y, en vez de contarle a todos lo que hizo la sanguijuela de Marie, corrí con una dirección plasmada en la mente.
Decidí irme a pie, quería que la lluvia lavara todas esas veces que el falso Giulio me tocó y me lamió.
Quería borrar todo lo que sentí cuando pensé que me iban a violar entre él y Min Woo. Pero en medio de toda esta estúpida situación, había algo de verdad en el asunto: Min Woo jamás se rió. Para él nunca fue una broma, se lo estaba tomando demasiado en serio.
Corrí con mayor velocidad, queriendo escapar de todos. Pronto fui bajando el ritmo y me derrumbé a mitad de camino.
Caí sobre mis rodillas y me acurruqué contra la pared de un local abandonado. Comencé a llorar y a gemir; mi cuerpo temblaba exageradamente y dolía. Me senté bajo la lluvia, escondiendo mi rostro y abrazando mis piernas.
Lloré hasta cansarme, lloré reviviendo cada cosa que me hicieron y que pudo haber llegado más lejos.
Y justo cuando creí que ya no tendría más lágrimas, mis ojos me sorprendían generando nuevas.
Creo que me quedé dormida o me desmayé, pero cuando volví a abrir los ojos ya no estaba lloviendo y las calles estaban oscuras.
Me levanté sintiendo hinchados los ojos y con ganas de vomitar.
Caminé lo suficiente como para darme cuenta que tenía la blusa abierta, mostrando mi sujetador de encaje.
Mi teléfono no servía, lo comprobé varias veces, y necesitaba más que nunca de Donghae. Era por eso que continué caminando en dirección a su departamento. Esperaba que se encontrara, no quería permanecer sola por más tiempo.
Sollozaba perdidamente. La gente que pasaba a mi lado me miraban de pies a cabeza y sacudían la cabeza. Ninguno me preguntó si necesitaba ayuda, y yo no la pedí. Me dolía el labio y traté de repasarlo con suavidad pero mis dedos temblaban.
-_______...
Me detuve en seco. Faltaba poco para llegar al edificio donde vivía Donghae. Estaba tal vez en la siguiente cuadra.
Tragué saliva y me giré con lentitud solo para ver a Min Woo, con sus manos en los bolsillos y con su cabello empapado.
-Aléjate de mí -Mi garganta ardía y mis ojos volvieron a humedecerse.
-Por favor, déjame que te explique todo.
-Dime una cosa -lo interrumpí-, para ti no fue solo una broma, ¿verdad? Tú de verdad pensabas hacerme todas esas cosas. Me das asco.
-______, cálmate. Yo jamás te compartiría con nadie en primer lugar.
-Pero sí me tendrías atada en una mesa si llego a resistirme, ¿cierto?
Él sacó sus manos de los bolsillos y las elevó hasta la altura de su pecho.
-Es que no sabes lo mucho que te quiero. Lo hago por amor.
-¿Ibas a violarme por amor? ¿Qué clase de amor es ese? Aléjate de mí Min Woo. No vuelvas a buscarme, no quiero verte nunca y si sigues así te denunciaré como acosador.
-El vestido blanco que te di, ¿aún lo tienes?
No respondí y, en su lugar, caminé en retroceso. Quería tomar distancia de él, todavía estaba asustada de lo que podía hacer.
-______, el vestido -él se acercó rápidamente y me tomó de los hombros, pegándome contra una verja de color verde.
Miré en varias direcciones, pero a la gente no parecía importarle lo que a una sucia chica pudiera pasarle; al parecer todavía no salía de esto.
-¿Qué quieres con el vestido? -pregunté rompiéndome de nuevo y echando a llorar.
-Quiero que lo uses mañana. En la fiesta de Marie.
-No pienso ir, y mucho menos iré contigo.
-Pues lástima porque si no apareces tendré que obligarte. No seas maleducada conmigo, preciosa -sus dedos apretaron mis hombros, hundiéndolos en mi carne hasta de seguro dejar marcas en mi piel.
-No.voy.a.ir.contigo.degenerado.
Abrió la boca para responder, pero algo, o alguien, lo tomó del brazo y se lo dobló detrás de la espalda, dejándolo en una posición incómoda.
Ese alguien era Donghae. Lucía muy furioso y desquiciado.
-¿Qué mierda sucede contigo? -le gritó él a Min Woo. Me dio un rápido escaneo visual, deteniéndose en mi blusa rota, en mis pies descalzos (ya que había lanzado mis zapatos para correr cómodamente), y en mi labio roto.
Me miró directo a los ojos y vi cómo los suyos se dilataban.
Su pecho subía y bajaba de manera salvaje, y su puño se apretó en el brazo por el que tenía agarrado a Min Woo.
Sin decir más palabras, lo lanzó contra la verja y comenzó a golpearlo repetidamente.
Chillé y me aparté de un salto.
Donghae golpeó la cara, la nariz, el estómago de Min Woo. Lo sacudió tanto que pronto no pudo mantenerse en pie y Donghae continuó el ataque en el suelo.
Sangre comenzó a manchar el pavimento, y la cara de Min Woo parecía una masa irreconocible hinchada y roja.
-¡Donghae! -grité-¡Detente!
Con cuidado lo tomé del brazo antes de que lanzara su puño una vez más contra Min Woo.
-¡¿Quieres que me detenga?! ¿Tienes idea alguna de cómo te ves? ¿Fue este tipo? ¿Qué te hizo ______? Porque te juro que si se sobrepasó lo voy a matar y no va a pesar en mi conciencia.
Lloré ruidosamente.
Eso le dio más motivación a mi chico para atacar a Min Woo quien apenas pudo defenderse.
-¡Detente por favor! -chillé de nuevo.
-No me pidas eso. No ahora.
-Si lo matas te van a llevar a la cárcel. Por favor déjalo.
A él le costó mucho soltarlo. Lo bajó lentamente y lo dejó en el suelo.
Min Woo se quejaba del dolor y gritaba groserías y maldiciones.
Yo corrí al lado de Donghae y lo abracé de la cintura. Él me rodeó con sus brazos y me pegó a su pecho.
Pronto la gente comenzó a notarnos en la calle, mirándonos como si estuviéramos locos y apartándose del camino cuando veían a Min Woo tirado en el piso.
Me separé lo suficiente de Donghae como para verlo a los ojos, y dejé que me tomara en brazos y me llevara hasta su edificio.
Lloré en su pecho durante todo el camino.

Prohibido enamorarse de Lee Donghae(terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora