Le Petite Mort - Wenclair (Traducción)

Prueba con juguetes

Enid tenía muchas cosas de las que preocuparse.

En primer lugar, el baile de primavera ya había pasado y no había tenido grandes peleas con ninguna de sus amigas. Desde luego, nada que pudiera acabar con su amistad y dejarla hecha un desastre. Así que se quedó esperando y preguntándose cuándo ocurriría. Probablemente ocurriría en el Baile Oscuro dentro de unos meses, tiempo de sobra para inquietarse y preocuparse.

Su segunda preocupación era recordar lo ricos que eran los Addams. Sabía que eran absurdamente ricos, había visitado la mansión en la que vivían y conocido a su mayordomo y todo eso, pero nunca actuaban realmente como si fueran de dinero. Eso era hasta que entraban en juego los gastos.

El escenario solía ser algo así: 'Oh Wednesday, hay una feria realmente espeluznante que se instala cerca. Te encantaría, ¡ojalá estuvieras aquí! "Llegaré mañana por la mañana, ¿tendré que organizar el transporte desde el aeropuerto o puedes recogerme?". Y zas, ¡suelta mil como si nada!

Su recordatorio actual de este dinero era el cofre que se había añadido al lado del Wednesday. Era un cofre muy bonito, Enid tenía que admitirlo. Parecía el cofre del tesoro de un pirata, pero al abrirlo tenía estantes que salían como una caja de aparejos de pesca. El cofre molaba, lo preocupante era lo que había dentro.

Mordazas, esposas, látigos, azotes, consoladores, vibraciones, correas, velas, lubricantes, pinzas y cuerda suficiente para atar a un elefante. ¡Y eso es sólo lo que Enid podía recordar que había allí!

Ahora, ¿cómo fue eso preocupante para Enid? Estaba relacionado con la tercera y más acuciante preocupación.

—Te estás portando muy bien, mon chiot. Ya falta poco —Ama Circe le dio un suave beso en el cuello, justo por encima del collar, y Sunshine sintió un escalofrío.

Amordazada, con los ojos vendados y atada.

Le había parecido una buena idea cuando aceptó. ¿Vendada y amordazada mientras la ataban de esa forma lenta y artera que había enamorado a Wednesday? Suena muy bien. ¿Probar con ella un desfile de juguetes que aún no habían podido usar mientras estaba atada y con los ojos vendados? Apúntala.

A lo que no se había apuntado era a todas esas malditas bromas. La cuerda deslizándose por sus pezones o su entrepierna mientras la colocaban correctamente. El sonido de esas botas de cuero altas hasta los muslos con tacones altos que Wednesday había conseguido pisando fuerte a su alrededor mientras la cuerda se enroscaba de un lado a otro (¡apenas había podido verla con ellas puestas antes de que le vendaran los ojos!). Aquellos besos suaves y los pellizcos apenas perceptibles de los labios de Mistress Circe mientras terminaba con un punto antes de pasar al siguiente.

¿Y a quién quería engañar? Había oído cómo su propia exitación caía y salpicaba la alfombra sobre la que estaba arrodillada. Le estaba encantando y ya estaba lista para que se la follaran.

Sunshine soltó un pitido y se levantó de un salto, sorprendida, cuando sintió que una mano le golpeaba el culo. Se tambaleó un instante antes de que Circe la agarrara y tirara de ella hasta estabilizarla.

—Cuidado, Sunshine, no te hagas daño —Sunshine sintió cómo unas manos suaves le presionaban la nuca antes de que la mordaza de su boca se aflojara y la sacaran —Ahora, ¿cuál es tu color? Y quiero detalles sobre cómo te sientes.

La rubia movió un poco la mandíbula antes de contestar.

—Nada me aprieta demasiado, ama. Mis brazos no están tensos en absoluto, sólo descansan donde están atados. Es un verde totalmente —Sunshine deseaba poder verse a sí misma en ese momento. Una venda negra, una cuerda roja que le cruzaba el cuerpo y le ataba los brazos a la espalda, resaltando sus tetas y haciéndolas sobresalir, las piernas separadas, pero aún podía usar las rodillas y las caderas para adoptar distintas posturas —Y estoy literalmente chorreando. Estoy muy cachonda, Ama Circe.