CAPITULO 4

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CAPITULO 4: LAS VARITAS EN OLLIVANDER

Dianett en aquel carrito suplicaba por su vida, mientras que sus hermanos disfrutaban del viaje, con los ojos entrecerrados debido a la corriente de aire que había. Dianett y Hagrid tenían ahora algo en común, odiar este tipo de velocidad.

Al cabo de unos minutos el carro se detuvo, dejando bajar a los hermanos, mientras que Hagrid y Dianett trataban de no vomitar, Harry y Lilith miraban la cámara que tenían frente a ellos. El duende se acercó, para abrir esta, dejando ver miles de montañas de oro, otras de plata y por último de bronce.

- ¿De verdad nuestros padres tenían guardado todo eso? - preguntó la pelirroja.

- Si, pero ahora pasa a ser herencia de ustedes, así que dejen explicarles. - señalo las monedas de oro. - Aquellas son galeones. Un Galeón equivale a diecisiete Sickles. Por su parte un Sickle equivale a veintinueve Knuts. Fácil de entender.

Lilith no entendió nada, así que luego le preguntaría a sus hermanos. Mientras tanto Hagrid se acercó a llenar una bolsa considerable de dinero, mientras que a Dianett le entregaban una bolsa con un poco del dinero que había cambiado.

- Gracias. - murmuró la castaña mientras el duende le entregaba el bolso.

Después de eso Hagrid se acercó a los hermanos, para poder guardar cierta cantidad de dinero. Para luego volver a subir a este.

- ¿No les molestaría bajar la velocidad? - preguntó la castaña.

- No, solo hay una velocidad. - soltó el duende subiendo.

Pero al parecer si la había, iban más rápido que antes, hubiese preferido quedarse con la velocidad anterior si se lo preguntaban. No aguantaba más.

Lilith disfrutaba del viaje, pero le daba risa en la situación en la que se encontraba su hermana, siempre pensó que a su hermana le encantaba la velocidad, pero ahora la detestaba.

Llegaron más rápido a la siguiente cámara, haciendo que Dianett saltara para poder bajarse de aquel carrito y sentir el suelo sin movimientos, sentándose en el este para poder tener un descanso.

- Pensé que te gustaba la velocidad Didi. - soltó el mayor, haciendo reír a la pelirroja.

- Callate pequeña sabandija. - dijo mirando a su hermano.

- Tu vocabulario, recuerda lo que me dijiste, que una m... - dijo la pelirroja sin poder terminar.

- Sí, ya sé lo que dije, pero ando de mal humor. Dejen a su hermanita querida en paz.

Los hermanos rieron antes las palabras de la mediana de ellos, siendo interrumpidos por el duende, quien les había pedido que se alejaran.

- Si alguien que no es duende de Gringotts abre esta puerta. Será succionado por esta misma. - soltó mientras abría la puerta.

- ¿Y como cada cuanto tiempo revisan que alguna miserable persona no se haya quedado dentro? - preguntó la castaña.

- Cada diez años, niña. - dijo mientras en su cara se formaba una sonrisa desagradable.

- Viste Harry, un tiempo de lo más normal. - dijo Lilith acercándose a su hermano.

El duende abrió aquella cámara dejando ver solo una pequeña y sucia caja. De algo estaban seguros los hermanos. No necesitaba tanta vigilancia.

BEUTIFUL HEARTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora