III

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MILLIETH

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MILLIETH

Me quedo sentada a la orilla de las escaleras, nadie desayunó ni ah hablado, Mikhail esta recostado en la pared, mirada fija en la puerta como si algo o alguien fuera a atravesarla en cualquier momento, mi madre se ha dejado el pelo suelto, algo que no haría ella.

Las campanadas se escuchan a lo lejos, el hormigueo empieza en las puntas de mis dedos, volteo hacía a mi madre, se ve tranquila, calmada, como si ya hubiera aceptado su destino, el corazón se me empieza a acelerar y la desesperación me va consumiendo poco a poco.

Las campanas dejan de tocar y cae un silencio sofocador.

1.

2..

3...

La puerta se abre de un golpe, guardias invaden el área cuando a lo lejos se escuchan gritos, forcejeos y cosas rompiéndose, de la entrada una silueta se hace presente y el implacable uniforme color blanco con oro invade la única salida del caos que recorre toda la cuadra.

— ¿Y el dinero... Aranya? — sonríe sádicamente, su mano toma la barbilla de mi madre forzando a que lo vea.

— Los dos sabemos la respuesta, General...

Su voz es tranquila, no hay ninguna gota de miedo.

Mi madre es apresada por dos guardias por detrás mientras la jalan afuera, como si de un costal viejo y pesado se tratase, la trompeta retumba alrededor y la gente debe salir, cayendo al suelo los guardias no tardan en escupirle y tiran lodo con sus botas, humillando a otra familia a inicios del día. Mikhail me detiene, mis piernas actuaron sin pensar, quiero estar con ella, esto no puede pasar, esto nunca debió de pasar. Mis latidos pulsan en mis oídos, todo esta distorsionado, que alguien haga algo, las palabras se atascan en la orilla de mi garganta, como si de un nudo bien atado y de cuerda más densa se refiriera.

— ¡ESTO PASA CUANDO NO CUMPLEN SU MALDITO DEBER!— el General grita mientras saca el chicote de su cinturón, la camisa de mi madre es rasgada por la espalda y la gente solo mira con tristeza.

Muévete.

Di algo.

Grita.

Por favor...

Yo tomo su lugar.

El aire escapa de mis pulmones en un golpe sólido hacía el pecho, la realidad toma control de mi mente y un frío escalofrío recorre todo mi cuerpo.

Mikhail

Levantando la cabeza, mi madre y yo cruzamos miradas, esta se aparta de mi y apuntan a mi hermano, los irises color marrón se llenan en negrura y olas violentas de mar.

No piensan dos veces y los guardias dejan a mi madre tomando a Mikhail, lo empujan al centro y los murmullos comienzan.

— No.... ¡NO!

Palabras del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora