[ADVERTENCIA, ESTE CAPÍTULO CONTIENE TEMAS DE ABUSO]
1 semana después
El pueblo se volvió mas hostil con el paso de los días, no había noche en que no se escucharan las protestas, el eco de las replicas, el caos. Es una huelga de todos, menos de los de la alta clase. Gozan de sus privilegios, entre las altas paredes que nos dividen, mismas que poco a poco se manchan de su egoismo.
Sabemos su verdadera cara, y no pararemos hasta que nos den lo que queremos.
Respuestas.
— Millieth, ya cierra la ventana.
Mikhail ha mejorado en estos días, pero sigue sin poder levantarse. Gracias a los dioses, su espalda ha mejorado, el sueño llega rápido y sus energías aumentan. Han pasado ya días desde los cuervos y el diluvio cartas. Fue ahí donde surgió el caos que se adueñó de las calles.
— Ya pensaba que no ibas a despertar... ¿Cómo te sientes?
— Comó si todo un batallón hubiera pasado por mi espalda— carraspeó— pero ya puedo dormir, con eso me conformo. Aunque quisiera poder levantarme y hacer algo. Me siento muy inútil el solo estar acostado.
Mi mano empujó sus mechones aún lado y pude ver su rostro, cada día tenía más color, pero el de mamá menos. Hay pocos curanderos que saben del arte de la medicina sagrada, es bueno tener a la mejor a tu alcance, pero la llevan a sobreepasar sus límites que colapsa en las noches o en pleno acto.
— Millieth... la ventana.
Di un pequeño salto y volví a la realidad, dejando a mi hermano corrí a la ventana, antes de cerrarla observé el area y respire hondo, pronto iba a acabar esto.
— ¿Quieres tu super baño de trapo o el desayuno? — bromeé mientras caminaba hacia el.
La cara de Mikhail cayó de golpe en la almohada y su gruñido fue amortiguado por la tela, sus manos se aferraron a la sabana— Mikhail apurate, quiero ir al mercado, mamá ocupa materiales.
— Desayuno... hoy no quiero el maldito baño.
— Aún así debo de limpiar un poco las heridas, pero lo haré más tarde, lo juro.
Me dirigí hacia el y plasté un beso en su cachete, desde el día de los ataques comencé a soltarme y querer en realidad a mi hermano, aunque a el no le gustara, al final era una de las pocas personas que tenía. Acomodando las sabanas, salí del cuarto y bajé las escaleras, la sala estaba llena de gente herida, unas desde ayer.
Cada protesta resultaba con más heridos, que los curanderos ya estaban bien ubicados por los organizadores de estos grupos.
— Permiso... disculpe... permiso— murmuré— ¡Okey! Voy a ocupar que se reacomoden, necesitamos orden, no quiero accidentes ocasionados por tropiezos.
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Palabras del Pasado
Teen FictionLibro [1] del universo de Skystead. Una guerra, solo puede ser evitada con la profecía sagrada que queda a manos de cuatro jovenes, donde la desgracia y secretos los cubren y solo uno, es la clave. El milagro del mundo para que no caiga en pedazos...