CUARTO ACTO: VENGADOR. (4.1)

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CUARTO ACTO: VENGADOR.

—Se equivoca, señor —exclamó Morrel, incorporándose sobre una rodilla, con el corazón traspasado por un dolor más agudo que ninguno de los que antes hubiera sentido—; se equivoca, señor: Valentine, muerta como está, necesita no solamente un sacerdote, sino también un vengador.

(EL CONDE DE MONTECRISTO)

4.1

Faltaba una semana para que Nezumi regresara, si es que cumplía a su palabra.

Ash y Eiji habían acordado mantenerse en contacto, por lo que se escribían casi diario, y habían acordado verse al menos un par de veces más antes de que Okumura tuviera que regresar a Japón.

La siguiente ocasión fue un poco rápida, y tuvo como único propósito que Ash, Shorter, Max y las otras personas a quienes Eiji les tenía alta estima, conocieran a su prometida. Después, los amigos volvieron a juntarse a solas en el departamento de Ash, donde habían acordado cada quien llevar una botella de vino, y así, pondría a Ash el reto de adivinar cuál era cada uno, pues quería ver con sus propios ojos aquella habilidad suya para poder distinguir los buenos vinos y, si podía, aprender algo de eso también.

—Entonces... ¿Las cosas se arreglaron entre ustedes dos? —preguntó Eiji, quien se encontraba charlando animadamente al lado de Ash en su departamento.

—Si por arreglar te refieres a regresar por milésima vez al punto de partida, entonces sí. Pero no quiero hablar de eso ahora. Prefiero algo más fácil, como ¿qué tan difícil es liderar Nueva York? ¿aspiras meterte en la política algún día?

—Entiendo. —el fotógrafo rio. —Sí parece una persona difícil. Bueno, ¿y entonces? ¿sí haremos la prueba de los vinos?

—Claro. —Aslan le hizo un guiño. —Tú sírvelos primero, no se supone que yo deba verlos.

Eiji, animado, se puso de pie y caminó a la cocina, donde estaban las dos botellas perfectamente cerradas. Mientras los amigos charlaban a lo lejos, Blanca siguió cada movimiento suyo con la mirada, asegurándose de que Eiji no adulterara las copas de vino, cosa que no sucedió. Ash lo notó, y aunque sí le resultó un tanto molesto, entendía que Sergei sólo hacía su trabajo, el cual no tenía cabida para confiar con el corazón en amigos y familiares.

Cuando Eiji le pasó la primera copa de vino, su mirada lucía expectante por respuestas, pero juguetona a la vez, como un niño que se siente lleno de curiosidad ante algo que le resulta nuevo, pero fascinante.

Ash movió en círculos la copa con delicadeza, olfateó el vino, y se lo llevó a los labios.

Tenía un sabor curioso. Quizá el peor de todos los vinos que había probado, con un tenue gusto a jugo de naranja en su punto más amargo, escondido bajo el sabor de uvas fermentadas y alcohol.

Luego de tragar, Ash hizo una mueca y soltó un gruñido gutural, quejándose del sabor. Eiji atinó a reír.

—¿Qué? ¿Tu paladar de rico ya no soporta vinos baratos? —se burló el joven japonés.

—Eiji, este es el peor vino que he bebido en toda mi vida. Sabe a jugo de naranja amargo.

—¿En serio? —preguntó, sorprendido. —Pero si es el que compro siempre, ¿será que está caducado?

—¿Cómo va caducar el vino? —se burló su amigo rubio, pero al otro lado de la habitación, las alertas de Blanca se habían disparado.

—Ash, dame la copa. —Le dijo con un tono firme, pero no esperó una respuesta de su jefe y terminó arrebatándosela de la mano. Lo olió y se mojó los labios con él, identificando al instante el problema presente.

Callenreese había sido envenenado con arsénico.

Mientras esto sucedía, la visión de Ash empezaba a deteriorarse. Sentía una cefalea punzante que lo hizo dejar caer la copa del vino refinado al suelo, y sus piernas flaquearon, causando que cayera en el sofá.

—¡Ash! —Lo llamó Eiji con preocupación, y se iba a sentar a su lado para interrogarle por su estado actual. "¿Cómo estás?", "¿qué tienes?", "¿necesitas algo?" y otras tantas preguntas inútiles cuando alguien está por sufrir una apoplejía. Pero Blanca, que por suerte sabía cómo reaccionar, rápidamente se llevó a su jefe al baño y le indujo el vómito. No sin primero esposar a Eiji a la agarradera del horno, quien parecía perturbado, estaba lloroso y no opuso resistencia. Comprendía bien que era un sospechoso, que no debían dejarlo escapar, y que sería interrogado.

Ash fue inmediatamente sacado del edificio en una ambulancia privada, donde lo llevaron al hospital y fue recibiendo los cuidados necesarios para evitar que muriera inmediatamente.

En la ambulancia, las pupilas de Aslan estaban perdidas, dilatadas. Su piel estaba púrpura, su cuerpo permanecía frío y rígido como una madera en la nieve, y se movía en convulsiones violentas que le desgarraban los músculos.

Quería gritar. Más de desesperación que de dolor, pero de su boca no paraba de salir una espuma ensangrentada, y a pesar de estar rodeado de gente que quería estabilizarlo, se sentía tan solo y tan desamparado, como cayendo en un abismo profundo.

Lo último que pudo apreciar antes de perder la conciencia, y no se detuvo a pensar si era verdadero, o una alucinación, fue un ratón blanco mirando todo desde el hombro de Sergei.


𝗕𝗔𝗡𝗔𝗡𝗔 𝗦𝗜𝗫 [Nezumi x Ash Lynx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora