Suguru corrió de vuelta a la academia lo más fuerte que pudo. Le causaba demasiada vergüenza llegar tarde a la presentación de los kohai. Su única obligación ese día, era causar una buena impresión, y estaba fallando.Al llegar, abrió la puerta intempestivamente y entró disculpándose efusivamente.
— ¡Disculpen todos! Tuve un problema.
Observó rápidamente el lugar, buscando a los recién llegados. Había memorizado sus fichas: Yu Haibara, alto, de pelo castaño y ojos del mismo color, lo observaba sonriente desde un pupitre y, el otro kohai, Nanami Kento, rubio y con un peinado emo que se notaba cuidadosamente armado, estaba parado al frente de Satoru. Por la expresión que tenía el albino, se veía que estaba a punto de recibir una reprimenda. Suguru abrió la boca para decir algo, pero Gojo le cortó el camino, agarrando su cara con sus manos.— ¿Estás bien? Te perdiste la ceremonia—le preguntó, muy serio.
Lo único que quería Suguru, en ese momento, era conversar con el albino, abrazarlo y dejar su cabeza en su pecho un buen rato, pero no podía hacerlo. Estaban todos mirando. Delicadamente, se sacó las manos de Satoru de la cara.
— Después te cuento—le respondió en voz muy baja.
— ¡Te siento y no estás bien, Suguru! — exclamó el albino mientras tomaba su mano.
Ahora Geto sintió un poco de rabia. Sí, Satoru tenía razón. Lo sentía, así como él también lo sentía a él, porque seguían estando conectados, pero no quería que todos se enteraran. No porque le avergonzara, sino porque para él el hecho de estar así de unido a alguien era algo íntimo que debía permanecer solo entre ellos dos. Pero no era así. Todo el mundo sabía. De hecho, hasta los estudiaban, y Geto no entendía por qué para Satoru era lo más normal del mundo.
— ¡No ahora, Satoru!—Se zafó de la mano del albino con un manotazo y caminó hacia donde estaban los demás.
Gojo, con su metro noventa de altura, volvió a plantarse al frente. Suguru vio en su mirada que lo había ofendido y se sintió culpable. Iba a disculparse, pero el albino abrió la boca antes que él.
— Bueno, no tienes por qué ponerte imb...
— Eh, justo a tiempo, Geto. Ahora los chicos pueden presentarse por tercera vez.Shoko interrumpió a Satoru y Geto notó que su amiga estaba avergonzada. Suguru le hizo un gesto para agradecerle, aunque se sintió inquieto. Si sus oídos no se equivocaban (y probablemente no lo hacían, porque tenía muy buen oído), Gojo iba a insultarlo.
"¿Por qué es así? Todo es tan intenso con él. Si no me comporto como él quiere, soy automáticamente un imbécil. Todo es confuso de por sí, y con sus cosas solo hace que me cuestione todo aún más". Al pensar esto, apretó los puños y empujó levemente a Satoru. Quería que entendiera que se había dado cuenta de su casi insulto.
Se paró delante de los kohai y les hizo una reverencia.
—Mi nombre es Geto Suguru. Mucho gusto en conocerlos. Disculpen el retraso, por favor. No volverá a suceder.
Ambos chicos se pararon.
— ¡Yu Haibara! Muchisimo gusto, Geto Suguru Senpai.
— Kento Nanami. Mucho gusto.Suguru observó divertido a los kohai. No era la primera vez que tenía gente menor a su cargo, pero esto claramente era distinto a todo lo que había vivido. Todo lo era en el mundo jujutsu.
— ¿Puedo hacerte una pregunta, Geto Senpai? —dijo Nanami.Shoko le pegó un codazo a Suguru e indicó a Gojo. Se había ido al fondo del salón y miraba su teléfono, concentradisimo. Probablemente jugaba a la culebra o algo. Geto rodó los ojos y se encogió de hombros. No era su problema, la verdad. Volvió a mirar a Nanami.
— Sí, dime.
— ¿Es cierto que manipulas maldiciones?
Suguru enrojeció un poco.
— Sí. Es mi técnica maldita.
Nanami se paró muy recto y asintió con la cabeza.
— Permíteme decirte entonces que eres el más cool de los hechiceros, Geto Senpai.
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Maldito: Suguru [SATOSUGU]
Fanfiction¿Gojo Satoru? ¿Cómo llegó a enamorarse de ese niñato malcriado y egocéntrico? ¿Fue el destino o pura afinidad? Suguru a veces piensa que le han echado una maldición. De otra forma, no se explica cómo no puede sacarse esos maravillosos ojos de sapo d...