Notita de la autora:
¡Hola! Primero que todo, quiero agradecerte la paciencia; sé que me demoro mucho en actualizar T-T mi única excusa es que trato de hacer lo mejor posible (porque quiero mucho a estos chicos), pero que lamentablemente me bloqueo muy seguido. De todas formas, para el día de hoy traje dos capítulos seguidos ejejeje y espero que les gusten :)
¡Muchas gracias por leer, votar y comentar!
***
Suguru sentía que su respiración y la del albino estaban sincronizadas, ambas agitadas, rápidas y entrecortadas. No podía tocarlo, porque sabía que, si lo hacía, no dejaría de hacerlo jamás. No, tenía que esperar a llegar a la academia.
Sin embargo, no quería que hubiese ningún tipo de distancia entre ellos. Lentamente, con su meñique izquierdo, acarició la mano de Gojo.
—Suguru...––comenzó a decir.
—Shh. No digas nada —susurró, interrumpiéndolo.
Viajaron en silencio. Suguru sentía el roce de su dedo, suave pero ansioso a la vez y, a pesar de ser una pequeña porción de su cuerpo, podía percibirlo en todas partes e, incluso, dentro de su alma.
No podía esperar a besarlo.
Apenas llegaron a la estación, ambos salieron corriendo. Antes de subir las escaleras de la academia, Suguru miró a Satoru el que, colorado, le sonrió. "No puedo creer que esto vaya a suceder", pensó nervioso.
—¿Suguru, tú tienes...?
"Condones. Quiere saber si tengo condones", pensó divertido
—Sí. Tengo todo desde hace un tiempo—lo interrumpió Suguru—. Por eso vamos a mi habitación y...
El sonido del teléfono de Satoru hizo que pegara un salto. Primera vez que el tema de Mario Bros lo asustaba de esa forma.
Satoru miró la pantalla e hizo una mueca de fastidio. Cerró el aparato, cortando así la llamada.
El teléfono volvió a sonar.
—¿No vas a contestar?
—No. Vamos, subamos rápido.
Intempestivamente, tomó la mano del manipulador de maldiciones y corrieron escaleras arriba.
De pronto, Satoru paró. Suguru miró hacia la entrada de la academia y divisó a Masamichi, junto a una mujer de mediana edad, alta, de pelo largo y oscuro y a un hombre tan alto y albino como Satoru. No le cupo ninguna duda de que eran sus padres. Si no, ¿por qué le había soltado la mano de esa forma?
La mujer comenzó a caminar en dirección a ellos. Suguru se puso levemente nervioso. No sabía por qué, pero le daba la impresión de que lo miraba desafiante.
No se equivocó. Se plantó delante de él y Suguru sintió que estaba siendo examinado con rayos x, al igual que la primera vez que vio a Satoru. Podían no parecerse en rasgos, pero las expresiones del albino definitivamente eran producto de la genética de aquella mujer.
—El manipulador de maldiciones, asumo —dijo la madre de Satoru—. Al parecer, ninguno de estos inútiles hombres va a presentarnos.
Suguru notó que Gojo estaba tenso. Sabía que era una mujer de armas tomar, pero él tampoco se dejaría intimidar tan fácil. Tomó aire y le sonrió.
—Me llamo Geto Suguru. Mucho gusto —dijo con una sonrisa.
Satoru indicó a su madre.
—Gojo Satomi, premio nacional de Física, PhD en Física Cuántica o algo así y postdoctorado en Sinceramente No Tengo Idea—dijo, a regañadientes—. Ah y también es mi madre.
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Maldito: Suguru [SATOSUGU]
Fiksi Penggemar¿Gojo Satoru? ¿Cómo llegó a enamorarse de ese niñato malcriado y egocéntrico? ¿Fue el destino o pura afinidad? Suguru a veces piensa que le han echado una maldición. De otra forma, no se explica cómo no puede sacarse esos maravillosos ojos de sapo d...