Escribo estas apasionadas palabras mientras descansas, en un momento de sinceridad donde mi corazón se expone sin reservas. Lo hago en la ausencia de tu mirada, cuando no percibes la vulnerabilidad que yace en mí. Te escribo para que comprendas cuánto te amo y para expresar la inmensa felicidad que me brindas. Con estas palabras, deseo que entiendas que soy completamente tuya; mi cuerpo y alma te pertenecen. Desde mis ojos hasta mis labios, llevan tu nombre grabado, siendo completamente tuya en cada fibra de mi ser.
Al despertar, mis pensamientos se centran en tus hermosos ojos café, un matiz que se vuelve adictivo con cada contemplación. Reflexiono sobre tus labios, marcados por cicatrices que, paso a paso, sanan las heridas del pasado. No estoy segura de ser yo quien las cure, pero me llena de alegría poder probar tus exquisitos labios. Mis noches y días te pertenecen; cada estrella fugaz es un deseo que te incluye. En las noches, mi súplica a la luna lleva tu nombre.
Reconozco que somos jóvenes y que lo nuestro sucedió más rápido que una estrella fugaz. A pesar de ello, nuestra conexión es profunda; somos como dos notas musicales que encajan a la perfección. Esto me llena de felicidad. Entiendo que cargas fisuras de amores pasados y sé que hablar de esos momentos puede ser difícil. Sin embargo, cariño, quiero que sepas que lo estás haciendo bien. Me haces feliz.