Las sábanas ardían en fuego,
Tú eras la llama y yo la hoguera,
Donde nuestras pieles se unían en un solo anhelo.
Me miraste con ojos de deseo,
Preguntándome si podías encenderme en tus manos,
Manos fuertes y tiernas que me sostienen con ternura,
Cada caricia revelando que eres parte de mi alma.
Mis piernas temblaban en tu cercanía,
Tu aliento acariciando mi cuello con suavidad,
Beso tras beso, siguiendo el ritmo de nuestros latidos,
Corazones entrelazados en pasión, en un baile compartido.
Dime que soy tuya con esa voz ronca que amanece,
Solo cuando estamos unidos en esta dulce locura.
Dime que soy el océano de estrellas donde te sumerges,
Que soy todo lo que anhelas.
Mírame hasta que nuestras almas se fusionen,
En este fuego eterno que nos consume y renueva,
Somos dos llamas fundiéndose en una misma danza,
En el vasto universo de amor que entre nosotros se trenza.
