Epílogo.

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Escritora POV.

El castaño siente los nervios en la piel. Las manos le sudan, y su corazón va a un ritmo acelerado mientras acomoda su corbata y se arregla el cabello frente al espejo.

-Todo va a salir bien, Rubén. -Mangel le intenta confortar con sus palabras, sin embargo no causa ningún efecto en el chico.

-¿Y si la cago? Joder, no. -el chico suspira con frustración

-Por favor, déjate de mariconadas. Lo harás bien, confía en ti. -su amigo lo toma de los hombros y lo mira fijamente.- Confía en ella.

Rubén asiente y sonríe levemente. Ese día cumplía tres años de relación con su hermosa peliblanca, y había planeado una romántica cena con velas, y así. Esperaba que ese día saliera todo bien, porque todas las citas que habían tenido hasta ese día habían ido mal. Todas, desde la primera cita, la salida al zoológico, una vez que fueron al cine y los echaron porque Rubén se puso a gritar como nena por la película de terror, o la vez que fueron al parque y al castaño le dio una indigestión maldita que lo tuvo yendo al baño cada cinco segundos. O la última vez hace un mes y medio, fueron a un antro y Rubén terminó con un ojo morado y una contusión grave que lo llevó al hospital por pelearse con un imbécil que se atrevió a tocarle el trasero a su chica. A su novia.

-Ya es hora, ya está todo listo. -Mangel cuelga la llamada que tiene con Luna y le propina un puño amistoso en el hombro de su mejor amigo.- Suerte, hermano.

-Me siento nervioso.

-Es normal. Yo también me sentí nervioso cuando le pedí matrimonio a Luna. Como ves todo salió mejor de lo planeado, tenemos un hermoso hijo de dos años y tres meses. -el trigueño puso ojos soñadores.

Siempre los ponía cuando hablaba de su mayor orgullo, Joseph, su primogénito. Quién lo diría, Mangel siendo un padre. Sorprende de verdad, Luna lo había cambiado por completo. Igual como Memphis a Rubén. Las dos chicas habían cambiado a sus dos chicos para bien.

-Gracias por todo. Te debo mucho, Mangel.

-Para eso son los hermanos. Ahora ve por tu chica. Anda. -le da un empujoncito que impulsa a Rubén, que camina con mayor seguridad.

-Te espero junto a los demás allá. Y de nuevo, gracias. -enuncia Rubén antes de cerrar la puerta de su departamento tras de sí.

Baja las escaleras dando zancadas grandes, y llega al primer piso. Saca las llaves de su auto y se mete dentro. Acelera y en unos segundos está yendo por la autopista congestionada de autos. Se preocupa por no llegar a la hora, sin embargo se tranquiliza cuando se estaciona frente a la puerta de la casa de Sarah. Se baja y bloquea las puertas de su Chevrolet Camaro negro. Palmea el capó con orgullo y se dirige a la puerta de la enorme casa. Toca el timbre dos veces y nuevamente siente nervios. La puerta se abre lentamente, mostrando a Sarah que sonríe ampliamente. Se saludan con un cordial beso en la mejilla y los dos entran.

-Memphis está bajando. No se espera nada de lo que va a pasar. -la rubia da un saltito de emoción.

-Es una sorpresa. -dice él obvio y Sarah arruga la nariz.

-Suerte, chico. Lo harás bien. Nos vemos allá. -Sarah se aleja y se va hacia su cocina.

Unos pasos resuenan por las escaleras y voltea su rostro por inercia. Memphis lleva el cabello en una cola de caballo alta, viste un hermoso vestido rojo largo, con decoraciones plateadas y abierto en la espalda. Le queda precioso y Rubén la contempla hasta que baja las escaleras y se para delante de él (el vestido está en multimedia). Le da un beso fugaz en los labios y le sonríe.

Cat Girl (Rubius) (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora