Bien, era el momento de volver a la terrible realidad. Cuando Keigo tomó consciencia de esto la confiada sonrisa que tenía se fue transformando en una expresión seria.
Solo debía apegarse a su coartada, le mandó mensajes a Bubaigawara antes de salir del hotel para confirmar el envío de los documentos al despacho del Sr. Koan y con eso bastaría.
Cerró los ojos y exhaló con fuerza cuando reconoció el auto que lo recogería. Su expresión agobiada no paso desapercibida para Yokumiru, pero solo exhaló y con la mirada le indico que subiera al auto.
—Ni siquiera voy a preguntar... —no diría más que eso a manera de saludo, permanecería en silencio como siempre, o eso pensó hasta que escuchó a Keigo reir.
Después de tantas conversaciones en monosílabos, por fin había vuelto a escuchar reír al niño de manera sincera.
—Yoku, sabes que fui a una reunión de emergencia, debía cambiarme —Keigo le respondió aún risueño, con el tono de ofensa y falsa inocencia que lo caracterizaba.
—Si claro, yo a tu edad también tenía reuniones de emergencia que duraban todo un día —lo miró con desaprobación, aprovechó el buen humor dándole un golpecito en el hombro.
—No, tu a mi edad eras una niñera terrible y amargada ¿Quién le da de beber a un niño una gran malteada de chocolate, mientras hace papeleo? —volvió a reír por el recuerdo. —He de admitir que nunca he probado una malteada mejor preparada —su sonrisa paso de mostrar diversión a un afecto sincero.
—Era la única manera en la que se mantenía en silencio el niño ruidoso que tenía que cuidar. Apuesto a qué tú no lo harías mejor —Yokumiru se pasó la mano por el cabello, peinándose como una manera de no dejarse llevar por el sentimentalismo.
Keigo iba a comenzar a contradecir el porque haría un buen trabajo cuidando niños hasta que notó que el auto tomó una dirección diferente. Lo primero que hizo fue aferrarse al asiento de forma inconsciente, miraba confundido por la ventana con disimulo, tratando de ubicarse. Ante su comportamiento, Yokumiru lo tomó del hombro para que lo mirara.
—Sabia que no habías visto mis mensajes, pero no que habías ignorado por completo tu celular —mantuvo el mismo tono de voz.
El joven seguía muy confundido, tras procesar con calma las palabras, buscó su celular y lo reviso con nerviosismo. La comprensión y despreocupación se representaron claramente en su rostro.
Yokumiru no sabía, si las expresiones eran muy obvias para él porque lo conocía desde siempre o si de verdad Keigo era muy expresivo.—En serio vas a llevarme con Rumi ¿Y el Sr. Kohan? Ayer me exigió verlo en cuanto me desocupara...
—No llegará a la hora del almuerzo. Me encargo que fuéramos a entregar unos documentos, no requieren presencia de un socio mayoritario, entonces tienes la tarde libre —explicó mostrando los papeles. Keigo lo escaneó con la mirada y luego sonrió.
—¿Es porque desayuné contigo el lunes? —mencionó recuperando su buen humor.
—Llevas todo el mes distante y distraído —respondió Yokumiru alzando los hombros.
No era mucho de mostrar afecto físico, algo contradictorio con la facilidad con la que se le da invadir el espacio personal ajeno, pero Keigo tenía sus excepciones. Cuando iba a abrazar a Yokumiru, el auto se detuvo, unos pequeños toques en la ventana llamaron su atención.
—Vengo a escoltar a un joven apuesto —la voz de Rumi, pretendía ser sería. —No tenía otra opción, no había nadie que soportará su actitud —finalizó con una amplia sonrisa. Abrió la puerta riendo por el gesto de Keigo, que no le dio importancia y saludo a Yokumiru.
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Apocalypse • DabiHawks
RandomKeigo tiene más curiosidad de la que su boca es capaz de retener. Ir por la vida sonriendo es más sencillo que hablar con los demás. Touya no cree soportar que otra persona se vaya de su lado. Es más fácil disimular y pretender que nada te afecta. ㅤ...