-Luces-

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Tres días, exactamente 72 horas desde que había salido de la casa Todoroki y definitivamente no había sido la forma como le habría gustado presentarse frente a Enji Todoroki.

Lo conocía, demasiado para su propio gusto, por lo que estaba consciente de lo imponente que podía ser el alto hombre pelirrojo. Creyó que había quedado al descubierto cuando lo escaneo de arriba a abajo con su severa mirada analítica. Era igual de potente que la de Touya, pero Keigo no mostró la impaciencia que le recorrió todo el cuerpo, al contrario, sonrió con una confianza que combinaba a la perfección con su mirada un poco arrogante.

Luego de ese pequeño momento de intimidación, Touya lo presento a la hermosa mujer de cabello blanco, cuando decía que era hermosa no mentía, en realidad se había quedado unos segundos mirándola y comparando sus facciones con las de Touya. A pesar de que le mostrara una amable sonrisa, no fue suficiente para cubrir el aura de tristeza que rodeaba a Rei Todoroki.
Ese fue otro punto a comparar con Touya, esa sensación de templanza e incluso vulnerabilidad que aparecía en él después de pasar su barrera de privacidad.

Ahora iban en el auto de Touya, hacía lo posible por no pensar en todo lo que le ha estado rodando por la mente desde hace 72 horas, sobre todo no mirar cada centímetro del hombre a su lado para hacer una comparación que resulte bastante lógica y a la vez no lo sea: el como Touya es tan igual a ambos padres que es contradictorio.

Una mano en su rodilla capta su atención pero es lo suficiente capaz de disimular que no acababa de ser sacado de un importante análisis. Desliza su mano más cercana hasta dejarla sobre la que Touya ha dejado en su rodilla, un gesto tan común y romantizado que le es sencillo disfrutarlo plenamente.
Su concentración se fija en lo sensual que se ve Touya manejando; en como el aire mueve los cabellos rojos mezclandolos con los blancos, el como se mueve su manzana de Adán cada que pasa saliva, la velocidad con la que sus ojos se mueven analizando la información del exterior y lucen tan apacibles.

La ferviente necesidad de besarlo creció en su pecho cuando las cejas claras se fruncieron ante la imprudencia de otro conductor y se mantuvieron así por unos minutos, se suavizaron porque se detuvieron en un semáforo, y la intensa mirada con la que lo había analizado, le fue devuelta. Lentamente una sonrisa divertida apareció en el rostro de Touya.

—¿Tratas de intimidarme? —dijo Touya con arrogancia, como si de verdad se sintiera molesto, pero en un tono bajo, el mismo que usaba para un coqueteo descarado.

—Si eso quisiera, hay mejores formas de hacerlo —respondió de igual manera, provocativa, tentadora y retadora.

Después de un breve intercambio de miradas, el semáforo cambio y ambos rieron por la absurda conversación.

Aunque llevaban un buen rato en el auto, y no era el sitio predilecto de Keigo, no hizo preguntas, eso solamente porque no quería otra cosa a la cual darle vueltas en su cabeza. Se limitaría a disfrutar del trayecto, en completa ignorancia del lugar al que se dirigían, y sintiendo los leves movimientos que hacía la mano de Touya cuando debía quitar la mano de su rodilla para mover la palanca de velocidades.

Se dio cuenta de que sí debió preguntar hacia donde iban, cuando se estacionaron en un edificio de fachada elegante. Sabía que no era un hotel, al menos no en su totalidad, pero pudo reconocer que las personas que entraban tenían ciertos requerimientos.

Keigo no podía entrar ahí, así alguien con el estatus de los Todoroki tenía acceso privado, cualquier persona cercano a su "círculo social" también lo tendría. Aunque no había escuchado nunca de este lugar, eso no lo exime de entrar y que alguien ahí lo reconozca.

—Este lugar es privado porque nadie puede hablar de lo que sucede ahí. Es un acuerdo muy serio —las palabras de Touya vuelven a sacarlo de sus pensamientos. Dice lo correcto para hacerlo calmarse, como si de verdad lo hubiera dicho en voz alta.

Apocalypse • DabiHawks Donde viven las historias. Descúbrelo ahora