Capítulo 8: Adoro Cómo Haces que me Moje

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- Por favor detente —le suplicaba—, nos van a descubrir...

- No salí del trabajo para venir acá en vano

Seguí jadeando, mientras intentaba que mi voz no fuera escuchada por nadie más.

- Además —continuaba ella—, me excita mucho el uniforme que traes puesto.... Lo sabes muy bien, nena

Desde hacía tiempo Maggie me dedeaba sin miras de detenerse por ahora.

Estábamos en mi escuela (en la bodega precisamente); ella había bajado mis bragas, tenía mi falda agarrada desde hace rato y sus dedos... adentro de mi humedecida vagina con la finalidad de darme placer.

Sentía sus pechos sobre mi espalda, el calor que emanaba de su piel y su continua respiración sobre mi cuello. Todo esto resultaba tan excitante que me costaba creer que me pasaba a mí.

Tapé mi boca para evitar que se escucharan mis gemidos.... Mis piernas, ya débiles, aguantaban como podían mientras Maggie aumentaba la velocidad de sus dedos.

Después de un tiempo, finalmente me vine. Jadeé como puta y mis piernas no aguantaron más, haciéndome caer en ese preciso instante.

Mientras recuperaba la respiración, Maggie se acercó a mí y me besó en la mejilla.

- ¿Te gustó? —me preguntó

Sólo pude asentir con la cabeza.

- Seguiremos follando cuando salgas de clase. Tengo que volver al trabajo, ya casi se acaba el tiempo de mi descanso

- Está bien.... Estoy ansiosa de que... me sigas mojando el coño como sólo tú sabes hacerlo

Ella me acarició la cabeza y después se marchó hacia su trabajo.

Cuando mi respiración adoptó su previa tranquilidad, decidí arreglarme y, al terminar, regresé a clases.

Horas después, cuando terminé de estudiar, salí de la escuela en dirección a la casa de Maggie.

Por dentro estaba pensativa respecto a qué novedad quería probar con ella esta vez.... Algún nuevo fetiche que podría gustarnos a ambas.

Cuando estuve frente a la puerta de la pervertida, iba a tocar, pero algo me detuvo.

Antes de que mi puño hiciera algún sonido, retrocedí y recordé que cerca de aquí había una tienda de disfraces.

Revisé en mis bolsillos el dinero que me sobraba de mi mesada (no suelo gastarlo mucho) y cuando me percaté que era una cifra considerable, opté por visitar la tienda.

Minutos después de haber hecho mi compra volví a caminar hacia la casa de Maggie.

Toqué la puerta y la mujer me abrió.

Sinceramente me sorprendió un poco cuando la vi; ella estaba despeinada, con una blusa (uno de sus tirantes se deslizaba por su hombro), obviamente sin sostén, usando unos shorts que le marcaban lo evidente y también el cansancio se reflejaba claramente en su rostro.

- ¿Sí? —preguntó ella

- Pues creo que no debo explicar mi motivo para visitarte —le dije

- Sí, es cierto.... Pasa

Entré a su hogar.

Me senté en el sofá, viendo a Maggie dirigirse hacia la nevera y buscar una lata de cerveza.

Ella bebía mientras se acercaba a mí. Su actitud tambaleante al caminar la hacia destacar.

- Perdón si me veo como una bruja —bromeaba ella—. Tuve un día más agotador de lo normal.... Ya sabes, exigencias de mi supervisor, una clientela abrumadora, además de que tuve que pasar una hora intentando convencer a un cliente de comprar uno de los servicios de la compañía...

Me Enamoré de una PervertidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora