- Pero ¿qué acabas de decirme? —le pregunté, confundida- ¡Debes estar de broma, tía!
- ¡Vamos! Es una idea divertida
- ¡Claro que no! ¡Es humillante! ¿Cómo pretendes que yo me vista así y me comporte de esa manera?
Ella no tardó en hacer su típica cara de puchero.
- ¡Te verías bien linda! —respondió Maggie- ¡Y eso me excitaría mucho!
- Por favor.... ¿No se te ocurre otra fantasía sexual que tengas? ¿Algún otro fetiche?
- ¡Es que quiero verte con pañales y actuando como una bebé! ¿Es mucho pedir?
Suspiré como muestra de la irritación que sentía.
- Por favor, por favor. Di que si, Elenita. Dimmi di si
- ¡Ok! Parece que no tengo más opción que seguir tus guarradas...
Maggie gritó eufóricamente, denotando su alegría al yo acceder a su extraña petición.
Acordamos vernos el día de mañana.
Cuando llegó el nuevo día, asistí a clases, mientras me esforzaba mentalmente en digerir la desición que había tomado.
Terminaron las clases y me dirigí a la casa de Maggie.
Al tocar la puerta, ella abrió a los pocos segundos.
Pero esta vez se veía diferente.... Diferente en el sentido de que vestía ropa típica de mamá.
Cualquiera que la viera pensaría que es una madre que acaba de tener un bebé.
- ¿Quieres pasar, cariño? —me preguntó cordialmente
Accedí sin decir nada.
En todo momento Maggie me trató con una delicadeza inusual en ella, casi sobreprotectora. Pensé en que era su forma de allanar terreno para lo que vendría después.
Cuando nos sentamos en el sofá, Maggie me dirigió la palabra.
- Ya que estás aquí, quiero que veas algo
Detrás de su cojín sacó un pañal y me lo mostró alegremente.
- ¡Esto! Se ve lindo. ¿No? Creo que se vería más lindo en ti
- Mujer..., sería demasiado...
- ¿Qué cosa, nena?
- Nada. Déjame usarlo
Hubo un pequeño silencio después de que yo dijera eso.
- En realidad... —decía Maggie-, preferiría ponértelo yo misma
- ¿Qué?
- Así como me oíste. Ahora quítate la falda y los pantis también
Importándome poco el hecho de que ella me estuviera mirando, acaté lo que me ordenó.
Al bajar mi falda y mis bragas frente a ella, mi lugar íntimo quedó visiblemente expuesto.
La mujer se acercó a mí con el pañal y me lo colocó cuidadosamente. Desde que sentí el algodón del pañal, mi piel fue invadida por una extraña sensación.
Tras terminar, mi incomodidad seguía vigente. Esa incomodidad se veía reflejada en el rubor de mis mejillas.
- Te ves tan tierna —me halagaba la pervertida- Tu culito se ve mejor con esto que con una tanga
- Por favor...
- Ahora sólo falta una cosita más
Dios santo. ¿Qué pretende ella ahora?
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Me Enamoré de una Pervertida
RomansaUna adolescente introvertida conoce a una mujer que la llevará a un mundo de placer cargado con una lujuria inimaginable.