Siete años antes Pittsburgh
Lisa
—Espera un minuto. —Miré a Jisoo por encima del hombro mientras levantábamos pesas a la mañana siguiente—. ¿El entrenador te lo ha puesto como castigo por la fogata en la fiesta?
—Me ha dicho que tengo que asistir a tres funciones de la obra Los monólogos de la vagina, una función por cada mujer a la que le falté el respeto en la fiesta, y que les debo veinte disculpas por escrito a todos nuestros vecinos. —Dejó caer las pesas al suelo—. Quiere que corra ocho kilómetros cada domingo por la mañana y cuatro más después de cada entrenamiento hasta el final de la temporada. También me ha dicho que no quiere oír nada más sobre la fiesta después de este fin de semana, lo cual es perfecto, porque significa que puedo celebrar mi último cumpleaños en la universidad exactamente como siempre lo he soñado.
—Por favor, no me digas nada sobre tus planes —dije—. Una de nosotras tiene que ser capaz de hacerse el tonto cuando venga la policía.
—Los polis no tendrán ninguna razón para venir esta vez. —Se rio—. Lo haré en la Costa Norte el sábado por la noche, así que ¿puedo pedirte que seas mi conductor esa noche y me traes de vuelta a mí y a quien esté dispuesto a venir a casa?
—Por supuesto. Iré cuando termine de estudiar.
—Lo flipo. —Se acercó al espejo—. De verdad, no entiendo por qué crees que tienes que sacar todo sobresalientes. Ya no estamos en el instituto.
—Sin embargo, tú todavía insistes en actuar como si así fuera.
—Muy graciosa. —Se rio—. Solo digo que no imprimen las notas en los títulos, y como sin duda recalarás en la liga profesional después de la graduación, no importa qué notas saques.
—No hay nada garantizado —dije, recordando las últimas palabras que mi padre me había dicho antes de morir.
—No hay nada garantizado, salvo que te fichará la NFL entre los cinco primeros y a mí, entre los diez primeros.
Negué con la cabeza y supe que Jisoo entendía más de lo que parecía, pero no podía discutir con ella aquella predicción. Aunque ese año estuviéramos teniendo un rendimiento medio decente, nuestras actuaciones en las tres últimas temporadas habían despertado el interés de los equipos de la NFL, y nuestros nombres se mencionaban cada semana en la clasificación de la ESPN como «Mejores jugadoras universitarias».
—¿Conoces a una chica llamada Jennie del campus? —pregunté, cambiando de tema.
—Conozco a muchas chicas del campus llamadas Jennie. Vas a tener que ser mucho más específica que eso.
—Es de último curso, tiene ojos color avellana y una boca muy aguda.
—¿Tiene el pelo rojo o negro?
—Ninguno de los dos. Es castaño oscuro.
—Espera... —Se dio la vuelta para mirarme—. ¿La Jennie de la que hablas es muy sexy?
—Sí...
—Agg. Sí. —Gimió—. Sé de qué Jennie me estás hablando. ¿Qué pasa con ella?
—Es que... —Me contuve. No quería decir mucho todavía, y no deseaba admitir que estaba luchando por mantenerla alejada de mi mente—. Tengo sesiones de tutoría con ella este año por las clases de literatura.
—Bueno, pues, para que lo sepas, eso es todo lo que conseguirás con ella. —Negó con la cabeza—. Mi amigo Suho, de Carnegie Mellon, me habló de ella hace un tiempo. Jennie está en mi lista negra personal, así que también podrías ponerla en tu lista negra.
—¿Has salido con ella?
—Joder, no. —Parecía ofendida—. Mira. Suho la acompañó a casa después de una fiesta en la casa de la fraternidad una noche del año pasado, y luego ella lo invitó a su habitación. Así que, naturalmente, pensó que eso significaba que estaban a punto de follar, ¿no?
—No necesariamente.
—Sí, necesariamente. —Cruzó los brazos—. ¿Puedes, por favor, encontrar la manera de ser mi mejor amiga Lisa o solo fingir que eres ella hoy?
Me reí.
—Puedo intentarlo.
—A lo que iba: ella lo invita a su habitación, pero en lugar de quitarse la ropa, hace un poco de café. Luego lo lleva a la sala del dormitorio, donde procede a hablarle de sus libros favoritos. Sus libros favoritos. Hasta las cinco de la mañana.
—¿Por eso está en la lista negra?
—Ni siquiera he terminado todavía —continuó—. Cuando finalmente lo acompaña a la salida alrededor de las siete de la mañana, sin ni siquiera un leve indicio de «Quiero mostrarte mi agradecimiento por acompañarme a casa», él le pide su número de teléfono, ya sabes, para «sellar el trato» para la próxima vez, pero ella dice que no. Entonces ella dice que lo invita a que se vean en una galería de arte el domingo.
—¿Tu amigo la vio en la galería de arte?
—¿Estás de coña? —Puso los ojos en blanco—. No. No volvió a hablar con ella, y me advirtió sobre ella para que no perdiera el tiempo. Y ahora te advierto a ti para que no pierdas el tuyo.
—Gracias por perder el tiempo contándomelo.
—-De nada. —Tomó un largo trago de agua—. También he oído que tiene un novio al que es superfiel en otra universidad; así que aunque sea tan tremendamente sexy, no vale la pena que nadie pierda el tiempo.
«Tal vez tenga novio. Eso explicaría su actitud hacia mí».
—En fin —dijo Jisoo—. Hablando de chicas con las que vale la pena que pierda el tiempo, permíteme que te hable por fin sobre las tres chicas de la fiesta.
La escuché a medias mientras me explicaba cada jugada de un fin de semana lleno de sexo, facilitándome detalles excesivos de los que podría haber prescindido. Me interesaba mucho más desentrañar el misterio que suponía Jennie y cómo diablos había escapado a mi radar durante tanto tiempo.
Lo único que sabía con seguridad era que nunca me había sentido tan atraída por alguien después de verla solo un par de veces, y que el hecho de que ella fuera mi mentora durante ese semestre iba a convertirse en un serio problema.
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Day Two - Jenlisa G!P
FanficUn martes, nos conocimos, nos amamos y nos despedimos. Jennie Kim y yo éramos opuestos que se atraían. Pero un día, ella desapareció sin dejar rastro. Siete años después, el destino nos vuelve a unir en otro martes. ¿Qué nos deparará esta vez? Esta...