Capitulo 10
—¿Enviaste al Pelirrojo lejos...?.
—Tenía que hacerlo—Dice Mihawk, paseándose por el salón como si estuviera cansado y atrapado. Crocodile está sentado en el sillón de cuero mirándolo, el fibroso aroma de los granos de cacao flotando desde su cigarro—Estaba demasiado apegado.
—Entonces, ¿lo echaste?.
—Algo como eso. Fue necesario.
—Porque tenías miedo de contagiarte lo que él ha tenido desde el principio, ¿no es así? Bueno, odio decirte esto, Ojos de Halcón, pero tú también lo has tenido durante meses. Tal vez incluso tanto como él.
—No seas absurdo. Y deja de hablar de ello como si fuera una enfermedad—Regaña Mihawk.
—¿Por qué? Así es como lo estás tratando, como algo que hay que eliminar. Como algo que se puede recortar.
Mihawk abre su navaja y luego la cierra. La abre, la cierra y así repetidas veces—Lo terminé tanto por él como por mi. Llevar el corazón en la mano, como tú, Crocodile. Eso es lo que lleva a tomar malas decisiones.
—Normalmente me sentiría ofendido por ese comentario, pero obviamente estás desconsolado, así que lo dejaré pasar.
—No tengo el corazón roto—Se burla Mihawk.
Cocodrilo asiente consoladoramente—No claro que no. Lo creo absolutamente. Ah, y siendo honestos, tengo una propiedad frente al mar en Alubarna.
—Que te jodan. No tengo que tener el corazón roto para saber que las personas que dan partes de sí mismas resultan heridas.
—Y es por eso que mantienes tu corazón encerrado en una bóveda de acero, ¿verdad? Encerrado tan fuerte que resulta asfixiante. Está hambriento de amor...
—No seas melodramático.
—... tan jodidamente asustado que no sabes qué hacer.
—¿Asustado?.
Mihawk se detiene y mira a su amigo. El cuchillo cruje y se rompe, pero Crocodile no se inmuta.
—Sí.
—La gente tiene que dejar de hacer suposiciones infundadas sobre mí—Dice Mihawk enojado—No me entra el pánico, no tengo ansiedad y no le tengo miedo a Shanks el pelirrojo.
—Sí a ti. Te aterra amarlo más de lo que él te ama a ti, porque no crees que lo mereces...
—Crocodile.
—¿Sí?.
—Lárgate de mi casa.
.
.
Pasa una semana, luego dos, y Mihawk retoma su vida ante Shanks. O lo intenta, excepto que ahora todo en la casa le recuerda a Shanks. Hay huellas de él por todas partes, y recuerdos en ausencia de sus sandalias tiradas al azar en el vestíbulo; de residuos de pasta de dientes en el lavabo de arriba; de cocos en un recipiente sobre la encimera de la cocina. Mihawk odia el sabor del coco, pero sale y compra un paquete sólo para tenerlos en ese maldito cuenco.
ESTÁS LEYENDO
The Last of the Wine [Traducción Español]
FanfictionEl soltero solitario Dracule Mihawk se horroriza cuando la propiedad de al lado se vende y de repente se enfrenta al repugnante hecho de que ahora tiene un vecino. Un vecino muy ruidoso y alegre que tiene como misión convertirse en amigo de Mihawk (...