O11.

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El iris índigo de sus ojos resplandecía ante cada prenda que le era exhibida. De rodillas sobre la cama, leyó las etiquetas de cada bolsa que le rodeaba. No las conocía, pero concluyó eran costosas.

Carla se sentía augusto por la buena elección, cada sonrisa en Jimin — una más amplia que la anterior— demostraba la inmensa gratitud que sentía. Jimin no daba más de dicha, recordando que en su corta vida nunca le habían hecho un obsequio. Toda la indumentaria que en su hogar le brindaban era por labor. Más que algo de su propiedad, lo era de su padre.

Buenos tratos, comodidad y desayunos a la habitación, eran los detalles que había aprendido por dos semanas a tolerar sin sentir era un fastidio. La naturaleza modesta que le pertenecía tendría que cambiar, su acompañante actuando con rigor para persuadirlo.

Jeongguk contemplaba lo que ocurría desde la puerta, una acción que hasta esas alturas era bastante normal. La inspección que él ejecutaba siempre era severa, atento a cualquier interacción de Jimin, incluso si se trataba de alguien de la misma misión.

—Ha pasado el mediodía y aún no te preparo algo para comer —Carla echó un ligero vistazo a su reloj de muñeca.

Tomó prenda por prenda doblándola, devolviéndola a su respectiva bolsa con delicadeza. Jimin se acercó para ayudarle sin dejar de lucir risueño, sentía solo podía devolver aquel gesto brindándole ayuda sin importar le dijera no era necesario.

—¿Qué quieres que te prepare?—observó expectante—. Pide lo que sea.

—Cualquier cosa está bien, no se preocupe —Jimin bajó de la cama, cabizbajo.

Planchó las diminutas arrugas de su jardinera azul marino. Estaba avergonzado y no podía disimular. Las regalías habían sido suficiente por el momento, no podía aceptar excederse.

—Oh, vamos, no seas tímido.

—Jimin es adicto al queso —comentó Jeongguk, cruzando el umbral de la puerta por completo—. Así que cualquier alimento que lo contenga, está bien para él.

Jimin le miró sorprendido, admirándole con un visible fulgor alrededor de sus fanales celestiales. Le gustaba esa faceta, Jeongguk era un hombre bastante observador, despertando sus instintos curiosos e indagar qué otras cualidades notó de su persona.

Okay —Carla asintió, caminando hacia la salida—, cuando esté listo te llamaré para que bajes.

—No podrá ser posible —Jeongguk intervino—, llevaré a Jimin al auditorio. Así que le llevas la merienda cuando te lo ordene.

Carla controló el impulso de girar los ojos ante el comportamiento déspota y autoritario que siempre utilizaba con ella. Previo a aceptar la propuesta y someterse bajo el resguardo de la residencia, la conducta y mal humor que Jeongguk poseía explícitamente le fue advertida personalmente por Namjoon. Enfatizando que si al manes quería llevarse bien con él, tendría que soportar su carácter a veces intolerable.

Sin más, se alejó, cerrando la puerta tras su espalda. Adentrándose a los pasillos, murmuró un sinfín de insultos, deseando pagar una fortuna porque se le permitiera gritarlas en aquel rostro dictador e inexpresivo.

—¿Te ha gustado lo que compré para ti? —Jeongguk gozó del silencio repentino.

Introdujo las manos bajo el calor de sus bolsillos, desplazándose con lentitud por la habitación, dando una breve ojeada por la ventana, perseverando una contestación.

—Sí, señor. Muchas gracias.

—¿Te gustaría estrenar alguna en particular?

—¿Puedo?—alzó el rostro, emocionado.

—Por supuesto. Esta ropa desde hoy te pertenece, puedes utilizarla cuando quieras —se acercó a la cama, escogiendo una bolsa en especial. Saco una prenda y la levantó—. Esta la elegí yo.

Jimin observó como gran parte de la tela caía, luciéndose. Un ostentoso jersey largo de cuello cisne con una tonalidad vainilla le era mostrado. Era el único en ese estilo y en cuanto lo miró por primera vez, supo sería adecuado para hacer lucir el cuerpo diminuto y delgado de Jimin sereno y sutil. Era el prototipo indicado para combinar con su pálida piel y cabello dorado.

—Cuando lo vi, no pude evitar imaginarte llevándolo puesto —relamió sus labios. La fugas representación de la tela cubriendo hasta la mitad de los muslos, luciendo el largo de sus piernas era más que tentador—. Te verás magnifico en él.

—¿Quiere que me lo pruebe?

—Me encantaría.

Jimin aceptó la prenda con la intención de dirigirse al baño, pero la mano de Jeongguk sobre su hombre derecho le detuvo.

—Desvístete frente a mí —exigió.

Jimin giró sobre sus pies morosos, topándose con el amplio pecho de Jeongguk frente a su rostro. Levemente izó la cabeza para mirarle fijo, de entre sus labios susurrando palabras que jamás creyó diría con osadía. Estaba sorprendido de su propio arrebato.

—Desvístame usted.

En los ojos de Jeongguk no pudo más que percibirse hambre, vislumbrándose un leve centelleo cruzar por ellos a la hora de escuchar los vocablos perfectos e incitadores.

Perdiéndose en una infinidad de fantasías a través de la mirada que en diversos momentos se tornaba esmeralda, se aproximó destruyendo por completo la contigüidad que les separaba por escasos centímetros, otorgándole a Jimin el placer de aspirar el exquisito aroma a lavanda que su vestimenta poseía.

Ambas mejillas febriles se rozaron en un tacto delicioso, impregnado de galanteo y necesidad. Jimin cerró los ojos y giró el rostro hipnotizado, necesidad escapando de cada poro de su piel, implorando por un poco más de aquel bien recibido contacto íntimo, percibiendo como las comisuras de sus labios entreabiertos se relacionaban cuidadosos junto a los adversos.

El sonido de los broches desprendidos captó su atención. Los dedos de Jeongguk bajaron las correas de la jardinera con agilidad, hasta ver como la espesa tela caía y acariciaba los pies descalzos de Jimin. Cogió la delgada camiseta blanca en unión con el atuendo y la despojó por sobre su cabeza. El cuerpo de Jimin rugió en desacuerdo en cuánto advirtió la lejanía de Jeongguk, notando una escasa sensación de frío y soledad.

El requisito de cubrirse frente a Jeongguk como cada vez que alguien extraño le miraba desnudo, no surgió. Es más, esperó quieto y expectante ante el juicio de sus líneas semi curvilíneas.

No comprendía por qué la presencia de Jeongguk no le atemorizaba o desagradaba. Aun cuando una voz misteriosa y latente le advertía no tenía buenas intenciones para consigo.

#1 CONTROL MENTAL ✿ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora