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Park Baek contaba un fardo de billetes echado sobre el sofá, un gesto complaciente se ampliaba sobre su rostro a medida que el número incrementaba. Hace menos de veinte minutos unos de los magnates más proclamados en la industria por***no***gráfica les había halagado con su ostentosa presencia, pavoneándose con una propuesta en los labios. Pedir los servicios de Jimin era el objetivo. Se negaban a recibir un no como respuesta asegurándose de alzar dos maletines repletos de billetes, bajo sus pestañas divagando la victoria cuando los ojos de Baek resplandecieron. No existía consideración en el desacuerdo rotundo de Jimin y su esposa al enterarse, no cuando él era el jefe.

Se llevarían a Jimin por dos semanas a Miami. Él no podía sentir más que horror, jamás salía de casa a menos que fuera con su madre por las compras del mes.

— ¿Cuánta ropa crees que necesite llevar? —Park Soo dirigió la atención al hombre recargado bajo el umbral de la puerta de la habitación de Jimin. Tenía los brazos cruzados sobre su regazo y una sonrisa brillante en los labios.

— Lo que menos necesitará será ropa —Sorna había en su tono de voz.

Baek escrutó a su hijo con la mirada, se hallaba sentado en la orilla de la cama jugando con sus pies que colgaban. El placer prontamente le circundó en un leve instante de reflexión, sintiéndose complacido consigo mismo por el mando que ejercía sobre él. Jimin era tan sumiso.

— Recuerda que debes ser obediente con el señor Lester, ¿Entendido? — Jimin asintió—. Eres maravilloso, estoy seguro que dejarás a todos impresionados como siempre.

Eres maravilloso. Como aborrecía aquella frase, era inevitable fruncir el gesto cada vez que la oía. Repugnante.

— ¿Quieres venir a escoger las prendas que llevarás? —Preguntó su madre, con la intención de desviar el tema que tanta incomodidad causaba.

La idea de dejar a Jimin ir al encuentro inminente con la mor***bo***sidad de desconocidos, no le agradaba en absoluto. No era quien para sentir arrepentimiento cuando presenciaba los engorrosos escenarios que su esposo hacía con él, pero era diferente, dentro de la casa podía supervisarle, a cientos de kilómetros no.

Jimin posó sus ojos azulados en ella. Sonriendo tímidamente, negó.

— Estoy bien aquí, mamá.

— Quita esa mal***dita mueca del rostro, Jimin —Gruñó papá—. Solo serán dos semanas. Gracias a eso tenemos bastante dinero en nuestros bolsillos.

Nada de lo que decía importaba, mucho menos si Park Baek no compartía el dinero ganado con nadie, ni siquiera con su familia.

— Jimin, cariño —Su madre le presionó el hombro izquierdo—. Ve a darte una ducha.

La tarde continuó y con ello la salida fuera de la ciudad se aproximaba. Su madre le había sugerido dormir, y aunque se esmeró en intentarlo, no lo logró. El miedo le envolvía feroz, si tan solo pudiera negarse o persuadir a su padre de la mala decisión que había tomado. Quería contrariarle sin importar la paliza que se ganaría como consecuencia de un acto que por bastante le fue advertido, pero era un vil cobarde.

En un intento por tranquilizarle, su madre comentó lo hermoso que era Miami: «Allí el sol brilla con vigor en lo alto del cielo —le susurraba a medida que le cepillaba el cabello húmedo—. El mar es inmenso, despejado y refrescante». Pero era en vano fantasear al respecto, él iría a entregar su cuerpo a completos y desagradables desconocidos.

El sonido del timbre se impregnó fugas entre las paredes de la residencia. Jimin apretó la tasa con té al borde del desespero, permitiendo que el pánico le controlara. Su madre dio un casto beso sobre su frente y susurró todo estaría bien.

#1 CONTROL MENTAL ✿ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora