Hace cinco semanas atrás, si a Connor le preguntaban qué era lo sobrenatural su respuesta automática sería hablar sobre alienígenas y teorías conspirativas.
Connor había conocido a Evan por casualidad -llámenlo destino- un día que había peleado con sus padres.
Connor había abandonado su casa luego de las incesantes peleas de sus padres. Su padre había sido un combatiente en la guerra de la triple Alianza, teniendo que dejar sola a su esposa y su hijo el cual aún era demasiado pequeño. Él no lo quería, pero habían reclutado a todo hombre que se encontrará en las tierras a pelear.
El padre de Connor había vuelto de la guerra con múltiples heridas y una pierna completamente disfuncional debido a una mina del territorio, pero dicha batalla había dejado repercusiones en su padre más allá de las físicas. Sus cambios de humor eran casi diarios y era un milagro el día en que su padre se encontrará indulgente.
Su madre hacía todo lo posible para llevar la situación pero en ocasiones, las actitudes violentas de su esposo repercutían negativamente en ella y las trasladaba directamente a su hijo.
En esa ocasión, quien había discutido directamente con su padre fue Connor.
Connor, en ausencia de su padre, se había convertido en el hombre de la casa, quien a su corta edad contribuía económica y socialmente. En ocasiones habían querido que Connor contrajera matrimonio, pero la negativa de dejar sola a su madre hizo desistirlo de cualquier mujer presentada. No solo porque algunas de ellas se encontraban siendo incluso mucho menores que él, sino también porque se aferraba a una infancia que se negaba a dejar ir.
Luego de la llegada de su padre a su hogar nuevamente, hubo altercados entre ambos hombres. Siendo estos totalmente territoriales, decidiendo quien era el hombre de la casa realmente.
La mayoría del tiempo el que ganaba era su padre, demostrando su completo dominio y dejando a Connor como el niño el que debe obedecer y respetar. Eso no quitaba que Connor diera pelea hasta el último momento.
Luego de gritos, insultos y maltratos físicos, tanto de parte de su padre como de Connor, el chico decidió abandonar la casa.
No era la primera vez que lo hacía, solía quedarse en la casa de una dama a la cuál le habían ofrecido su mano en múltiples ocasiones. La mujer tenía un notorio enamoramiento en el joven Connor, de quince años en ese entonces.
Tal vez era su rebeldía y su gran autoridad pese a su temprana edad lo que hacía que muchas jóvenes no comprometidas quisieran desposarlo apenas tuvieran la más mínima oportunidad, y el hecho de que Connor las rechazara casi constantemente parecía ser una invitación a seguir insistiendo.
Esa noche caminaba directamente hacía la mansión de la mujer (a la cuál lejos de considerar una esposa, la tomaba más como una gran amiga), cuando escuchó una tos áspera, como de un perro, viniendo de la catedral. Era un chico.
Connor se volvió y observó al chico. Con su cabello rubio sucio y mojado, estaba sentado, casi desparramado, en la puerta de la catedral del pueblo.
Connor decidió ignorarlo y continuar con su camino, la mayoría de las veces los hombres que se encontraban ebrios a mitad de la noche no eran algo con lo que querías toparte, y con toda la rabia que Connor tenía reprimida, uno de los dos terminaría gravemente herido.
El chico volvió a toser, esta vez mucho más grave y escupió sangre. Estaba terriblemente enfermo.
Ese fue el primer pensamiento de Connor al observarlo. Se dijo a sí mismo que no era un ebrio, sino alguien que necesitaba ayuda.
Entonces su consciencia no lo dejaba abandonar al chico en esa situación. Demasiadas veces había pisado esa iglesia como para abandonar a un hijo de Dios delante de su padre.
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Crónicas de la magia: El reino de las sombras
Viễn tưởngCon la mente poseída de traumas y con fantasmas arrastrando su pasado como eslabones, cada día parece ser el último. Con la prohibición de los híbridos y el inevitable ascenso de ellos, solo existe una frase que predomina: "No confíes en nadie".