Colmillos, piel de lobo y manos mágicas.
La luna llena estaba siendo un problema, uno con el que no querían lidiar en ese momento. Si los amigos de Evan simplemente se quedaran en sus casas como se esperaba de ellos, ella no tendría que estar en esa situación.
Él corría, tanto como sus patas peludas se lo permitían, escapando sin rumbo fijo.
Sus pies ensangrentados, un olor que podía distinguirse desde lejos por lo putrefacto que era. Él lo estaba persiguiendolo por ese mismo olor.
El lobo cayó al suelo en cuanto el chico se tiró sobre él. Sus grandes y afilados colmillos se mostraron cuando abrió su boca, listo para devorar. Sus ojos se oscurecieron de un color sangre mientras que las venas debajo se teñian de negro.
La chica, que venía justo detrás de ellos, lo tomó por el cuello de la camisa y lo empujó contra el suelo, impidiendo comerse al lobo en el piso.
El lobo se retorció, aullando de dolor y luego sus ojos dorados se encontraron con los de la chica. Brillaban del mismo color, solo que la chica demandaba más, haciendo que el lobo dejara de quejarse y se recostara sobre el suelo. La chica volvió hacia el chico que tenía entre sus manos: era Evan, el único amigo que tenía y que, casualmente, estaba tratando de matar a uno de sus amigos.
—¡¿Quieres comportarte?!— La chica gritó, ya estaba cansada de perseguirlos.
Los ojos de Evan seguían del mismo color, no había una pizca de blanco en ellos. Su mandíbula crujía de lo fuerte que estaba apretandola. Sus colmillos demandaban alimento y la chica no quería dárselo.
Tenía la fuerza para detener a un vampiro y a un hombre lobo, pero no quería seguir más en este correteo donde el lobo feroz era el juguete del destripador. Simplemente quería irse a su casa y estos chicos no la dejaban irse en paz.
El lobo se levantó, listo para arremeter contra el chupasangre. No estaba plenamente consciente que iba a matar a su amigo, pero su amigo tampoco lo estaba así que era solo cuestión de supervivencia.
La chica se levantó del suelo, soltando al vampiro y permitiendo que siguieran con su inútil pelea.
—¡Suficiente!— gritó.
Una onda de magia se expandió hasta llegar a los chicos y hacerlos caer metros más atrás. Le hicieron perder la paciencia.
Ambos chicos volvieron a como estaban antes de medianoche, Evan recuperó el marrón común de sus ojos y el hombre lobo lentamente estaba volviendo a ser un hombre. El único inconveniente era que el más doloroso de sus cambios era el del lobo, lo que hizo que rápidamente tuvieran que ayudarlo.
—Jade, lo lamento— Evan comenzó a disculparse, las lágrimas corrían por sus mejillas—. No quería lastimarlo, no sabía que su trasformación me haría ceder, lo siento tanto.
La chica seguía intentando ayudar al lobo, que estaba gritando de dolor mientras estaba obligandose a cambiar. Trato de sujetarlo y levantarlo pero el simplemente trato de morderla, el dolor era insoportable.
—¡¿Quieres dejar de llorar y ayudarme?!— suplicó, no quería lastimar al chico porque sabía que Evan no le gustaría, pero se estaba quedando sin recursos.
Evan miraba entre la chica y su amigo y simplemente se desplomó, estaba entrando en una crisis nerviosa y sus lágrimas no lo dejaban ver lo que estaba pasando. Trato de vociferar algo para ayudar pero simplemente no pudo, no podía dejar de llorar. Estaba sintiendo que su pecho se cerraba y que la culpa lo estaba devorando vivo.
La chica lo miró con enfado, que él estuviera alterado la estaba alterando a ella también. Pero no dijo nada, su prioridad era otra. No podía dejar que hubiera un hombre lobo en su primera transformación haciendo revuelo por ahí. Tampoco necesitaba un vampiro arrepentido que no podía formular una palabra.
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Crónicas de la magia: El reino de las sombras
FantasyCon la mente poseída de traumas y con fantasmas arrastrando su pasado como eslabones, cada día parece ser el último. Con la prohibición de los híbridos y el inevitable ascenso de ellos, solo existe una frase que predomina: "No confíes en nadie".