A puerta cerrada

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"Tu amor es como una joya falsa, cayendo del cielo
(Es eléctrico)
con píxeles futuros en fábricas alejadas
(Oh, ahora otra vez)..."


-Rhinestone Eyes, Gorillaz.

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Los rayos del sol dando directamente a su rostro hicieron que Adán abriera perezosamente sus ojos para darse cuenta que estaba en un lugar que no reconocía. Por instinto, revisó debajo de las sábanas para darse cuenta que si bien seguía su escasa vestimenta allí, no había rastro alguno de una sustancia rara resbalando por sus muslos.

Un suspiro de alivio brotó de sus labios y sólo entonces pudo relajar sus hombros, repasando cada rincón visible de aquel espacio.

Era de un mármol blanco, aunque todo en la habitación lo era. Existían atisbos de dorado y mármol rosa pero en su mayoría todo era blanco. Adán se estiró con pereza sobre la cama, olvidando que estaba casi desnuda para percatarse que una mujer de impresionante aspecto le observaba desde el umbral de la puerta.

Hera soltó una pequeña risa al ver que Adán actuaba como un felino. Durante la noche no fue capaz de cerrar los ojos, temiendo que Zeus le visitara y la encontrara.

Por lo que se mantuvo fuera de la recámara velando por la seguridad de Adán hasta que vio los primeros colores del amanecer, momento en el cual abandonó su posición para darse un baño y después de arreglarse, conseguir que las ninfas hicieran un desayuno ligero para la humana, mismo que se encargó de llevar pero se detuvo viéndola, preguntándose si estaba bien entregar a la creación más perfecta que había existido sobre la faz de la tierra a su estúpido marido.

"Adán es tan pura, como el blanco que rodea la habitación... No puedo concebirle siendo mancillada por Zeus y después desechada, como una muñeca rota..."

-Veo que estás despierta, ¿Dormiste bien? -Adán miraba indiferente a su alrededor, no comprendía la amabilidad de la diosa, mucho menos después de saber quién era.

"¿No se supone que quiera matarme? Aunque si me preguntan, primero muerta a acostarme con el anciano..."

-¿Por qué eres amable conmigo? -La delicadeza no era una cualidad de Adán y entre más rápido supiera las intenciones de aquella diosa, sería mejor para ella. Tristemente, sabía que los dioses no eran benevolentes por deseo propio, menos si se trataba de un humano y mucho menos si era una mujer.

Adán conocía bien el espiral de locura y celos que rodeaba a Hera. Nunca había tratado con ella, pero ese detalle era difícil de ignorar siendo mujer.

Hera suspiró, atravesando la habitación con la elegancia que le caracterizaba para dejar la bandeja con fruta finamente picada, yogurt natural y miel sobre una cómoda cercana a la cama, tomando asiento pero respetando el espacio de Adán.

-No suelo tener amigas, las pocas mujeres que me rodeaban terminaban en la cama de Zeus. A veces por deseo del bastardo, otras por el suyo, pero al final del día seguía sintiéndome traicionada por ellos. Al parecer mi imagen está muy dañada por el dolor que se me causó -Adán bajó la mirada sin saber qué decir puesto que la diosa tenía un punto. Nadie parecía conocerla, todos rápidamente asumían que se trataba de una esposa posesiva y celosa hasta de su propia sombra, sin embargo, nadie se atrevía a indagar en la psique de aquel ser divino que al final del día, seguía siendo una mujer.

Un ser frágil, inocente y el cual conoció la crueldad que se esconde en el universo desde muy joven.

-Lo siento... Yo no...

𝑺𝒉𝒐𝒘 𝑴𝒆 𝑳𝒐𝒗𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora