Incertidumbre

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"...Entonces, te quedas tirada en el polvo,
salvo que yo te apoye.
Tú eres un girasol,
creo que tu amor sería demasiado,
o te quedarás tirada en el polvo,
salvo que yo te apoye.
Tú eres el girasol.
Tú eres el girasol..."

-Sunflower, Post Malone & Swae Lee.

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A pesar de haberse llevado a cabo 5 bodas, nadie comprendía cuál era el medio por el que se seleccionaba a los siguientes en casarse, pero aquella noticia no puso de mejor humor a Leónidas que golpeó con más fuerza el saco de boxeo que tenía pegada una foto de Apolo en él.

-¡VAMOS LEÓNIDAS! DESTROZALO -Geiravor sonreía divertida viendo cómo aquel saco era golpeado bruscamente por su amada reina y guerrera espartana, preguntándose si de verdad debía entregarla porque estaba claro que la monarca mucho aprecio por el sol más dramático que conocía, no había.

Por el lado de Leónidas, conforme el sujeto gritaba en la canción, ella golpeaba más fuerte el saco, irritada por lo humillada que se había sentido con aquel molesto dios al ser atada e insinuar un embarazo cuando eso ni siquiera debía estar a discusión.


"La embarazada probablemente sea Qin... Sasaki tal vez, pero yo no"


La valquiria estaba extasiada oyendo aquella música a la par que veía a los demás soldados de su amada reina entrenando arduamente, como si se prepararan para lanzarse encima de ese molesto rayo de sol a medio día, distrayéndose con ello en lugar de pensar en que, por mucho desdén que Leónidas pudiera proyectar hacia Apolo, lo cierto era que le dolía cada que el dios sujetaba por la cintura a la humana y se besaban.

Leónidas podía parecer firme en odiarlo, pero sus acciones delataban algo más allá de un "voy a matarlo".

Tendría que estar demasiado ciega como para no ver que existía un sentimiento mutuo entre ellos.
Sin embargo, aún sabiéndolo, la valquiria no se rendía y por ello disfrutaba pasar sus días entrenando con Leónidas reparando los sacos de boxeo, afilando lanzas e incluso buscando las espadas más filosas para su reina.

Pero no importaba lo que hiciera, siempre estaría a la sombra del molesto sol de medio día.

-¡LEO! ¡AL FIN TE ENCONTRÉ GATITA! -Leónidas contó hasta diez y en cuanto sintió los brazos del dios rodeándola, dio un puntapié seguido de un puñetazo haciendo que Apolo pegara un quejido de dolor al ser recibido de aquel modo.

-Piérdete idiota. Nos vamos a casar, déjame en paz por esta semana maldición -Apolo echó la cabeza hacia atrás un momento para sujetar su nariz y después de unos minutos volvió a ser el mismo dios impertinente que era, utilizando los hilos de Artemisa para atar a la monarca y de ese modo poder abrazarla.

-¡Tenemos mucho que planear bello girasol~! Además mi madre insistió en que debía conocerte y debo presentarte a Artie -La cara de Leónidas delataba lo insufrible que sería convivir con la familia del dios, pero pese a todo, no hizo nada por liberarse y sólo haciendo una seña con su mano se despidió de su ejército dejándoles solos otra vez.

-Supongo que debemos acostumbrarnos a que el dios Apolo siempre aparezca de forma inesperada y se lleve a nuestra reina... ¡ESPARTANOS, DEBEMOS SEGUIR ENTRENANDO PARA DEFENDER A NUESTRA REINA Y AL PRÍNCIPE!

Geiravor puso los ojos en blanco después de oír aquello, harta de oír sobre un supuesto vástago entre su humana y ese molesto dios. Lo peor era que los demás soldados creían firmemente que su reina estaba embarazada y por ello prosiguieron con el entrenamiento, aumentando el mal humor de la valquiria que sólo comenzó a sobre pensar en que quizás, existía la posibilidad de ello.

𝑺𝒉𝒐𝒘 𝑴𝒆 𝑳𝒐𝒗𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora