Todavía no confiamos en ti

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"...Ella es un bicho raro (Te rompimos el corazón desde el principio)
Mala y loca, sí
Todavía no confiamos en ti (Para siempre)
Todavía no confiamos en ti (Has estado solo desde el principio)..."

We Still Don't Trust You. Future, Metro Boomin & The Weeknd.

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Residencia del Hellheim.


Hades debía de admitir que desde su unión con Qin, no había tenido tiempo suficiente para apreciar la belleza de su esposa. Normalmente abrían los ojos al mismo tiempo y después de saludarse, comenzaban a poseerse mutuamente hasta que las sábanas terminaban siendo un desastre.

La noche anterior gracias a un par de copas de vino mientras revisaba su papeleo pendiente, el dios terminó yendo a su habitación encontrándose con Zheng en una bata de seda negra que resbalaba por sus hombros de tal modo que podía ver ese exquisito tatuaje qué solía besar cuando la hacía darle la espalda mientras que él se saciaba con ella de aquel modo para recibir un suave quejido, significando el comienzo de una orgía pasional entre ambos esposos hasta el amanecer.

Tal y como anoche, por lo que le pareció casi un milagro haber despertado primero, razón que aprovechó para observar el bello rostro durmiente de Ying Zheng. Hades trazó con delicadeza aquel tatuaje de ciempiés sobre la mejilla de su esposa, maravillado por la suavidad de su piel y la palidez de la misma, como si se tratara de una muñeca de porcelana en lugar de una humana.


“Qin realmente no es cualquier humana…”


Era la primer emperatriz de China, aquella que logró unificar reinos independientes y volverlos una poderosa nación. Alguien con una habilidad única en el mundo…

Misma que solía usar en sus encuentros íntimos para que ambos deliraran por el otro. Una de las peculiares fijaciones de Hades cuando se encontraban solos, así como el atar esos bellos ojos celestes que parecían estrellas en el firmamento gracias a la tenue luz que se colaba a la habitación.

Sin embargo, había mañanas donde Qin, después de una fabulosa noche, despertaba para correr al sanitario y empezar a devolver todo lo que hubiese en su estómago. Ligeros cambios como aquellas náuseas matutinas alimentaban la creciente preocupación de Hades con respecto a la salud de su emperatriz y reina. Aún seguía revisando las cláusulas del contrato que habían firmado mucho antes de comenzar la locura de desposar a sus contrincantes, temía que la aquejara una enfermedad mortal y ni siendo la esposa de un dios, pudiera salvarse.

Qin seguía luciendo hermosa pese a que su piel se encontraba más pálida y una parte del día lo pasaba dormitando. Para Hades, era sumamente extraño que Zheng se comportara de aquel modo, por lo que siguió acariciando ese bello rostro durmiente, mordiéndose el labio al ver las marcas de sus dientes en la piel desnuda de su esposa.

Anoche había sido glorioso el tener como privilegio que la primer emperatriz de China le ocupara como semental, cabalgándolo hasta quedar satisfecha y después ser ella quien rogara ser empotrada contra lo que fuera con tal de sentirle dentro llenándola de su semen.

Sin embargo, nada se podía comparar con ver aquella belleza real durmiendo entre las sábanas oscuras de seda que se resbalaban por sus hombros revelando una serie de marcas rojizas hechas por él, así como aquellos pechos que se moría por tocar una vez más, pero claro, cuando Qin estuviera despierta.

𝑺𝒉𝒐𝒘 𝑴𝒆 𝑳𝒐𝒗𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora