Anhelos

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"...El tiempo no pasa
Ese momento no llega
Quemando todo lo bello que heredé de ti
Deja que la llama se apague ahora
Mi herida no sana
Mi pelea no termina hablándome constantemente dentro de mí
Deja que tu voz se calle ahora..."

-Geçmiyor Zaman, Nilipek.

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Los suaves suspiros de Shiva llenaron la habitación ya que la diosa se concentraba en vivir al máximo su vida como una mujer casada en compañía de su esposo y aunque sabía que se había puesto sellos en el vientre para no embarazarse, le era sublime ver la dedicación de Raiden a intentar preñarla.

Cansada pero satisfecha en aquel sentido, la diosa se puso de pie con demasiada torpeza viendo con deleite como de sus piernas se escurría la esencia de su rikishi, llevando desvergonzada como era su mano a fin de probar algo de ella para sonreír.

-Eres tan dedicado a tus deberes como mi esposo... Lo hicimos tantas veces por muchas horas que aún me sorprende el hecho de que se sienta tan caliente... -Shiva se inclinó para dejar un pequeño beso en esos labios carnosos que no se cansaba de besar cuando estaban en la intimidad de su habitación y en cuanto se dispuso a ir a tomar una ducha, pudo oír el ajetreo de la ciudad de Mumbai en su propio templo gracias a que en él aún seguían viviendo Parvati, Kali, Durga y Rudra.

Quizás no sonaba muy sensato que sus ex parejas siguieran bajo el mismo techo, pero Shiva no tenía corazón para echarlos y mucho menos si eran tan cercanos a Ganesha. Su hijo había pasado por tantas cosas que no podía obligarlo a cortar lazos con su familia ni mucho menos con su madre biológica, recayendo en el hecho de que Parvati siempre sería adorada y respetada por darle a su preciado Nesha.

Sin embargo, parecía ser que el japonés no tomaba demasiado bien aquello, razón por la cual Raiden se hacía más apasionado al entrar a la alcoba. No le molestaba recrear la biblia de su panteón con su esposo, disfrutaba tener el miembro del japonés tan enterrado dentro de ella que le dolía cuando tenía que sacarlo ya que le sentía como algo que le pertenecía a su cuerpo para sentirse completa.

No obstante y algo que empezaba a notar con el pasar de los días era que su luchador de sumo insaciable comenzó a tener cierta particularidad por marcarla cada que tenían sexo. Shiva suspiró resignada en cuanto divisó su cuerpo desnudo por el espejo de la habitación. Había demasiadas marcas rojizas, así como de sus dientes en su cuello, hombros y por supuesto, donde se encontraban aquellos sellos que ahora gracias a la imprudencia de su esposo, debía dejar descubiertos para camuflar el que Raiden estaba sacando ese lado tan extraño pero que siempre había existido en él desde siempre.


"Supongo que si le digo que no los haga, de todas formas hará lo que quiera..."


Entre pasos torpes y separando sus piernas en todo momento, logró llegar al cuarto de baño, ronroneando por el exquisito aroma de las sales de baño y el aceite de caléndula a su disposición. Su sonrisa creció al ver que había cerca aceite de argán ya que ansiaba un momento de relajación y ese siempre ocurría cuando trataba su larga cabellera tan oscura como los ojos que se clavaron en ella causando un escalofrío en su espina dorsal y entonces vio a su esposo en el umbral del cuarto de baño viéndola.

Raiden despertó en cuanto no sintió la presencia de Shiva, algo que comenzaba a ser una costumbre gracias al vincular sus almas y por ello, cuando no la sentía cerca, buscaba por cada rincón de la habitación para después vestirse y retomar su labor hasta encontrarla.

-Buenos días, habibi~ ¿Vas a acompañarme en la ducha? -Raiden se acercó solo a dejar un casto beso en la mejilla de su esposa a manera de saludo, pasando sus brazos a fin de rodear esa pequeña cintura y dejar sus manos en el vientre ligeramente abultado de su esposa haciéndola ronronear.

𝑺𝒉𝒐𝒘 𝑴𝒆 𝑳𝒐𝒗𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora