Luego de la muerte de su amigo el coronel Horacio Carrillo, Javier Peña sumido en la búsqueda por acabar con Escobar, cede a colaborar con los Pepes.
A partir de este hecho, regresando a Medellín conoce a Nina García, una joven que Javier ya tiene...
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NARRADOR.
En respuesta, sacó una placa, decía DEA y tenía el escudo de Estados Unidos, Javier la cogió de la muñeca con firmeza y reiteró.
--Agente Javier Peña, mucho gusto...
--¿Para esto querías que te acompañara no?...
--Quieta, no hagas nada estúpido, muñequita.
--Voy a gritar si no me explicas que buscas.-amenazó soltándose de su agarre.-y deja de llamarme muñequita, me llamo Nina.
Javier suspiró y la soltó, notó que a pesar de su figura frágil, la muchacha es fuerte y tiene carácter.
--Nina, tu novio, es uno de los principales sospechosos de colaborar con la Quica, así que, comienza a contarme en qué trabaja.
--¿Javier me seguiste hace tiempo?
--Sí, apenas te vi, te reconocí.
--Eres un...-y él puso el índice en sus labios.
--Coopera conmigo y todo estará bien, chiquita.
Nina masculló y suspiró, sus pupilas demostraban temor y Javier entendió que había sido demasiado rudo con ella. Le tomó la mano y agregó.
--Si me ayudas, te recompensaré.
--¿Y cómo?
--Te daré dinero, te ayudaré a salir de Medellín, ¿Eres de Bogotá no?
--¿Cómo lo sabes?...
--Te investigué, sabía que eras licenciada en música, tu padre fue profesor de piano, tu madre es dueña de casa.
--Eres increíble Javier...-murmuró ella, mordiéndose el labio inferior para no llorar.
--Ven, vamos, hablaremos más después.
--¿Me vas a arrestar?
--No, quiero evitar que lo pases mal, te ves decente, es obvio que estás aquí por esas malas jugadas del destino no por ser una mala persona.
Nina asintió, aún sentía temor pero decidió hacer lo que él le indicara. Sentía que sus manos sudaban frio, las pupilas de Javier la contemplaron, la ayudó a bajar del auto y entraron a un local, Berna aún no llegaba y el agente agradeció para sus adentros que así fuera. Le acomodó la silla, una mesera les tomó la orden.
--Un whisky, ¿Y tú chiquita qué quieres?
--Pide por mí, está bien.
--No, pide lo que tú quieras.
--Una cerveza.
Javier volvió a prender un cigarrillo, le ofreció a ella y continuó hablando.
--Dime todo, mientras más hables, más puedo ayudarlos a que no los encarcelen.
