Epílogo.

56 8 49
                                    


JAVIER

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.







JAVIER.


Mi segunda vez antes de entrar a una iglesia vestido de novio fue distinto. Usé mi traje de trabajo en la DEA, no habría una fiesta grande ni una despedida de soltero. En cierto modo, creo que las doñas se aseguraron teniéndonos en la casa, para que no dejara plantada a Nina en el altar. No lo habría hecho ni de joda.

Pero, no me dejaron verla, me enviaron a la iglesia del pueblo, ese sábado antes de que comenzara la misa, a hablar con el padre, era un hombre calvo y panzón. Le pagué, me regañó por la prisa del matrimonio y me recordó que ninguno de los dos se confesó ni fue a ninguna entrevista pre nupcial, así que le di unos dólares extra para que dejara de joder.

--¿Con eso basta para que se calle y nos case?

--Sí, con esto basta, señor...

--Javier Peña.

--¿Peña?

--Sólo Peña.


Roger llegó, vestido de negro, seguido de Trujillo y su madre, Berna apareció casi al final, con camisa y pantalón de tela, se acercó a mí, puso una rosa blanca en el ojal y murmuró.

--Consejo, de un hombre de familia, no la engañes Peña, jamás vas a encontrar a una mujer que se quiera casar contigo a pesar de conocer tus demonios.

--Gracias Berna.

--Y otra cosita.-y me dejó un sobre robusto.-para la luna de miel, eh.

--La llevaré a Washington, a un buen hotel.

--Eso, no me esperaba menos de ti, gringo.

Y se sentó, la gente seguía entrando, confundida, cuchicheaban, el padre inició la misa, indicando que habría una boda improvisada. En eso, sin marcha nupcial, sólo el sonido de seis tacones: Doña Laura y doña Rebeca, junto a Nina, quien caminó con la frente en alto, más bella que nunca, hacia el altar, se alegró al ver a los pocos invitados y luego, al verme a mí. Doña Laura sollozó y dijo.

--Le entrego lo único que tengo, Javier, cuídela por favor.

Abracé a su madre, para hacerla sentir mejor, tomé a Nina de la mano y respondí.

--La voy a cuidar con mi vida si es necesario.-y la halé a mi lado.-te ves hermosa, princesa.

Nina sonrío y apoyó su frente en mi hombro.

--Estoy nerviosa, mi amor.

--Respira, estamos juntos en esto, chiquita, siempre juntos.


El padre inició la ceremonia, Trujillo me entregó los anillos y se volvió a sentar. Nina temblaba y su ramo también, quise hacerla reír pero no pude, todo era muy solemne.

--¿Alguien de aquí se opone a que este hombre tome por esposa a esta mujer? ¿No? Bueno, prosiguiendo, vamos a los votos, Javier ¿Quieres a esta mujer como tu esposa y prometes amarla, respetarla y honrarla en salud y enfermedad, en riqueza y pobreza hasta que la muerte los separe?

Te Amaré/Javier Peña.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora