Scary Love 《Dipper Pines y tú》©

9. Domo lila.

Momentos atrás.
Pov Dipper:

—¿Quieres que te acompañe? —pregunto Mabel cuando me alistaba para ir con los Northwest.

—No creo que sea buena idea, Mabel —respondí con burla—, ¿quieres toparte con Pacifica?

Mabel vaciló.

—Después de todo...

—¡Mabel! —Grenda ingresó a nuestra habitación sin previo aviso con la respiración agitada—, algo raro está pasando con Candy.

Mabel frunció su ceño.

—Yo las dejo —me despedí.

Lo que sea que involucrara a Candy, no me interesaba en lo absoluto. Al menos no después de lo que le hizo a ____________.

Debe entender de alguna u otra forma.

Salí de la cabaña del misterio para emprender mi viaje a la mansión Northwest, según el tío Ford; debemos asegurarnos de que todos estén bien.

El tío Ford buscaría al viejo McGucket, Mabel a Robbie y yo a Pacifica y Gideon. Empezaría con Pacifica quién al menos tiene un poco más de prudencia que Gideon.

Cuando estuve frente a la gran mansión, toque el timbre una vez, me asomé por los barrotes dorados buscando algún movimiento dentro de la mansión pero no percibí nada.

Estaba por tocar por segunda ocasión cuando ella salió.

—Ya voy, ya voy —me sobresalté ante la voz de la rubia—. Pines, ¿qué te trae por aquí?

Camino hasta mi dirección, con una expresión de fastidio.

Aclare mi garganta.

—Solo vengo para asegurarme de que todo este bien —señalé con la mirada la mansión.   

Pacifica echó un vistazo y volvió a mirarme.

—Todo está bien, Pines.

Alce una ceja.

—¿Podría entrar?, solo para asegurarme.

La rubia me miro con cierto enfado.

—¿Qué sucede realmente? —se cruzó de brazos.

—Queremos evitar que Bill los ataque —revelé con pesar—, ustedes pueden ser un blanco fácil.

Pacifica soltó un gruñido, se hizo a un lado; permitiéndome entrar.

—Gracias —crucé el portón, avance por el jardín perfectamente cuidado hasta estar a unos pasos de las escaleras.

Me gire un poco y Pacifica corrió para alcanzarme.

—Mis padres no están —subímos los escalones—, fueron a Mt. Hood para tantear un terreno —abrió la puerta y le cedí el paso—. Gracias, Pines.

Ingreso a su propio hogar y la seguí.

El lugar era igual a la última vez que estuve aquí, solitario y algo deprimente. Recordar que está construido en base de mentiras me hizo enojar un poco.

—¿Lo ves? —Pacifica interrumpió mis pensamientos—, no hay nada fuera de lo normal.

Eché un vistazo por los pasillos, vacíos. Mire por las escaleras, no había nada.

—Debemos estar atentos —la mire—, no sabemos qué planea Bill.

Asintió.

—Si, como sea —ladeó su cabeza, haciendo que su cabello rubio se ondeara levemente—. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?