Capítulo 4

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Bahía Aventura — Mayo 2024 — 2 años después de la alarma (Actualidad)

—tch...— Siseó el grisáceo tras quitarse con las pinzas los últimos restos de vidrio incrustados en la piel de su antebrazo.

—¡Ay! Hijo de la chingada, ¡nada más te metes en líos perro! ¡bajale los huevos!— A Rocky no le hizo ni falta girarse para saber que Tracker había entrado en su pequeño local.

—...Qué haces aquí— Añadió en seco el de los piercings. Sabía bien que su amigo tenía las llaves de su estudio y que estaba demasiado distraído entre el dolor de los cristales  y la música a tope del grupo Thirsty Seconds To Mars como para darse cuenta de los pasos del chihuahua.

—¡Bajale a ese pedo antes de nada!— Rocky suspiró exhausto sin batería social, y así hizo, tuvo que parar su jodida maravillosa música para escuchar al rabioso — Relájate wacho, hoy no he venido solo a joder... wacha esto...—

El enano sacó de su bolsillo un papel. Un papel mal doblado en el que claramente había escrito algo.

Raramente Tracker le entregó en completo silencio el pliego a Rocky, quien aún tenía manchas de sangre en su brazo.

El gris lo agarró interrogante, con una de sus cejas más levantada que la otra. El mexicano desplegó el dobladillo del papel, y no podía creerlo.

—Es allí—

El mixto se quedó paralizado por unos instantes, sintió como esa ira encarnecida comenzaba a hervir la sangre por sus venas.

—¿Estas seguro... Tracker?— Preguntó determinante en tono agrio.

—Arre, según lo que le logré sacar a Sweetie todo esta correcto— Se acercó un poco más al de mechas blancas viendo como se inmovilizó con ese trozo de papel —Eso querías ¿no? La verdad que Sweetie no me lo dio gratis que digamos, ya sabes, negocios wey—

Y a pesar de que el chihuahua continuase hablando, Rocky no respondía. Sus pupilas se convirtieron en hormigas diminutas, al igual que sus manos temblequeantes de izquierda a derecha con el trozo de folio mal recortado en ellas.

—¿Qué pedo? ¿Rocky..?—

El raza mixta se levantó del taburete de un golpe, dejándolo caer y retumbar en el suelo de cemento.

Y así siguió destrozando todo a su paso. Un florero el cual el mismo compró para "decorar" con su curioso gusto ecológico, despotricó la maquinilla para hacer los tatuajes tal y como lo hacía a su par con la estantería de tintes.

Consumido por la furia, airado y bobamente frustado. Se sentía tan incapaz, tan inútil, tan débil... que tenía que ir por ahí pidiendo favores de los que después se enfadaría al saber la verdad a cambio de puta droga.

¿Y lo peor? Lo peor es que no lograba nada estando así, solo se contaminaba a él mismo. Queriendo desarraigar su corazón y vertirse en un pozo sin fondo.

—¡JODER!—

—Rocky... ey...—

—¡CÁLLATE! ¡NO TIENES NI PUTA IDEA LO QUE ESTO SIGNIFICA PARA MI! ¡ÉL ES MI TODO! ¡TODO!..— La rabieta comía sus palabras —...mi todo... y ahora... no somos nada...—

El gris se dejó caer al frío pavimento.

—Él me importa, y cuando alguien te importa... lo proteges de dolor...— Arrancó una bocanada de aire con el poco valor que le restaba —Y yo me convertí en el jodido dolor—

Tracker espectador del "show" y sobretodo asombrado del desahogo del contrario ni siquiera supo bien que decir.

Si necesitabas algo, Tracker siempre sería la clase de persona que estaría ahí el primero, incluso si consolar no era su punto más fuerte.

El chihuahua se arrodilló y lo tomó del hombro a pesar de que cualquiera que viese a Rocky ahora pensaría que tiene la rabia, Tracker no lo haría, él estaría cerca bajo cualquier circunstancia. Él era un amigo de verdad.

—¿Sabes cuál es el único modo de medir cuanto amas a alguien?—

Rocky lo miró con ojos enrojecidos, aún así queriendo saber que diría el mexicano por primera vez en la historia.

—Perdiendo a esa persona— El mixto bajo la vista al suelo, sabiendo y conociendo lo mucho que lo jodió todo con él estos dos últimos años. Y pensar que el mismo Zuma lo deseaba en un pasado a su lado y ahora no lo quería ni ver. Ardía.

—Yo mismo perdí a Carlos... se que no es el mismo tipo de amor wey... pero la neta... no se si duele más saber que ya no vive... o saber que vive y no quiere verte—

Tracker tenía razón, ambos sufrían por alguien, uno de ellos por una persona que ya no existía físicamente, y otro por alguien del que estaba totalmente enamorado aunque el otro no quisiese ni notar su presencia.

—Todo paso... muy rápido— Pronunció el gris ya un poco más calmado después de su ataque de ira, llevando sus manos a la frente hasta lograr taparse el rostro por la humillación que él mismo se provocó sentir.

—Más de lo nos gustaría compadre...— Tracker suspiró para echarse en el hombro del más alto encontrando un estado de paz entre todo el caos.

...

—Voy a darme una vuelta, quiero despejarme, tsk— El mestizo se levantó dejando al chihuahua tirado en el suelo.

—¡No te desmadres demasiado hijo de la chingada!—

Rocky llegó a salir por la puerta de su pequeño comercio de tatuajes y piercings antes de poder escuchar a Tracker.

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La ojirosa volvía cansada de las horas extra que había echado en su aburrido y asqueroso trabajo de oficina, había perdido el último bus del día y no le quedaba otra opción que caminar.

Comenzaba a oscurecer, y la chica conforme el tiempo agarraba su bolso con más fuerza, aguardando sus llaves más puntiagudas bajo su puño cerrado.

Para una mujer independiente de unos 19 años ir sola a medianoche por la irreconocible Bahía Aventura era realmente peligroso.

Desde que el alcalde Humdinger consiguió la alcaldía hace dos años todo se fue a la mierda, literalmente.

Esa seguridad que sentías al caminar por las calles hace años, desapareció, o mejor dicho se exterminó.

Ahora era una completa metrópoli, ruidosa, sucia, triste y con aumento de delincuencia y violaciones.

Prácticamente, un terror.

«No va a pasar nada... solo llega a tu apartamento rápido... si te agarran recuerda tu antiguo entrenamiento Skye»

Recordaba en bucle la cocker spaniel aferrándose a su bolso de como si su vida dependiera de ello.

"Tap, Tap"

La castaña escuchó unos pasos —¿Q-Qué?.. ¿Hay... alguien?— Exclamó en voz alta demasiado asustada como para andar erguida.

Después de estar segundos dando vueltas sobre si misma entre esas cuatro calles que la rodeaban, comprobando que nadie la estuviera siguiendo, dio media vuelta continuando su camino. Tratando de tomar conciencia de que esos sonidos habían sido tan solo su imaginación.

Pero en el instante que avanzó un paso en falso, alguien más alto y fuerte que ella logró agarrarla de la cintura y taparle la boca justo antes de que pudiera gritar o pedir ayuda.

Todo lo indeleble - ; Paw PatrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora