Capítulo 7

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—Ponte esto, hace frío en mitad de la noche— El gris se quitó su sudadera para prestársela a la ojirosa —Siéntante aquí, no es el mejor sofá pero por lo menos es cómodo— Ciertamente ese asiento lo había sacado de un contenedor. No entendía como la gente podía tirar esa clase de cosas.

—..Roc—

—Te prepararé un té, siéntete como en casa—

El chico de los piercings caminó directo a la cocina mientras que Skye suspiraba al no poder hablar si quiera. Estaba fuera de si, todavía le seguía pareciendo irreal que estuviera compartiendo un mismo espacio tiempo con el que un día fue su hermano.

La había salvado, sí. Pero era incapaz de asimilar todo tan rápido, esto le conllevaría días, o incluso semanas.

—Cómo he llegado hasta aquí...— La chica despeinada se cubrió con la sudadera del contrario quedando envuelta en ese olor tan característico que le recordaba a los días en los que entraba en el cuarto de Rocky.

—Toma— El de ojos miel le sirvió la taza de té, frenando así las memorias de Skye. El recipiente estaba roto, incluso la cocker diría que algunas partes fueron pegadas con pegamento.

Ella sabía que a Rocky le encantaba reciclar y rehusar objetos... pero esto sobrepasaba los límites, sabía perfectamente, gracias a su sexto sentido, que el mestizo no tenía un duro.

—Gracias...— Skye sopló para enfriar la bebida —... Oye... Rocky...— Sujetaba la taza con su palma derecha.

—No menciones nada de lo que pasó... esa noche— Rápidamente una tormenta de tensión se aproximó e interpuso entre ambos, por suerte la chica tajó ese invernadero repleto de presión con un cuchillo de talón antes de que la conversación fuera a peor.

—No es nada de eso...— La joven suspiró y dejó el recipiente en una pequeña mesa lateral. Pues claro, la empática y cariñosa Skye jamás le preguntaría de primeras sobre lo que ocurrió años atrás.

Rocky llevaba tanto tiempo sin verla que olvidaba que era la mismísima Skye. La única mujer del equipo, aquella que pretendía ser la más dulce de todos, y que a pesar de tener una enorme carga sobre la espalda, debido a los estándares y expectativas... lograba ser la más bondadosa y equitativa.

—... Quería darte las gracias...— Skye consiguió conectar con la mirada hundida del mixto. Hacía años que Rocky no sentía esa conexión con alguien, no era una amorosa ni nada por estilo... sino una en la que piensas... siento que te conozco de toda la vida. Y era cierto, vivieron todas las etapas juntos a compañía de los que faltan... pero pareciese y percibían que fueron siglos o tal vez décadas... las que pasaron desde a la última vez que se vieron.

—...No tienes nada que agradecer— El gris apartó la vista desviándola dirección a la ventana con plano directo a la luna.

—Pero... si no fuera por ti... quizás estaría muerta... estaría violada... muerta de miedo...— Skye deslizó entre sus palabras una risa floja en la que no expresaba ningún tipo de alegría.

—Skye... es lo que cualquiera hubiera hecho—

—...No cualquiera— La ojirosa saltó del sofá para darle un gigantesco abrazo, reanudando a inspirar ese olor tan atípico que desprendía Rocky mezclado con el desagradable aroma del tabaco.

—Sk...— Las palabras de Rocky fueron entrecortadas por el apretón físico que prestó la coocker spaniel. Puede que la última persona que el canino abrazó fuese Zuma... y finalmente dos años más tarde, alguien volvió a aceptarlo tal y como era. Aquel abrazo tan simple como una gota de lluvia al caer logró ensamblar todas sus cicatrices.

Todo lo indeleble - ; Paw PatrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora