Capítulo 6

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El policía no podía creerlo. Ni siquiera era capaz de diferenciar ficción de realidad en este momento.

Su amiga de la infancia, su primer amor, esa misma chica dulce y risueña que siempre ayudaba a los demás... ella era la desaparecida. La desaparecida Skye.

—¿Sargento...?— Preguntó Charlie preocupado por su superior, él mismo podía ver reflejado en los ojos del moreno como todo desaparecía y temblaba a su al rededor.

—Ella... ella no...— Chase se puso en pie, llevó sus manos a su cara, presionando cada facción de su piel como si quisiese arrancarse los ojos de cuajo —¿Estás seguro de esto?— Seguía sin asimilarlo.

El pastor alemán dio una vuelta de 90° grados al rededor de la mesa llegando hasta el yorkshire, arrebatándole los papeles e informes de una sola tirada, algunos cayeron en el suelo y otros fueron arrugados por la desesperación del canino.

Charlie hasta diría que se sentía asustado de su propio jefe. Si lo viera fuera de contexto diría que esta sumamente demente y perdido. Jamás vio un comportamiento así o similar por parte de su sargento, lo había visto con anterioridad enfadado, serio, alegre o incluso nostálgico... pero cada una de estas veces en definitiva... siempre acababa siendo el mismo perfecto, impecable, estupendo, correcto e insuperable Chase. El cual todos los de la oficina miraban con encandilamiento y orgullo... y ahora era Charlie el que comprobaba que también era alguien con puntos bajos... con traumas.

El de gafas aún recordaba cuando era apenas un niño de siete años, que avistaba a diario a la conocida Paw Patrol, Chase era su favorito, siempre lo fue... él no negaba el hecho de que le tuviera un respeto inmenso y aprecio hoy en día, era todo un privilegio trabajar con él... sin embargo, no era capaz de pronunciar una sola palabra, y ahora le parecía insólito como era su superior el mismo que miraba con admiración años atrás.

—Vete...—

—Señor...—

—¡LARGO DE MI DESPACHO!—

Y a pesar de las plegarias del más joven Chase no deseaba el consuelo de absolutamente nadie, a excepción de...

«Tonterías, él ya no está aquí...»

...

Bahía Aventura — 2020

Las risas de los niños, son contagiosas, son alegres, suenan inocentes. Y así era como siempre sonaban y se hacían escuchar en el centro de mando de los Paw Patrol.

Hasta que claro... los problemas surgieron.

Algo tan natural como crecer y madurar fue el principal de los problemas.

—Cállate, no podrías entenderlo—

—¡Sabes que tengo razón!— El raza mixta se adelantó poniéndose justamente en frente del pastor, consiguiendo agarrar con pujanza sus antebrazos —¡No seas un puto subnormal! no por esta vez ¡joder! ¡Escúchame por una sola vez en tu miserable vida!—

—Rocky... no tengo paciencia ahora mismo, ni para aguantarte a ti, ni para aguantar todas las quejas y pegas que tengas sobre mi forma de pensar y de actuar—

El grisáceo juraría que estaba a milímetros de estallar, su mecha era corta pero su explosión era grande. Estaba jodidamente casando de ser siempre el que tiene que obedecer y quedar en segundo plano.

Todo lo indeleble - ; Paw PatrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora