Capítulo Cinco: Mucho Gusto Señor Wulf

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15 de Septiembre: Medici tower

Eran las diez y media de la mañana, el día había comenzado como cualquier otro. Cerebella se levantó de su cama más activa de lo normal; tenía una pequeña sonrisa marcada y sus ojos le brillaban. Saltó de su cama lista para comenzar su día, subiendo las cortinas y revelando los ventanales de su cuarto, dejando ver un día soleado.

Cerebella se duchó como de costumbre, disfrutando del agua caliente que caía sobre su piel mientras se lavaba meticulosamente el cabello con un champú de olores frutales. Claramente, estaba de muy buen humor.  

Tras terminar su baño, Cerebella se dispuso a arreglarse con cuidado. Pasó dos horas en el baño, arreglando y alisando su cabello, limpiando y pintando sus uñas, depilando y dando forma a sus cejas. Luego, se dio el gusto de consentir su piel con una crema con aroma a coco, bastante agradable. Quería lucir lo más presentable y atractiva posible para conocer a Beowulf. La idea de encontrarse con su celebridad favorita la llenaba de emoción.

Se vistió con varias de sus mejores prendas, luciendo unos pantalones de invierno color crema pastel y combinándolos con una blusa en su tono naranja favorito. Era un atuendo casual, pero a la moda, lleno de color, que la hacía destacar entre las demás personas. Después de aplicarse un poco de maquillaje y delineador, estaba lista. Realmente se veía atractiva y disfrutaba siendo el centro de atención.

Ya eran las doce y media del mediodía y Cerebella aún no había llamado al mánager de Beowulf. Se sentía ansiosa, sin saber qué decir ni cómo organizar una reunión con ellos. Permaneció sentada frente a un espejo que tenía sobre su escritorio, recostado en la pared. Tras unos segundos de reflexión, se le ocurrió un plan: hacer un trato con el mánager de Beowulf para poder acercarse y obtener un autógrafo junto una foto.

En ese momento, Feng, que caminaba por el pasillo, notó a Cerebella totalmente arreglada como para salir y con una expresión muy pensativa. Se detuvo frente a su habitación para preguntarle qué le pasaba.

— ¿Estás bien? — preguntó Feng al notar la expresión pensativa de Cerebella

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— ¿Estás bien? — preguntó Feng al notar la expresión pensativa de Cerebella.

— Sí, estoy bien. Digamos que hipotéticamente encontré una forma de contactar con Beowulf, bueno, más o menos — Exclamó Cerebella en un tono nervioso pero juguetón, con una sonrisa algo tímida y evitando el contacto visual.

— ¿Todavía sigues con eso? Por Dios, deja de ser tan testaruda — exclamó Feng con cierto tono de desaprobación, arqueando una ceja con incredulidad.

— Cuando quiero algo, lo consigo, ¿tienes algún problema? — Exclamó Cerebella con una mirada desafiante, desviando la mirada hacia Feng.

Feng se quedó unos segundos mirando a Cerebella, con una expresión obstinada que reflejaba desaprobación.

— Entonces, ¿vas a hacer algo o te vas a quedar ahí, sentada sin hacer nada? — preguntó Feng con un tono sarcástico, moviendo las manos en un gesto exagerado de indiferencia.

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