Capítulo Diez: Amenazas Escondidas

86 4 15
                                    

10 de marzo: New Meridian

La conferencia de prensa se había planeado como un evento rutinario, centrado en responder preguntas sobre temas deportivos. Sin embargo, la noche dio un giro inesperado con las sorprendentes revelaciones de Beowulf. Impulsado por un profundo sentido de responsabilidad, decidió que el mundo debía conocer una verdad que había sido deliberadamente ocultada de todo un país. Cada detalle había sido cuidadosamente orquestado.

La noche anterior, Beowulf había sostenido una acalorada discusión con Zane, quien le aconsejó que adoptar un enfoque controversial podría elevar aún más su popularidad. No obstante, le advirtió que debía evitar a toda costa mencionar a la familia real o a los Medici para protegerse. Beowulf siguió este consejo al pie de la letra. Reveló la verdad, pero sin señalar culpables específicos, permitiendo que la magnitud de sus palabras sacudiera al país entero.

Al concluir su discurso, la sala se llenó de un tumulto de voces, con decenas de periodistas tratando de acercarse a Beowulf para hacer más preguntas. En medio del caos, Zane, que estaba sentado junto a él, se inclinó y murmuró algo en su oído. Beowulf asintió, y acto seguido ambos se levantaron y se retiraron sin decir una palabra más.

Ya en un área más tranquila, Beowulf y Zane tuvieron una breve conversación. Acordaron seguir trabajando juntos, aunque con un ritmo más relajado, ahora que la gira había terminado. Muchos se tomarían un descanso, esperando el próximo gran evento o una nueva gira.

—Nos vemos, amigo. Te mantendré al tanto con el papeleo —dijo Zane, con su característica sonrisa, contento de saber que, después de esta noche, todos hablarían de Beowulf durante los próximos meses.

Se despidieron y cada uno siguió su camino.

Beowulf, vestido con unos pantalones beige, mocasines marrones y un suéter de manga corta de color azul claro, hecho de lana fina, se colocó una gorra de lana virgen con visera para mantener un perfil bajo mientras se dirigía al estacionamiento.

Al llegar a su auto, Beowulf se sentó en el asiento del conductor y, justo en ese momento, su celular comenzó a sonar. Lo sacó del bolsillo y atendió:

—¿Aló? —respondió con calma.

—¿¡ACASO ERES IMBÉCIL!? ¿¡EN QUÉ ESTABAS PENSANDO!? —gritó Annie desde el otro lado de la línea, claramente furiosa.

—Hola, Annie —respondió Beowulf, con una expresión algo obstinada.

—¡Ahg! Escucha, grandísimo tonto. ¡No es momento para bromas! ¿Recuerdas lo que te advertí hace seis meses? Mañana estarás en primera plana. Tus palabras van a sacudir al reino, y te aseguro que la familia real no estará nada contenta. ¡LA FAMILIA REAL, Beowulf!

—Yo también te extrañé, Annie.

—¡HABLO EN SERIO! —exclamó Annie, su voz subiendo un tono en frustración.

Beowulf tomó un breve suspiro, antes de responder.

—Tranquilízate, abuela. ¿Crees que no lo sé? Soy consciente de las consecuencias. Pero no tienes que preocuparte; me aseguré de no señalar a nadie en mi discurso. Solo dije la verdad.

Hubo una breve pausa, con Beowulf tratando de calmar la situación.

—¿No crees que el reino merece saber lo que realmente ocurrió? Este país ha estado en la oscuridad desde que terminó la guerra hace siete años. Tú, mejor que nadie, deberías entenderlo. La gente necesita la verdad, aunque duela.

El silencio en la línea se alargó, Annie claramente procesando lo dicho. Finalmente, respondió, con una mezcla de resignación y preocupación.

—¿Y qué harás si la familia real va tras de ti? —preguntó Annie, su tono más suave.

El Lobo De New MeridianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora