Se oían los bullicios en aquella grande e iluminada ciudad. Los transeúntes paseaban por las calles llenos de algarabía. Un joven caminaba tranquilo, su mirada iba perdida en algún punto entre las luces y en sus propios pasos. Habían pasado ya algunos años...
Recordaba aquel día en el que su corazón casi dejó de latir. En sus pensamientos, sólo podía dibujar unos hermosos ojos del color más bello que él había visto. Los cuales, lo hicieron creer en sí mismo, como nadie antes lo hizo.
Aquella noche, deseó como nunca, que el tiempo se detuviera para siempre. No podía dejarla ir sólo con un adiós. Quería abrazarla para siempre, demostrarle cuanto la quería. Expresarle de alguna manera lo que sus labios no habían podido hacer con palabras. Pero en vez de confesarle lo por tanto tiempo había reprimido, todo se había resumido en un cálido abrazo sin poder ver su rostro. Una dolorosa despedida, como una derrota en medio de la guerra.
«Tenía un sueño contigo, pero ahora tengo que marcharme»... Casi pudo leer en su triste y hermosa mirada. Sus ojos se asemejaban a un cristal a punto de romperse. Ella estaba tratando de sonreír.
Él lo sabía, era un adiós definitivo. Se iría, aunque él le pidiera que no lo hiciera, aunque tratara de detenerla. Pudo sentir que ya lo había decidido desde que salió de aquella habitación del hospital.
Ella no se quedaría a su lado, después de enterarse de lo que había sucedido. No podría compartir su vida con él, sabiendo que, en medio de ellos, estaba otra persona. Esa persona que le había salvado la vida, que había demostrado aquel gesto desmedido de "sacrificio y amor" hacia él.
Conocía su sentido de justicia, la de pensar primeramente en los demás antes que en ella y en la felicidad de otros antes que la suya. Esa bendita virtud y a la vez el defecto de su bella y autentica persona.
Siempre se había reprochado no haberle dicho lo que en su corazón guardaba...«No te vayas, quédate conmigo» «Quiero vivir mi vida a tu lado»... y mucho más, le dolía no haberle confesado que la amaba.
¿Por qué no lo hizo?, ¿Por qué no la detuvo?, ¿Será que su padre había tenido la razón, al decir que nunca tendría el coraje suficiente para enfrentar su vida? Sabía que no podrían compartir una vida juntos ante tales circunstancias. Su corazón era más grande que ninguno, por eso él se había enamorado de ella. Había prendado su corazón desde el instante en que la vio por primera vez, aquella noche fría de año nuevo.
Cerró sus ojos y comenzó a recordar cómo es que había sucedido. Cómo su vida fue iluminada por su cálida luz.
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Entre la densa neblina pudo ver su bello y angelical rostro, el cual mostraba preocupación, pero... ¿Era por él?, ¿Cómo podría ser? Él no conocía esa sensación, nadie había mostrado un interés genuino por su persona.
El interés que le demostraban siempre radicaba en el valor que tenía su apellido, en los títulos e influencia de su familia, en la conveniencia. Como detestaba eso.
Por eso, cuando aquella noche, ella se acercó desinteresadamente, preguntándole si estaba bien, porque parecía estar triste, y, además, preocupada por el hecho de que él tratara de saltar del barco. No supo cómo reaccionar. Sólo pudo sonreír, y burlarse de ella sin conocerla. Sonrió al recordar.
¿Cómo es que se le había ocurrido? Aún no se lo explicaba, sólo supo que sus pecas llamaron su atención desde que vio su hermoso rostro, a pesar de la poca luz que había. La manera en la que se movían cuando respiraba agitada, conversando con él, lo habían cautivado. Ciertamente quiso desviar la atención ante su preocupación, no le confesaría la razón de su inmensa tristeza.
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Indeleble
RomanceDespués de su separación, Candy y Terry siguen sus vidas, aún extrañándose el uno al otro. Pero un día, Terry decide terminar la carta que ha querido enviar a Candy desde hace tanto tiempo. ¿Qué pasará cuando llegue a sus manos? ¿Podrán tener un f...