Después de que Candy hubiera descansado unas horas, se despertó más recuperada. El dolor de cabeza casi había desaparecido, aunque aún se sentía cansada.Recordó que la señora Mills, le dijo que había dejado el desayuno. Así que, aunque no tenía hambre, pensó que le haría bien.
Al ir hacia la cocina, vio la caja que, una noche atrás, había desatado la pelea con Terry. Se dirigió hacia la mesa en la que estaba y cuando la abrió, pudo apreciar unos deliciosos dulces y chocolates. Entonces lo recordó, Connor le había prometido enviarlos cuando estuviera en Chicago.
Desanimada, cerró la caja, y en sus ojos, las lágrimas amenazaban con volver a descender sobre su rostro. Pero trató de ser fuerte.
Pensó en llamar a Belén, pero sabía que ella se daría cuenta de su estado de ánimo. No quería echar a perder la felicidad que un día antes la embargaba. Sería mejor que la viera hasta el día mañana en el hospital.
En la mansión Miller, Belén también se encontraba desilusionada. No había bajado a desayunar, aunque la mucama había ido a avisarle en varias ocasiones, que el desayuno estaba servido y que sus padres la esperaban. Se disculpó diciendo que no tenía ánimos de comer y que estaba sumamente agotada. Y la verdad, no mentía, ya que al igual que Candy, lloró casi toda la noche.
El día pasó en medio de suspiros, por parte de las dos jóvenes enfermeras. Belén tampoco quiso llamar a Candy, por la mismas razones que ella. No quería llevar malas noticias, después de que una noche antes había sido fabulosa.
La mañana siguiente había llegado. Candy llegó al hospital tratando de mostrar su mejor actitud.
Cuando entró a la habitación, que estaba destinada a ser el aula para las que estudiaban la especialidad, vio a Belén a lo lejos, pero no había asientos cerca de ella. Así que tuvo que tomar la clase separada de su amiga. Por un momento lo agradeció, ya que no tendría que fingir que todo estaba bien.
Las horas pasaron y después de que terminaran las clases, las jóvenes se buscaron para saludarse.
—Hola, Belén.
—Hola, Candy.
—Disculpa que no te llamara el día de ayer. Estaba muy cansada y mis padres me entretuvieron con pendientes de la fiesta.
—No te preocupes. Supuse que la fiesta te había agotado.
Entonces, la joven Miller tomó sus manos.
—Cuéntamelo todo. ¿Cómo te fue con Terry?
La joven, no pudo expresar nada ante la pregunta de su amiga, ya que no quería mentir.
—Mejor no —dijo Belén, de repente —Vamos primero a la cafetería. Así hablaremos con tranquilidad.
Cuando llegaron al lugar y después de pedir su orden, Belén por fin preguntó a Candy.
—Ahora sí ¡Dime! ¿Cómo te fue con Terry, después de que se fueran de la fiesta?
—Bueno...
—¿Qué pasa, Candy? —indagó la joven, al ver la cara desencajada de la rubia.
—Las cosas no salieron como esperaba —respondió con tristeza.
—¿Cómo? ¿Pero qué fue lo que paso? Todo iba tan bien.
—Lo sé... Pero cuando llegamos al departamento y estábamos conversando, la señora Mills llamó a la puerta.
—¿La casera?
—Sí... Ella fue a entregarme un paquete que había llegado ese día mientras estábamos en la fiesta. Era de Connor. Además, Terry se dio cuenta del arreglo de flores que me envió hace unos días, al lado de los narcisos que él envió para mí.
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Indeleble
RomanceDespués de su separación, Candy y Terry siguen sus vidas, aún extrañándose el uno al otro. Pero un día, Terry decide terminar la carta que ha querido enviar a Candy desde hace tanto tiempo. ¿Qué pasará cuando llegue a sus manos? ¿Podrán tener un f...