Al día siguiente, después del paseo por la finca de la familia de Belén. Candy, estuvo todo el día en su departamento, meditando acerca de lo que había pasado cuando Terry y ella se habían encontrado en ese lugar.
Recordaba, la desilusión que había invadido su corazón, cuando se enteró por Albert, que al parecer Terry no asistiría ese día. Luego, aquel sentimiento cambió por una fuerte emoción, al verlo de pronto, vestido con su traje de equitación, con el que se veía tan apuesto y varonil.
Ella sabía que el atractivo de Terry no era su única virtud. Candy, conocía que detrás de esa careta de hombre serio y distante, al que no le gustaba expresar sus emociones, había un joven noble con un gran corazón. Lo había sabido desde que lo conoció en el colegio, hasta el momento que tuvieron que separarse, aquella noche fría en el hospital.
Acostada en su cama, todavía podía sentir el momento en el que el joven, la ayudó a bajar de su caballo al terminar el paseo. La forma en la que le esbozó su encantadora sonrisa y la mirada profunda que a ella le gustaba tanto. Al sentir su cercanía, cuando él la tomó finamente por su cintura, había puesto alerta a todos sus sentidos.
También recordaba como Terry, como siempre, le gustaba hacerla enojar, molestándola con sus pecas. El momento que aprovechó para divertirse recordando los momentos que pasaron juntos aquel verano en la villa de Escocia. Cuando había mencionado, el gracioso nombre que le había puesto a la melodía que había compuesto para ella.
Frunciendo el ceño, pensó para sí misma
«Mona Pecosa» «Terry no ha cambiado nada»
«¿Qué acaso no conoce otra forma con la que pueda llamarme?»
Inmediatamente, después de aquel pensamiento, abrió los ojos y su rostro se relajó.
«¿En verdad no ha cambiado?»
Respirando profundamente, siguió meditando...
«¿Sentirá lo mismo por mí?»
«¿O, ahora sólo soy la antigua amiga del colegio, que encontró de nuevo por casualidad?»
Pensaba la joven, recordando la nota del periódico que había sido publicada días atrás. La realidad es que no había podido sacar de su mente la posibilidad de que fuera cierta.
«Después de todo, sólo hemos convivido un poco. Sonríe y se burla de mi igual que siempre, como si no hubiera pasado nada entre nosotros».
Se sentó en la cama, meditando en las veces que había pensado en llamar a Terry. Él le había dado la tarjeta con su número, sería lo más normal que ella lo hiciera. Pero, cuando él contestara ¿Qué haría después? ¿Con qué frase empezaría la conversación?
Cada vez que lo pensaba, la invadían los nervios y la incertidumbre. Aun así, sabía que no llegaría a nada, si sólo seguía atormentándose con las posibilidades. Lo que más la inquietaba, era el no saber cuándo volvería a verlo.
Por otro lado, entrando la semana tendría sus primeros exámenes en el hospital. Así que lo que menos necesitaba en esos momentos, era estar distraída de esa manera.
Después de todo, esa era la razón por la que había ido a vivir esa ciudad, a estudiar, y ser mejor enfermera. No pensaba defraudar a sus madres, a los niños del hogar de Pony y al doctor Martin, quienes habían puesto su confianza en ella y los cuales estaban tan orgullosos de que había sido aceptada en esa especialidad.
Suspiró resignada y pensó, que lo mejor sería que cuando acabara aquella semana agotadora, podría decidir mejor en lo que tendría que hacer.
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Indeleble
RomanceDespués de su separación, Candy y Terry siguen sus vidas, aún extrañándose el uno al otro. Pero un día, Terry decide terminar la carta que ha querido enviar a Candy desde hace tanto tiempo. ¿Qué pasará cuando llegue a sus manos? ¿Podrán tener un f...