Capítulo 15

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Después de unos minutos, Belén estaba lista. Cuando su mucama abandonó la habitación, la joven se colocó delante del gran espejo que estaba en una de las paredes decoradas con papel tapiz de flores. Observó su silueta, su cuerpo adornado por el vestido azul celeste que había elegido.

«Azul... como sus ojos» pensó.

La elección del color no había sido casualidad, ella lo había hecho pensando en Albert.

Colocó el broche de linda pedrería color plata, al lado de su oscura melena. Se dio cuenta que su cabello había crecido. Unos cuantos centímetros arriba de sus hombros, y agradecía por ello. Ya que, aunque lo había cortado meses atrás debido a la tendencia de la moda, ahora se sentía extrañamente más femenina al llevarlo más largo. Pensaba que tal vez al joven patriarca le gustaba más de esa forma.

Salió de su habitación suspirando, un poco nerviosa. Cuando iba a sólo unos pasos fuera de ella, se encontró con su madre. La cual se sorprendió de verla a esa hora y vestida tan cuidadosamente después de llegar del hospital.

—Hija ¿Tienes tiempo que has llegado? —le preguntó, besando sus mejillas —¡Mira nada más, te ves esplendida! ¿Acaso vas a salir?

La joven, pensó que su madre podría darse cuenta de sus intenciones. Por lo cual trató de reaccionar de la manera más natural.

—No madre... Sólo he querido estrenar este vestido que hace tiempo he comprado. Además, como sabes, mi padre tiene está por salir de una reunión de negocios y quise estar presentable cuando acabara —le dijo, tratando de sonar convincente.

—Tienes razón, debes verte presentable. Aunque tú siempre te ves preciosa. Pero debo decirte que... no sé... Esta vez te veo diferente —le confesó, observándola detenidamente.

Después de unos segundos, finalmente le sonrió a su hija.

—El color celeste te queda perfecto, resalta el color de tus ojos y de tu piel.

—Gracias madre.

—Y hablando de arreglos y reuniones. Quería preguntarte si... has considerado lo que harás en tu cumpleaños. Me preguntaba si este año podrás permitirnos que te organicemos una linda fiesta en tu honor. Mas ahora que estamos en una nueva ciudad —propuso, temiendo la respuesta de su hija.

El rostro de Belén cambió. Su madre se dio cuenta y con reservas siguió hablando.

—Hija... vengo de la casa de Mary Stewart, una de las esposas de los socios de tu padre. En su casa, estaban varias damas que desean presentarte a sus hijos. Es bueno que conozcas a jóvenes de tu edad...

Pero la joven, al escuchar aquello, la interrumpió.

—Madre, por favor, no insistas. Sabes qué es lo que pienso de las fiestas en mi cumpleaños.

—Vamos querida. Se que es un día difícil para ti, pero... pensé que como ya habían pasado varios años, y además que sería una excelente oportunidad para que conozcas a otros jóvenes... —insistió, deteniéndose nuevamente, al ver qué Belén guardaba silencio y no le dirigía le mirada.

—Está bien. Será como prefieras —concluyó, al darse cuenta de la reacción de la joven. Luego se animó a seguir proponiendo.

—Pero, tal vez después podamos festejarlo de otra manera. Sólo quiero que ese día no pase desapercibido. Eres nuestra única hija. El día que tu naciste fue el más feliz, para tu padre y para mí —expresó de forma sincera.

Belén la miró a los ojos. Sabía que su madre la amaba y que todo lo que le había propuesto era para que ella disfrutará su cumpleaños.

—Tal vez madre. Ya veremos ese día. Esta semana sólo debo concentrarme en los estudios.

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