◦•●◉✿ 𝐶𝑢𝑎𝑟𝑡𝑜 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 ✿◉●•◦

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Bueno...
¿Y ahora quién es?
Sasuke se había despertado e ido a la ducha, pero llamaban al timbre y eran un tanto insistentes.
Así que, a regañadientes, Sasuke se puso una toalla en la cintura y fue a ver quién era. Tenía pensado echar a la persona que estuviera incordiando en seguida, así que optó por no ponerse ropa. Después de todo, todavía no acababa de enjabonarse el pelo.

+¿Qué mierda quieres tú ahora? +El Uchiha era fácilmente irritable, y quien se encontraba en frente suyo era muy irritante.

+Solo he venido para darte las gracias... + Sonrojada por la poca tela que componía el conjunto del Uchiha y cabizbaja adorando sus zapatos, Sakura le agradecía algo que todavía Sasuke no entendía. Él, confundido y desorientado, decidió preguntar.

+¿Gracias por qué? +Y con una triste sonrisa, Sakura levantó la cabeza, le miró a los ojos y comenzó a llorar. Cabe aclarar que este acto confundió más al azabache.

+Gracias por decirme todo eso aquel día... Lo pensé bien, y tienes razón. No debería hacerme ilusiones, y no debería gustarme un chico que me trata mal, y que debería darle una oportunidad al chico que realmente me acepta. Será difícil que él me guste, pero lo intentaré, tal vez lleguemos a ser amigos, al menos. Quiero decir, no haría falta que salieramos. + Sasuke comprendió en cierta forma lo que la pelirosa decía. Y aunque llegaba a darle muy poca importancia, le alegraba bastante el hecho de que ya no le fuera a perseguir como loca de un lado para otro.

+Bueno, yo ya me tengo que ir. Gracias por todo y por escucharme, y... Perdona por interrumpir tu baño, ya te dejo. ¡Adios, Sasuke! +Eso último sorprendió mucho al chico, no que supiera lo de su ducha, si no el que la chica que tan obsesionada había llegado a estar con él, no le apodara con el sufijo "-Kun", al cual ya se había acostumbrado. Así con este problema del amor de su compañera resuelto, volvió a la ducha tan pancho.

Después de unas horas, Sasuke salió de su casa con objetivo llegar a una pradera, y dentro de unos minutos, un chico con cara de caerse del sueño, se le unió a mitad del camino.
Estos se saludaron a duras penas, intentando seguir manteniendo la cordialidad ante todo y siguieron su camino.
Unos minutos silenciosos pero no incómodos después, llegaron al campo de flores.

Naruto pronto apareció, y les empezó a contar todo lo que había hecho esa mañana, pues los chicos habían llegado algo tarde, lo suficiente como para que el hada floral de aquel sector de girasoles pudiera reunir miles de historietas, mezcladas claro, con la mayoría de sus recuerdos que le venían a la mente en ese momento.

+¡Y entonces el gorrión se fue volando conmigo en cima! ¡La verdad es que no sé como sigo con vida! ¡Pero me alegro de volver a veros jaja! ¡Por cierto, ya quedan pocos días para mi jubilación! +Era cierto, el tiempo había pasado muy rápido, casi volando como aquel gorrión que conoció el rubio esa mañana. Ambos adolescentes se sorprendieron y le dieron la razón, algo emocionados empezaron a imaginar cómo sería el aspecto que tendría Naruto una vez completado el ritual, también se les ocurrieron miles de apellidos y estuvieron preguntándole al pequeño ser, cuál sería su oficio una vez creciera lo suficiente.

Esa tarde pasaron muchas cosas graciosas, como cuando Shikamaru le intentó enseñar varios de los empleos que podría elegir algún día utilizando la mímica.
O cuando Sasuke intentó enseñarle a bailar al Nara, porque él no sabía de esas cosas lo suficiente como para indicarle al rubio tal oficio.
Sin duda alguna, Naruto se lo pasó muy bien ese día, y probablemente no era el único.
Esos dos chicos que siempre lo visitaban se llevaban mejor cada día que pasaba, y ese era un hecho que alegraba al rubio más de lo que podía parecer.

Después de unas horas, ambos azabaches se marcharon hacia sus casas, mientras que una pequeña hada floral se escabullía entre los girasoles.
Largos minutos recorriendo el campo, llegó a un árbol en donde había miles de ventanitas hechas con la corteza del árbol, a través de las cuales se podía observar que, en el interior del gran roble, había luces encendidas. El de vestimenta naranja entró por una pequeña puerta tallada en la misma calidad que las ventanas, subió cuatro pisos, y abrió una puerta.

+¡Hola, guapo...! +El rubio saludaba animadamente a un hada floral algo más mayor que él, había hadas florales que no querían convertirse en humanos, a pesar de que eso les amargaba bastante los días, y el jefe de Naruto era una de ellas.

+Naruto, ya te he dicho muchas veces que no me digas esas tonterías. Pero bueno, dime, ¿vas a rellenar el formulario de jubilación de una vez? +Con cara de culo pero voz tranquila, aunque bastante ronca, le daba la bienvenida al hada floral que tenía en frente.

+¡Sip! Aunque sigo algo confuso... Pero no te preocupes, ¡no me arrepentiré de mis decisiones! +Naruto, con una gran sonrisa, le contestó animadamente, a pesar de llegar a demostrar cierta duda con sus expresiones y su siempre cálida voz.

+Bueno, aquí lo tienes, cuando acabes espera a que llegue y lo pueda firmar yo también. Ah y... Te vamos a echar de menos aunque seas súper pesado, tenlo en cuenta. +Naruto se sorprendió en un principio, pues su jefe siempre fue muy frío, pero en seguida volvió a sonreír, bastante conmovido por el acto tan cálido de su, a decir verdad, primer amigo.

+¡Por supuesto que te esperaré! ¿Por qué tipo de amigo me tomas? Jaja + Después de unas cuantas horas, el moreno llegó justo a tiempo para firmar y archivar el formulario.

Después, Naruto se fue a su pisito, se tomó un baño, se puso su pijama y se tumbó en la cama mirando hacia el techo.
Su gran sonrisa podría advertirle a todo aquel que lo observara en ese momento que estaba tan emocionado y alegre como preocupado y triste de que su jubilación llegara.

En un principio no le apetecía mucho, no quería dejar solo a su amigo y jefe preferido.
Pero desde que conoció a Sasuke y después a Shikamaru...
Digamos que se le alegró un poco más la idea que se hacía de como sería su vida una vez siendo uno de esos seres humanos tan interesantes y tan misteriosos.

Al día siguiente, una vez despierto, se vistió, desayunó y salió del árbol algo agotado con la cantidad de escalones que tenía este.
Una vez llegado al prado, cogió una red enorme y se dirigió hacía el sector de girasoles tan famoso.
Con gran agilidad, se dispuso a cazar y soltar lejos de sus flores a varios insectos.
Ellos eran más grandes y eran más en número, pero nadie paraba al rubio cuando se trataba de defender algo que quería, sobretodo si se trataba de sus tan amados girasoles.
Minutos después, llegaron ambos humanos, y Naruto, que acababa de dejar aquella herramienta tan práctica, fue a saludarlos animado, contándoles sus hazañas anteriores al acabar con todos esos insectos pecadores.

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¡Capitulo cuatro, completado!
¡Un saludo!

Un hada floralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora