◦•●◉✿ 𝑄𝑢𝑖𝑛𝑡𝑜 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 ✿◉●•◦

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Un nuevo día y una nueva aventura.
Pero la aventura que iba a comenzar hoy para el pequeño rubio iba a ser espeluznante y emocionante, estaba por comenzar una racha de días un tanto ajetreados.
¡Porque su jubilación había llegado!

El pequeño rubio, días antes, había estado preparando todo con sus dos amigos humanos de nacimiento, pero ahora que era el día tan esperado por el trío, estaba muy nervioso.
Quería que todo fuera perfecto, y tenía que serlo, pero le preocupaba mucho el que estuviera nervioso, y eso a su vez le ponía mucho más nervioso. Básicamente, estaba hecho un manojo de nervios.

Aún así, encontró fuerzas para dejar de dar vueltas por su habitación y se puso el furisode naranja con estampados de girasoles y se colocó el obi azul que le entregó su amigo y ex jefe por la mañana, consiguiendo así poder parecer medio decente usando ropas tradicionales para ese evento tan importante en la vida de toda hada floral.
Después se dirigió hacia su pequeña cómoda cogió el kanzashi con forma de la misma flor antes mencionada y la colocó con algo de Seguridad entre sus cabellos.

Pronto sonaron unos golpes en la puerta, él salió de su pequeño apartamento y, acompañado del pequeño hombrecito para el que antes trabajaba se dirigió hacia un lugar...
Un tanto mágico.

Sasuke y Shikamaru desayunaban en un café mientras charlaban de cómo se imaginaban a Naruto, una vez completado aquel ritual tan extraordinario.

+Pues eso, yo me lo imagino igual de tierno, con sus cahetitos bien gorditos para poder pellizcar. +Terminaba de relatar el Nara la imagen que creía que tendría el rubio la siguiente vez que lo vieran.

+Sí claro, y que se parezca a tu amigo ese, no... Yo creo que será más delgado. Puede que tenga algo de carne de sobra pero sin duda estará mucho mejor que el Akimichi ese. Además, ¿por qué dices que tendrá una voz muy aguda? Ni que vaya a ser una chica. O bueno... Dijo que sería un chico, ¿no? +Se notaba desde la distancia que Sasuke por fin se sentía cómodo con aquel chico, pues contestaba con total tranquilidad y sin intenciones o pensamientos malvados de por medio.

Un par de horas después se dirigieron hacia la pradera tan famosa para ellos dos.

El rubio se dirigía hacia una gran cueva, allí cabrían más de uno o dos humanos por lo menos, supuso que era mejor así, si no... Luego no sabría por donde salir. En los techos y paredes del gran hueco en la montaña se podían apreciar preciosas setas fluorescentes de colores claros como el Rosa y el verde, estas formaban parte de la necesitada iluminación en ese lugar.

En el centro de la cueva, una gran multitud adoraba y rezaba al árbol que había crecido céntricamente en una isla al rededor de un río el cual lo rodeaba y continuaba bajando por la cueva hasta las profundidades.
Las hadas florales allí presentes que conocían al rubio lo observaban con una sonrisa en sus rostros. La mayoría se burlaba, algunos se enorgullecían de que hubiera llegado a este evento.

Naruto admiraba el maravilloso y mágico lugar, su asombro era tan visible como el sol por las mañanas. Había sido tan transparente como el agua del riachuelo por allí cercano toda su vida, y esa ocasión no sería una excepción.

El prontamente humano estaba ansioso, pero sus ansias se convirtieron en nerviosismo cuando enseguida, en frente del gran y aparente viejo tronco apareció la silueta de una hermosa mujer.
Su cuerpo no era físico, pero su presencia hacía que cualquiera que la pudiera notar la sentiría hasta en sus entrañas.

Un hada floralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora