◦•●◉✿ 𝑆𝑒́𝑝𝑡𝑖𝑚𝑜 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 ✿◉●•◦

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Sin duda, Sasuke se moriría por desangración.
Nuestro rubio favorito quería ropa nueva, y como no quería ir con el kimono que llevaba el día anterior, optó por la que, en su cabeza, era la mejor opción.

Para la desgracia del Uchiha, esa opción resultó ser el ponerse la ropa de este mismo, dándole al mayor una de las mejores inagenes con la que pudo haber deleitando sus oscuros ojos.
Por suerte, Shikamaru, quien había previsto la situación de algún modo, llevó algo de ropa del estilo del rubio a la casa de Sasuke y comió con ellos.

La tarde no fue muy distinta, fue peor.
Pues Naruto había esperado mucho por ser un humano y poder hacer miles de cosas, así que no entraba en sus planes el aburrirse como una ostra.

A partir de ahí, todos los días para ese trío tan... Simpático, serían un estorbo para los demás.
Naruto estaba dispuesto a liarla parda todos y cada uno de los segundos que su nueva vida compondrían.

Y sin duda alguna, arrastraría con él y los problemas en los que se metería a ambos pelinegros. Cosa que, aunque ambos se esperaban, les cansó la idea de no parar de dar vueltas por ahí. A pesar de sus expresiones deprimentes, Naruto sabía que en verdad se morían de ganas por ver en qué líos les metía, los dos parecían tener vidas un tanto aburridas, pero Naruto se encargaría de que eso se acabase.
Y ellos dos lo sabían perfectamente.

Pasaron toda la tarde de compras, el Uzumaki quería encontrar su estilo, y a Shikamaru se le ocurrió la idea de ir a un mercadillo que se disponían a abrir ese mismo jueves.
Horas después, siendo ya las seis, los tres chicos se encontraban dando vueltas y ojeando todos los puestos, a Naruto aún le faltaba algo, ni siquiera sabía el qué, pero lo encontraría como que su nombre es Uzumaki Naruto.

Pasaba y pasaba el tiempo, ya eran las siete y media y solo se podía ver a dos pelinegros cargando cuatro bolsas llenas de cosas cada uno mientras perseguían al emocionado rubio, su amigo era inquieto, y al parecer, más aún cuando se le agotaba el tiempo, le metían presión y aún tenía que encontrar algo tan importante como su esencia misma.

+¡Naruto, por el amor de Dios, acaba de una vez! ¡Vamonos ya a casa, anda! +Y el Uchiha se rendía, no era la primera vez que le pedía, o más bien suplicaba, a su rubio amigo que detuviera esa locura, pero esta vez soltó las bolsas que llevaba acumuladas en sus cansados brazos. Shikamaru hizo lo mismo, para después caerse para atrás del cansancio que le abundaba en todo el cuerpo.

+Sí, anda... Volvamos de una vez, de todas formas no va a ser ni la primera ni la última vez que pondrán este mercadillo. Además, estoy tan agotado que no soporto ni mi propio peso. ¡Y eso no me ha pasado en la vida! Y mira tú que yo siempre estoy cansado... +El Nara, también exhausto, cedió a la gravedad rápidamente, pero enseguida fue sorprendido por la carita más triste y tierna que hubiera podido contemplar en toda la historia. Naruto, quien sabía perfectamente sobre la fatiga de sus dos amigos, decidió concederles lo que ambos tanto deseaban, pero su expresión indicaba perfectamente su disgusto al no poder haber encontrado lo que su corazoncito de melón tanto deseaba.

De pronto, apareció detrás de Shikamaru un grupo de jóvenes, todos de la misma edad que este, y todos mirando la escena.

+¿Qué haces en el suelo, Shikamaru? Ya sabía de tu eterno cansancio, pero no esperaba que fuera para tanto. +Un chico alto de pelo castaño e irises de color tan claro como los de la luna, hablaba al que todavía permanecía en el suelo.

+Hola, Neji. No te creas que estoy así por que sí, este diablillo nos ha hecho recorrernos a Sasuke y a mí seis manzanas una y otra vez cargando con todas sus compras, las cuales no son pocas. +Dijo para levantarse y dirigiéndose a Naruto, rodeandole el cuello con su brazo y señalando las bolsas, que eran recogidas por el Uchiha antes mencionado.

+Vaya... Pues sí que os habéis tenido que patear bastante la aldea como para que acabéis así los dos. ¿Cómo se llama vuestro amigo? Y... ¿Por qué mierda está llorando? +Otro chico, de marcas rojas en sus mejillas con forma de triángulo hablaba extrañado.

+Pues... Porque quería encontrar una cosa muy importante en el mercadillo, pero no hemos hayado pista de ello. Y ahora le hemos pedido que nos largásemos de una vez. Pero oye, Naru, no te preocupes por nada. El próximo día que pongan el mercadillo lo buscamos otra vez, ¿vale? +Shikamaru intentaba reconfortar al de ojos azules, pero de estos mismos solo seguían saliendo gotas saladas. Esto fácilmente deprimía al mayor.

+¿Y qué es lo que estabas buscando, Naruto? +Preguntaba esta vez una chica, por peinado dos moños, tranquilamente. No le gustaba verlo llorar, así que se acercó tranquilamente y posó su mano en el hombro del rubio para calmarlo.

+N-no... N-no lo sé... +Naruto seguía llorando, agarraba el dobladillo de su chaqueta naranja fuertemente, intentando fallidamente dejar de llorar y apretando mucho sus labios. Eso conmovió a la mayoría, Sasuke optó por acercarse y abrazarlo por la cintura con una mano, mientras que con la otra le echaba el pelo para atrás y le besaba la frente.

+No te preocupes, Dobe.... Podemos buscarlo otro día. Venga, deja de llorar y te llevo a Ichiraku Ramen a cenar, ¿eh? ¿Qué te parece? +Perplejos quedaron todos, hasta un gato negro que por allí pasaba. El Uchiha nunca había sido tan dulce con alguien, y tanta fue la sorpresa de todos que casi se quedan sin mandíbula. Los únicos que no la perdieron fueron Shikamaru y Chouji. Uno ya se lo esperaba, Sasuke había sido muy distinto cuando se trataba de Naruto desde que lo había conocido, y el otro.... Digamos que la última patata frita no se puede desperdiciar por nada del mundo, así que seguía masticando a pesar de que casi se le salieran los ojos de sus órbitas.
Tanto la tierna escena como la sorpresa de los otros, divirtió tanto a Naruto que en vez de seguir llorando, rió como el ángel que parecía estar designado a ser algún día y ensanchó su boquita formando una cálida sonrisa. Sasuke le secó las lágrimas sonriendo de forma que nadie se diera cuenta, y con la mirada más profunda y llena de amor que le pudo dedicar a alguien, pronunció la palabra "Vamos" para después cojer todas las bolsas que estaban en el suelo y caminar lentamente hacía el restaurante que había mencionado antes, siendo seguido por un Naruto alegre que daba saltitos y un Shikamaru que, cansado y cabizbajo de tanta tontería le quitó algunas bolsas al Uchiha y le siguió el paso a la pareja.

Nadie se salvó aquella noche de pensar en lo sucedido, todos tenían ganas de volver a ver al rubio, querían conocer a la persona que le había robado el corazón de tal manera al último de los Uchiha.
Pero quien sí o sí pensaba en Naruto, era ese mismo pelinegro, sonrojado por lo que había hecho hace unas horas antes y pensando y sobrepensando en que, en ese momento, se encontraba en la misma cama que Naruto.

Su corazón se aceleraba, y eso se notaría desde Narnia. Naruto quiso dormir con él porque había comenzado una tormenta y no quería dormitar en un plan tan solitario. Su respiración chocaba contra el pecho del mayor, y aunque tanto esta misma como su expresión permaneciera tranquila, se agarraba fuertemente a la camiseta de Sasuke, tanta era la desesperación de este por no dejarlo ir que, una vez más tranquilo, Sasuke pasó su mano por encima de la del rubio y la acarició con el pulgar, mientras posaba la otra en la cintura del menor y le acariciaba la espalda.

Todos tenían pruebas, y nadie tenía dudas.
Aquella noche, fue la mejor para el Uchiha.

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¡Capitulo siete, completado!
¡Un saludo!

Un hada floralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora