Capítulo 1: [En el Bosque de la Diosa] (2)

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Parte 2


—E... ¡Mira...!

«¿Qué?»

—¿No... m... to? Han pasado...

«¿Me están hablando a mí?»

Un grupo de vocecillas agudas y ruidosas resuenan alrededor del asesino. Habla una e inmediatamente habla la otra. Son todas extrañamente alegres e igualmente caóticas.

El Sofry abre sus ojos levemente, la luz brillante de los soles le causa cierto dolor, siendo difícil acostumbrarse al cambio de luminosidad. Su cuerpo se siente pesado y sus fuerzas parecen haberle abandonado. La cabeza le da vueltas y lo último que recuerda es haber caído a un río.

«¿Dónde estoy? ¿Por qué sigo vivo?»

La luz comienza a disminuir gradualmente, pudiendo reconocer las siluetas de pequeñas personillas aladas. Una vez ha recuperado completamente su visión, es capaz de ver a un grupo de mujeres de diminuto tamaño, todas desnudas, observándole, apuntándole con la mano y hablando de él. Sus alas de insecto zumban a su alrededor.

«¿Qué son esas cosas?»

El Sofry jamás en su vida ha visto a esta especie tan pequeña. Siente que las conoce de algo, quizás un cuento contado por sus padres a la hora de dormir, pero no puede extraer esa memoria de su cabeza. Todo lo que sabe es que está siendo estudiado por ellas.

Ahora que está completamente consciente, intenta mover sus extremidades, pero continúa resultándole imposible. Desvía su mirada hacia sus brazos y piernas, notando finalmente que se encuentra atado por ramas sobre todo su cuerpo. También nota que está extrañamente delgado, como si no hubiese comido durante mucho tiempo.

Sus alrededores se pueden describir con una única palabra: verde. Está rodeado de árboles y matorrales, sintiendo el aire fresco y puro del bosque, una sensación muy diferente del ambiente de su pueblo natal.

—Oh, finalmente despertáis, dormilón. —Una voz cálida y femenina se escucha desde un camino de tierra en el bosque. Una mujer alta y voluptuosa, camina hacia él.

No puede determinar las intenciones de esta desconocida viendo su rostro, pues se encuentra oculto bajo una máscara. Su cabello marrón es manipulado por las pequeñas voladoras, quienes juegan con las doradas puntas de cada pelo de esta persona. Ella las recibe con caricias usando sus dedos.

—¡La Diosa! ¡La Diosa! ¡Te amamos, Diosa! —exclaman las personillas.

«Una mujer sospechosa, rodeada de criaturas sospechosas.»

—Oh, pero yo no soy nada sospechosa —responde la Kaevalery, sorprendiendo al hombre—. Solo estoy visitando al misterioso joven que llegó al interior de mi bosque sin invitación. Estabais en muy mal estado cuando os encontramos.

—¡Eso es! ¡La Diosa no es sospechosa! —exclama una de las pequeñas.

—¡Sí! ¡El sospechoso eres tú! —añade otra de ellas.

Ahora que se fija en las chiquillas, cada una de las diminutas mujeres tiene un color de cabello y alas bastante característico. Por alguna razón, le recuerdan a la imagen de un grupo de flores, a pesar de no tener ningún parecido a simple vista.

—Sí, creé a mis pequeñas a partir de las flores de este bosque. ¿A que son lindas?

El Sofry parpadea, perplejo por la respuesta repentina de la mujer. Él no ha dicho nada sobre ello; es más, él no puede hablar. Por otro lado, la mujer usó la palabra «crear».

Exhekar Tales VI: El Asesino & El AquelarreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora