Parte 2
La capital de Lamanica es un lugar lleno de energía, con personas trabajando tanto de día como de noche. Se les ve bastante emocionados, incluso felices, cosa que llama la atención de Zebires, pues está acostumbrado a ver personas más bien malhumoradas en el centro de cada país.
El grupo ha tenido un viaje tranquilo, sin mayores contratiempos que una Zhana quedándose dormida en lugares que no debe y causando una conmoción.
Los enviados de Erijofen deberían estar felices por esta situación; sin embargo, todos poseen rostros agobiados. Las Zhana y el asesino Sofry se preguntan por este cambio de actitud, pero ninguno quiere dar una respuesta concreta. Cuando consultan con la llamada Diosa, esta se limita a soltar una risilla y fingir misterio.
No tienen que esperar mucho, pues a las pocas horas de entrar en la capital, un grupo de soldados les detiene. Su uniforme es aparentemente poco seguro a la vista del asesino. Su primer análisis al respecto es la facilidad con la que podría cortar el cuello, las manos o incluso envenenarlos. Alfgane revuelve su cabello en modo de reprimenda.
—No penséis esas cosas apenas conocéis a alguien. Es de mal gusto.
«Si llegásemos a luchar contra ellos, necesito estar preparado», se excusa el Sofry.
—No vienen aquí a pelear.
Los soldados que los detienen llevan consigo un pergamino. El más bajo de ellos comienza a leerlo en voz alta frente a los demás.
—«Magnánime señora de la naturaleza y la vida, sostenedora del mundo y protectora de los recuerdos del pasado; pequeña calamidad destructora de la creación y abismo desmedido; minerales escondidos de reinos que saben apreciar vuestro valor; yo os invito. Venid a mi castillo, permitidme ofreceros mi hospitalidad. Quiero hablar del pasado, el presente y el futuro con vosotros y recibir vuestra sabiduría en todas las áreas». Firmado por el actual gobernante, Belos Istaura, soberano electo de Lamanica.
Ludy emite un gruñido y Zeila suspira con fuerza, resignados. Las Zhana comienzan a revolotear sobre ellos para saber lo que les sucede.
—Tal como ha escrito nuestro señor, han sido invitados por el rey al castillo de Lamnasis. Por favor, acompáñennos.
—No tenemos otra opción, ¿verdad? —se queja el Canidal.
—De todos modos, tenemos asuntos que atender con él —comenta Kinna, siendo la menos hostil de los tres.
Sin mayores discusiones, el grupo es escoltado por los militares hasta llegar al castillo. La entrada es rápida y sin mucha tramitación. Zebires es el único entre los presentes que se siente incómodo al estar rodeado de tantos uniformados, pues considera constantemente su potencial como enemigos. Alfgane trata de apaciguar sus preocupaciones, pero no tiene mucho éxito con ello. Su crianza es algo difícil de cambiar y todavía mantiene varios hábitos como asesino de la federación.
El castillo de Lamnasis sigue la tradición común de la mayoría de los reinos. Construido con ladrillos pegados con resinas de monstruos y reforzado con runas mágicas, busca dar resguardo y seguridad a cualquiera que habite dentro de este. De haber una diferencia que recalcar, sería la distribución de sus colores, pareciendo un palacio blanco, con decorativos verdosos y una que otra zona dorada. De lejos, algunos lo consideran como un árbol blanco decorado con oro.
—No me puedo acostumbrar a este diseño, es demasiado llamativo —comenta Zeila, entrecerrando los ojos al ser cegada por el reflejo de los blancos muros.
El interior del castillo, similar a su apariencia externa, también posee claros muros y decoraciones doradas, con varias plantas que lo hacen parecer un santuario a la naturaleza.
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Exhekar Tales VI: El Asesino & El Aquelarre
FantasyLa historia de un asesino quien ha vivido toda su vida para cumplir los deseos de su organización. Tras verse envuelto en cierto encuentro que casi le quita la vida, comienza a reflexionar sobre su propia vida y el propósito de su existencia individ...