Capítulo 5: [Un camino entre árboles y alas] (1)

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Parte 1


El frío de la tierra mojada se siente sobre sus pies. El lodazal no le permite moverse bien y su oponente se aleja más y más, incapaz de alcanzarlo.

No puede hacer nada contra él, cualquier intento de salvarlo parece ser inútil.

—Todo lo que haces es en vano.

El chico sonríe burlescamente. Quiere que se rinda, quiere que no luche más. Egoísta y de una mentalidad incapaz de comprender a los demás. No, no es que no pueda recibir las emociones ajenas, simplemente no quiere, no es su deseo. Él solo se preocupa por su persona, lastimando a todos a su alrededor. Miente con cada palabra que habla.

—Déjalo ya, no hay salvación.

Todas mentiras, tienen que serlo.

La chiquilla abre su boca.

«No.»

No puede vencerlo, no con sus habilidades. Sus palabras no llegan a su destino, su fuerza es insuficiente para contenerlo, no posee magia y su única gran autoridad, la capacidad de devorarlo todo, no es útil en estas circunstancias.

La silueta de su amado se aleja caminando, difuminándose a la distancia hasta desaparecer.

—Debes eliminarlo. No hay de otra —dice una máquina.

—Por el bien de los demás, de sus familiares y de sus congéneres —comenta otra.

Las máquinas tienen menos emociones que el ser que se ha apoderado de su amado. Aun así, fingen tener empatía y buscan persuadirla con sus palabras. Forman tratos para contenerla, después de todo, ella ya ha trabajado para ellos en el pasado.

—Te estás tardando mucho —dice una agente de la federación. Juega con sus largas coletas mientras apunta al lodazal—. Termina con él de una vez por todas, el tiempo se acaba.

Si no logra cumplir con su trato, otros estarán en peligro. Su amiga, quien tanto le ha ayudado, y los pueblos que ha visto crecer en Lugarta. La federación es cruel al tomarlos de rehenes, pero saben hacer tratos que son justos en apariencia.

Catorce años, solo queda uno. Si en un año más no logra traer a su amado de vuelta, todo terminará. Pero no piensa poner en riesgo a sus amigos.

Si en esta ocasión, con todos aquellos que ha logrado reunir, no es capaz de obtener la victoria, entonces, ella...


* * *


Kinna abre los ojos abruptamente.

—¿Un mal sueño?

La pequeña gira su cabeza y se encuentra con Ludy. El Canidal se halla sentado en el suelo, apoyado en la pared de la habitación dentro del gran barco. Luce algo enfermo.

La llamada Calamidad Andante se levanta de su puesto. Nota que no siente el desbalance usual causado por las olas.

—¿Hemos llegado?

—Hace unos momentos. Adelántate, yo todavía no me recupero.

La chiquilla sonríe levemente. Le apena el estado de su compañero, pero lamentablemente no puede ayudarle: no posee magia para curarlo.

Por extraño que parezca, las olas se intensifican a medida que se acercan a las costas de Erijofen, como si la forma bajo el mar promoviese este comportamiento. No es algo que se haya estudiado a fondo, aceptándose como tal. Y las pobres personas incapaces de resistir estos movimientos caen pálidas al suelo, recuperándose tras unos minutos de estacionado el barco.

Exhekar Tales VI: El Asesino & El AquelarreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora