CAPÍTULO VEINTICINCO: «Décima vez»

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Heather Stone

La comida llega y Logan aún no ha regresado por lo tanto nos levantamos de la mesa dirigiéndonos al baño encontrándole sentado en el suelo con su cabeza entre las manos sudando frío. Me agacho haciendo que me mire.

- Bebé, debemos irnos a casa. -le digo.

- Pero no hemos cenado, nena. -susurra y su tono débil me preocupa igual o más que su aspecto.

Suena como si pelease por mantenerse consciente.

- Al hospital, allí vamos. Venga, arriba. -digo pasándome uno de sus brazos por los hombros haciendo fuerza hasta levantarle.

Mis piernas tiemblan teniendo a Logan apoyando todo su peso en mí y Jeremiah y Unne me ayudan cargando ellos con él hasta fuera del restaurante metiéndolo en su coche dejando el Range Rover atrás.

- Ve detrás con él, nosotros iremos delante y os llevaremos al hospital. -me habla Jeremiah.

Acepto siendo esta mi única opción para poder mantenerle despierto, subo y Logan busca mi cuerpo apoyando su cabeza en mis piernas, yo acaricio su frente masajeando su cabeza a la vez.

- Te amo, pequeña. -susurra viéndome con sus ojos entrecerrados.

- También te amo, bebé. Mantente despierto, por favor. -pido.

- Te prometo que lo haré, estoy bien.

- No, no lo estás. ¿Por qué ahora? ¿Por qué te duele la cabeza, joder? -me frustro.

Me da rabia que sea él quien sufra de migrañas, es injusto.

- Pensaba en muchas cosas a la vez. Y te mentí, mi amor, lo siento... no pensaba en el baloncesto. -confiesa.

- No te preocupes por eso, hablaremos más tarde estando tranquilos en casa. Ahora preocúpate por mantenerte consciente.

En el trayecto se va quejando que tiene frío o calor, que le duele mucho, murmura cosas las cuales no se entienden, acaricia mi rostro con mimo, también mi vientre y eso me confunde, me pide disculpas por arruinar la noche y yo le hago callar.

Jeremiah avisa que quedan menos de cinco minutos y Logan gruñe.

- Sé que lo prometí, pero me duele mucho, Heather...

- Un ratito más, amor, solamente un ratito. -pido.

- Me duele mucho...

- Concéntrate en mí, mírame.

- No te veo, mi vista está absolutamente borrosa, no soy capaz de enfocar nada. -declara.

Un nudo se instala en mi garganta sintiendo verdadero miedo, no quiero que se desmaye, al menos no en mis brazos.

- Concéntrate en mi voz entonces, bebé... ¿cómo suena?

Una sonrisa de tonto enamorado se le instala en sus labios y cierra sus ojos asustándome hasta que responde.

- Divina.

- Y mi... mi tacto -palpo su rostro con delicadeza-, ¿cómo lo sientes?

Vuelve a tomarse unos segundos hasta que la palma de mi mano cae en sus labios donde deposita un beso tierno.

- Tu tacto se siente como una maravilla, tú eres maravillosa. -susurra cada vez más bajo.

- Y mi olor, háblame de mi olor, por favor. -reprimo un sollozo sabiendo que no aguantará mucho.

Cada vez la pausa es más larga, frunce su ceño y entreabre sus ojos haciendo parecer que me observa.

- Mi olor, cariño, mi olor. -le recuerdo en un tono suplicante.

Una segunda oportunidad  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora